martes, 30 de noviembre de 2010

El Escándalo de las Wikiguaus


Una de las opciones profesionales más interesantes que este palmito seductor que luzco me ofrecía era el de espía glamourosa. Así que durante los últimos años me dediqué a hacer de Matajari espiando de embajada en embajada. Ni idea os hacéis de la información que se puede sacar metiendo una nariz adecuada en el cubo de la basura correcta. Luego me acercaba al parque más cercano, dejaba que el perro del embajador me olisqueara el trasero, le hacía un par de monerías y luego era hacerse la rubia tonta y ponerse a hacer preguntas.

Siempre he sido agente múltiple, quiero decir que espiaba a todos por encargo de todos por el único afán de cotillear en condiciones. Y luego le dictaba las conclusiones al Gafapasta, que las pasaba al ordenador y que por lo visto luego ha hecho públicos todos mis informes en una página llamada Wikileaks.

Menos mal que algunos de los descubrimientos más jugosos me los guardé en el bolsillo secreto que me cosí en la almohadilla trasera derecha para vendérselos al mejor postor o utilizarlos como garantía de vida. Que dicen que los perros del Pentágono andan gruñendo por esos mundos de Anubis y que una tal Hilaria, igual de rubia pero mucho menos interesante que yo, está enfadada pero requeteenfadada de que las vergüenzas de que su terrier Bill salgan a la luz.

Por si hay algún agente interesado, que sepáis que tengo pruebas de que Ahmadineyad usa braguitas de satén, de que a Obama le gusta el té, de que Sarah Palin fue cabaretera en Pigalle y de que Zapatero fue el tercer tirador en el asesinato de Kennedy. También puedo probar que la Merkel desayuna confitura de tocino, de que Espianza Aguirre llega más que holgadamente a fin de mes, de que Rajoy come con babero y de que el perrito de San Roque no tiene rabo.

Por la compra de dos documentos, regalo información prilegiada sobre el puesto del mercadillo en el que Roldán se compraba aquellos calzoncillos cutrefactos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario