martes, 18 de diciembre de 2012

LO DEMÁS ES SILENCIO


Aunque algunos no se lo crean, yo escribo siempre en serio. Otra cosa es que lo haga con este gracejo de Brie que Anubis me ha dado. Pero siempre en serio.Y puede que hoy más en serio que nunca. Que le he mirado al Gafapasta con una mirada larga y tristona y le he dicho que me quiero marchar y le he pedido que me ayude.
Ya os imagináis, él se ha puesto intenso y llorica y me ha dicho que a lo mejor la Bruja de la Bata Blanca encuentra una pócima que me anime y yo le he dicho que sí, que a lo mejor, pero que me ayude a marcharme con la dignidad y la tranquilidad con la que nos marchamos los animales.
Le he dicho lo mismo que le dijo el Chico Guapo cuando se fue, que estoy tranquila. Porque sé, como él sabía, que he pasado por estos parques y estas playas y estos tourmalets y estas caricias sin hacer daño a nadie, sólo dando y recibiendo cariño. Así que he sido muy feliz. Y le he dado las gracias. Porque yo sé que muchos perros no tienen la misma suerte. Claro que hay gafapastas que tampoco la tienen. Que soy yo una perra muy perra y no es fácil encontrar la lisura que derramo cual flor de la canela. Así que también él ha sido afortunado al tenerme a su lado, como afortunado fue por encontrar al Chico Guapo.
Le he dicho a la Gata Tonta que si tratara de afinar un poco cuando miaga como una neurótica, tal vez podría ser cantante de ópera. Pero ella no ha entendido nada porque dice que hablo raro y que palabras como cantante, ópera, afinar, que y de no están en el diccionario. Y a la Gata Mala que haga el favor de controlar un poco las chifladuras de la Poligonera, que ella y yo somos las únicas de la manada con un poco de sentido común.
A Gin, pobrina, le he dicho que me voy de viaje, para no disgustarla. Porque me pega en el hocico que la nena se va a disgustar, que ha estado muy pendiente de mí estos días, olisqueando y mareándome y comiéndose las cosas ricas que yo no me quería comer. Y que puede usar mis blusas y mis taconazos, pero que como se le ocurra combinarlos con pantalón de chándal vuelvo rabiosa y la muerdo. Me da igual que sea negro con dorados o dorado con negros. La muerdo.
Al Gafapasta no le digo nada, sólo le miro. Porque si intento decirle algo más se me hace como un nudo tonto en la garganta. Que una cosa es que esté tranquila y digna y sepa que ha llegado el tiempo de viajar más allá del Arco Iris y otra que no le vaya a echar mucho de menos, que al fin y al cabo ha sido el gran amor de mi vida.
Quería que supiera que me gustaría estar siempre con él pero que eso no es posible y que también me preocupa qué estará haciendo al otro lado el Chico Guapo, tanto tiempo solo, y que ya me toca cuidarle y que los dos le estaremos esperando over the rainbow, disfrazados de estrellas. Quería que supiera que esperaré uno de esos poemas preciosos que escribe, pero que quiero salir glamourosa y elegantosa o mejor, juguetona, cachorrona y feliz-feliz, nada de tonterías y de dramas. Y también quería que supiera él y que supiérais vosotros que me gustaría que este blog tan personal llegara a convertirse en un libro para que se convierta en un gran éxito y gane mucho dinero para ayudar a los perros abandonados, que cada vez hay más hijodelagranputa suelto (no es taco, es definición científica). Y que me parece a mí que a Sos Setter le vendría muy requetebién un poco de colaboración.
Y a todos los que leéis el blog, y a los que no lo leéis pero me decís cosas y me hacéis mimos y carantoñas por la calle, daros la enhorabuena: no todo el mundo logra tener a una diva de las de verdad tan cerca. Os quiero también, desaboríos.
Me voy a dormir un rato mientras el Gafapasta se decide.
 The rest is silence.

domingo, 16 de diciembre de 2012

UN GRAN DADO AMARILLO


Como me ve muy desmejorada, tengo a la Poligonera mimosona. En el fondo es muy rica, y cuando voy muy despacio, pero que muy despacio, por la calle, ella trota y galopa como la chiflada que es, pero de vez en cuando se para en seco, me mira, y se sienta a esperar, y cuando llego me da un besito. Vamos, que después de chupar todas las porquerías de la calle que se encuentra me las deja a mí en el hocico. También espera cuando el Gafapasta me sube las escaleras en brazos, que él también es muy rico y se preocupa por mí, pero no acabo de entender esa manía suya de vivir en la cima del Tourmalet y sin ascensor. Al menos para un pequeño tramo he descubierto una cosa muy cómoda que se llama "escaleras mecánicas". Antes no las usábamos porque estaban un poco a desmano y porque el Gafapasta es raro. Al principio me daban miedo pero luego es como si fueras volando y viendo el paisaje, súper cómodas. Creo que tendrían que hacer algo parecido para llevarme de excursión de escaparate en escaparate.

Rico y atento y cariñosón el Gafapasta es, pero un poco melodramático, que también dice estos días que yo habría sido más feliz en un campo enorme lleno de ovejas. Sí, hombre, con lo calentita y mullidita que he estado yo siempre en casa y este se piensa que tendría que haber sido campesina y proletaria. Pues no, yo soy muy de izquierdas, pero de izquierda divina-caviar de esa, que alguien tiene que reflexionar y beber champagne. Si acaso, habríamos estado bien el Chico Guapo, el Gafapasta y yo, sin gatas, en París. No sé si a la derecha o a la izquierda del Sena, que el Barrio Latino es molón pero hay más fiesta y animación en Le Marais. Pero eso es lo de menos, con el Gafapasta he estado siempre muy atendida y muy requetequerida, que es lo que cuenta, así que una vida de diez. O por lo menos de nueve con tres.

Y es que le contaba yo a la Gin en plan melancólico cómo empezó todo. Que llegaba yo toda estresada y despistada de viajar en coche, que venía sin mi mamá y sin mis hermanitos y de pronto me ponen delante de un tipo raro que dice "¿Glenda?". Y yo no sabía ni qué era eso de Glenda entonces, pero me gustó tanto el tipo raro y me gustó tanto lo de Glenda que me enamoré de él sin poderlo remediar y me fui a darle unos besitos. Y luego llegué a la casa de la cima del Tourmalet y me encontré un dado enorme de color amarillo, enorme para lo menudencia que era yo entonces, y me puse a jugar como tonta hasta que me agoté, y me dio una cena rica y me puso en una camita. Pero yo no quería separarme de él así que me fui de la camita cuando vi que estaba dormido, me acerqué a la silla donde había dejado tirada su ropa (desordenado es un rato el Gafapasta) y le robé un jersey de una lana finísima y de un diseño especial que ya me llamaba la atención, y al lado de la cabecera de su cama hice un lío con el jersey, que olía a Gafapasta, me traje el dado amarillo y me quedé dormidita y feliz.
El por la mañana cuando me vio se puso a soltar baba y así hasta hoy. Qué recuerdos tan bonitos, ay. Y que babas tan pringosas.

CIENTO VOLANDO


Dice la Gata Mala, Anabotella, que con lo de Evita y el Don't Cry For Me he estado sobreactuada y que mira, que días después sigo vivita y coleando y haciéndome la interesante. Muerta de rabia rabiosa es lo que está, muertita de rabia. Porque no han compuesto ninguna ópera rock pensando en ella como protagonista, porque sólo se acuerdan de ella para hacer papeles de bruja fea y porque como alcaldesa del pasillo es lamentable. Tampoco sabe nada de teatro y de poderío escénico, que yo sé que estuve brillante y auténtica. Porque es verdad que estoy completamente arrechuchada, y no estoy coleando de ninguna manera porque hasta agitar este espléndido plumero peludo que tengo por rabo me agota. Si ni pechuguitas de capón al Sauternes me apetece comer, con eso os lo digo todo. Aunque de vez en cuando como algo de comida de gato, de la rica, esa de carne picadita y en salsa, para fastidiar a la Gata Mala, que aunque en casa hay latitas ricas el Gafapasta a ella y a la tonta sólo les pone en el plato esas bolitas con aspecto de caca de conejo liofilizada.

También le da rabia que escriba este artículo en el blog, porque el otro día escuché a la muy bicho diciendo a la vecina del primero esa que es tan bicho como ella que dónde se habían visto esas pretensiones, que una perra pretendiera mantener un blog hasta el número cien. Pues contad si son ciento y está hecho, parejita linda.

Yo lo que estoy es en un subeybaja físico y emocional. Estos días pasados estuve medio animada y le dije al Gafapasta que quería pasear por el centro, ver el escaparate de Percha, tumbarme al sol cual lagartija en la Plaza de Pombo y resolver algunos asuntos. Pero tanto trajín me dejó baldada y desde el viernes soy pura languidez románticay se me está quedando la mirada sin brillos.

Por lo menos aproveché para comprarme seis o siete vestidos divinos, con sus respectivos kits de complementos, no vaya a ser que me vea en Nochevieja y sin nada para estrenar. Que hice una tontería porque al volver a casa me encontré una carta simpatiquísima de Lacroix diciéndome que me odiaba porque nunca había lucido uno de sus diseños en ocasión relevante y que este fin de año era suyo, y me enviaba junto a la carta simpatiquísima un traje de noche todavía más simpatiquísimo lleno de gasas, tules, encajes, bordados y volantes en blanco y plata que vais a flipar, cachorros.

También dejé arreglados con Gaspar los encargos. Nos seguimos odiando, él desde que le mordí la nalga por entrar en casa por la ventana, y yo desde que se vengó dejándome como regalo un vestido horrible. Pero le dejé claro que sus tonterías no tienen que afectar al resto de la familia y estuvo de acuerdo. Así que Anabotella tendrá el saco de carbón que su perversidad se merece, y que le pondrá la casa perdida al Gafapasta, y Tiberio, la Gata Tonta, un bonito libro de autoayuda que se titula "Mi estupidez y yo".

Como Gin, mi pequeña poligonera, va a necesitar jugar mucho para no estar tristona, le he encargado un montón de complementos para la Barbie Albericia que recibió por su cumpleaños: La Jargoneta Tuneada, el Puesto del Mercadillo, el Parque del Botellón, y la Nave Industrial con Discoteca Chimpún. Espléndida que es una. Y para no quedarme corta, el Ken Tatuajes, que no sé por qué me parece que el Ken macarra este le va a gustar más al Gafapasta que a la Gin, así que por si acaso he encargado dos, uno en rubio y otro en moreno.

De todas formas, sigo llamando la atención por donde paso. Y ya me han dicho que estoy requetemonísima y requeterrecuperada en esta foto. Claro, es que el verde pasto siempre ha combinado divinamente con mi color de pelo. Y mis años de modelo ayudan a disimular los huesos esqueléticos que se me salen ya por todas partes. Si parece que estoy de veraneo campestre en vez de en medio de un diciembre horrible, tirada al lado de casa porque después de hacer pipí color cognac ya ni podía moverme, ay.

lunes, 10 de diciembre de 2012

DON'T CRY FOR ME, GAFAPASTA



Todo tan revuelta estos últimos días que tiene una que hacer todo un esfuerzo para no perder la cabeza y centrarse en lo que importa. La gata tonta ha sido invitada a una escuela para mininos superdotados y lleva dos semanas intentando resolver el ejercicio de acceso, que consiste en señalar siete diferencias entre un gato y una zambomba. Por el momento ha descubierto ... ninguna. La gata mala, visto su fracaso como alcaldesa madrileña, está enviando currículos para ver si la contratan de villana en la próxima de James Bond. Y Gin corre para arriba, fisga para abajo, lame a la derecha, chupetea a la izquierda y provoca dolores de cabeza hacia los cuatro puntos cardinales.

El Gafapasta, por su parte, está ensayando para protagonista de culebrones mejicanos o melodramas hollywoodienses o de Chamberí con sello Almodóvar. Porque está que no gana para mocos y lagrimones. Ni Norma Shearer en sus mejores interpretaciones, Anubis mío. Qué pesado y qué lánguido y qué poca contención.

Yo estoy arreglando voluntades y últimas horas. Pensaba desaparecer entre bastidores, con discreción, pero eso no es digno de mí. Así que me he decidido a protagonizar una salida espectacular como corresponde a mi glamour y mi categoría. Porque no puedo ni con los gimoteos del Gafapasta ni con los vuestros y he decidido que me voy a marchar entre sonrisas. Pero antes os voy a hacer llorar a base de bien para vengarme de la turra sentimental que me estáis dando. Voy a cantar. Una idea fue el divertido "Glendamaría se fue buscando el sol en la playa", pero no tiene dignidad para la circunstancia y los bikinis de rayas son horteras hasta el vómito. Empecé a repasar en mi repertorio standards de las pocas megadivas que han estado a mi altura, y había cosas adecuadas de Mina o de Edith Piaf. Hasta que recordé que Andrew Lloyd-Weber compuso Evita pensando en mí como protagonista, aunque luego las intrigas de un productor muy de derechas, muy seborreico y con muy poco gusto, me apartó del estreno. Qué gran momento salir de escena con una versión adaptada del No llores por mí, Argentina , qué gran momento.

Imaginad la escena. Abarrotada la sala. Un escenario con tenues luces y un maravilloso centro con rosas color champagne, mis favoritas. El camerino lleno de joyas y flores regaladas por mis admiradores. Un Balenciaga exclusivo, por supuesto, en azul noche con zafiros bordados y una estola de encajes. Cerráis los ojos, recordáis la música y me acompañáis susurrando con elegante dicción :

Será difícil asimilar
que ya es tarde, que llega el final.
Que es la última gota
de Chanel Number Five.
Dejo esta casa
donde tanto he vivido, tantos años pasé,
digo adiós a las gatas y a Gin:
Soy estrella en el cielo por fin.

No va resultar fácil dejar atrás
mis vestidos, mis joyas mi paz,
una vida tan dulce
siempre llena de luz.
No queda tiempo:
hasta el sueño más bello tiene que terminar,
así que ahora recojo y me voy
sin siquiera esperar al capón.

Don't cry for me, Gafapasta,
he sido feliz contigo:
cada sonrisa te la dedico,
te doy las gracias, mi amor, mi amigo.

Me espera el Chico Guapo para jugar
al balón en las nubes de abril
y echar juntos la siesta
a la orilla del sol.
Allí os espero,
una fiesta infinita de faisán y champagne,
allí llena de vida, allí:
Una eterna cachorra de Brie.

Don't cry for me, Gafapasta,
recuérdame con cariño:
sonríe siempre, bebe la vida,
hazme un poema, búscate un lío.

No quiero tristezas ni llantos al despegar.
Tenedme en la memoria con ternura:
Yo no os voy a olvidar.

Dont't cry for me, Gafapasta,
he sido feliz contigo,
cada sonrisa te la dedico,
te doy las gracias, mi amor, mi amigo.

Mi amor, mi amigo.

Así se despide una diva. Me voy a arreglar unas cosas que quedan por ahí y a mordisquear con desgana la comida de gato que me ha puesto para cenar el Gafapasta y es lo único que me apetece. En uno o dos días os cuento.

Love, babies.

sábado, 8 de diciembre de 2012

DESHAUCIO TEMPORAL DE ANABOTELLA


Que el Gafapasta tiene amigos tirando a absurdos y raritos es cosa sabida. Pero no pensaba yo que fueran a llegar al límite de quejarse porque dicen que cuento pocas cosas de las gatas. ¿Qué voy a contar yo de las gatas? Que son seres malignos y grotescos con delirios de grandeza que se pasan la vida con la barriga al sol subidos en cosas altas para mirarnos por encima del hombro y de vez en cuando dicen miau. Los gatos se dividen en malos y tontos. Como los humanos, más o menos. Los malos te miran con ojos de cabra en pleno aquellarre y los tontos te miran con ojos de ¿locuálo? Nunca es buena idea tener un gato cerca, pero ya de cometer el error, es mejor tener uno malo y uno tonto para estudiar sus comportamientos y enviarlos a revisas científicas. De hecho, entre mis últimos estudios está el que mereció el Gran Premio Cat Science, titulado Influencia del nombre absurdo en la maldad del gato , que se apoya en largos años de observación sobre Anabotella Miércoles, la Gata Mala. Aunque todavía no he sido capaz de determinar al ciento por ciento si se volvió mala porque el Gafapasta tuvo la ocurrencia de llamar al bicho Anabotella o si fue el hecho de llamarse Anabotella el que contribuyó a forjar en el animalejo su personalidad diabólica.

El caso es que Anabotella no está bien estos días, ya os dije. Anda melancólica porque dice que todos la atacan por irse a un spa de Lisboa en plena crisis madridarenesca y que por eso quieren quitarle la Alcaldía de Madrid. Y lloriquea por los rincones que ella nunca ha estado en Lisboa. Y eso es verdad, que lo digo yo con mi argumento de autoridad. Porque ella lo más lejos que ha llegado, si descontamos la fase putón aquella en que se nos tiró por la ventana, se nos benefició a la mitad de los gatos del barrio y nos volvió preñadísima, es al portal. Porque tiene la costumbre de escurrirse entre las piernas o las patas o lo que sea que tengan los humanos del Gafapasta y correr escaleras abajo. Yo creo que para organizar aquelarres con la vecina del primero, de bruja a bruja y tiro porque me estruja.

El Gafapasta, en su línea, no suele enterarse de nada. Que el otro día se levanta a beber un vaso de agua a eso de las cinco de la mañana (ya sería aguardiente, ya) y dice "qué pesado ese gato de la calle, que no hay manera de que se calle". Y va así pasillo arriba cocina abajo jurando en birmano de la tierra media hasta que de pronto dice "¡Recórcholis!" , abre la puerta y comprueba que el gato pesado era la Gata Mala, Anabotella, acurrucada en la puerta, medio helada de frío y con más cara de odio al mundo que de costumbre. Que se había marchado de brujerías y al volver el Gafapasta le había dejado la puerta cerrada. Así que se pasó la noche desahuciada y molestando al vecindario. No creo que vaya a aprender la lección, porque la muy bicho no se pilló ni un mal catarro. Y me parece que está preparando vudú para fastidiar al Gafapasta por echarla de casa toda la noche y para fastidiarme a mí por no avisar. Que dice que muy pastora muy pastora pero que no controlo al rebaño.

Claro que semejante maullido fuera de lugar sólo se merece una respuesta: So Borrega. Y me quedé tan pancha.

En fin, que estaba yo pensando, ¿si esta Navidad en vez de capón asamos gata qué salsa iría bien?

viernes, 7 de diciembre de 2012

DOPADA HACIA EL HORIZONTE


En esta ciudad del Gafapasta glamour y estilazo, lo que se dice glamour y estilazo, poco. Tengo glamour yo, tienen glamour Araceli y los divinos vestidos y bolsos y zapatos que me trae a Percha, como ese Valentino de encaje negro que pienso lucir en Nochevieja, y si no estuviera tan chiflada, tendría su punto La Zapatera Prodigiosa. Lo demás todo como demasiado británico. Un horror. Y claro, una no puede ser una estrella en decadencia en una ciudad sin glamour. Porque la que ha sido diva, tiene la obligación de envejecer convirtiéndose en adicta a algo. A las drogas de alta costura o de diseño o como se diga, a la cocaína con caviar, al champagne con valium, a las fresas con chocolate. Pero a mí va La Bruja de la Bata Blanca y me dice que tengo que hacerme adicta al Adiro. Y no es lo mismo, que cómo va a ir una cual rutilante estrella en picado a la clínica Betty Ford a decir, hola soy Glenda y soy adicta al Adiro. Ni te queremos Glenda ni factura millonaria ni tratamientos de spa con chulazos y daiquiris: te dan con la puerta en las narices y te gritan que aquello no está para bromas sino para viejunas en crisis.
Pero nada, Adiro que te Adiro está una mientras el Gafapasta escribe crónicas lacrimógenas en sus ataques de intensidad y tontuna. Que le agradezco yo que me quiera tanto y que lo cuente, que para eso le nombré graciosamente mariscal de campo de mi club de fans. Pero va a acabar preocupándome. Que sí, que a ver, que yo también le quiero mucho mucho, como la trucha al trucho, y que ha sido, es y será el humano de mi vida. Pero tampoco voy a convertirme en una chiflada happy-happy que pasea por las calles chupeteando y la boca de todos los que se ponen a tiro de salto: para esa ordinariez ya tenemos en casa a nuestra setter favorita.
Me parece que la tontuna del Gafapasta se os ha contagiado un poco a todos, y claro, es verdad que estoy un poco flacucha, que los escotes no me quedan ya tan turgentes y espectaculares. Y que cada vez que intento ese mítico quiebro de cadera con el que volví locos a tantos galanes oigo como si algo hiciera un ruido estúpido por la columna, me crujen los corvejones y me caigo. Pero planes sigo yo llena de planes. Y el de dar el espectáculo no está entre ellos, que como saque yo mi magistral caracterización de Melodrama Rubio sí que os vais a enterar y a llorar junto a los Ríos de Babilonia a ritmo bíblico de Boney M.
Mis proyectos son como de otro tipo. Por ejemplo, escribir mi carta a los Reyes Magos para volver a explicarles que soy Republicana y Jacobina, pero que lo quiero todo. Y nada de chaneles en color guinda como la broma del año pasado. Quiero todo lo que tengan que se pueda combinar con cierta facilidad. Y además de todo, un edredón de seda natural relleno de plumón de cisne negro, que para la artrosis tiene que ser muy reconfortante. También he comenzado la campaña navideña de guerra psicológica contra el Gafapasta: cuando pasa a mi lado susurro cual sirena homérica quiero capón, quiero capón, quiero capón. No vaya a ser que se le olvide reconfortar mis mimos con esa deliciosa carne. Aunque si cambia el capón por pintada o por faisán tampoco me importa. Un salmonete puede estar bien para que se lo repartan las gatas, y una hamburguesa del McDonald's para Gin.
Así que chicas, chicos, menos Gafapasta llorica y más alegrías. Que ya sé yo que estoy de camino hacia otros horizontes, en plan Vete-hacia-la-luz-Caroline. Pero que sepáis que si me tengo que marchar no es ya que me vaya a marchar llena de dignidad: es que me voy a marchar con pasarela, alfombra púrpura, fanfarrias, abanicos y corte de admiradores. Que una es como es y vale lo que vale.
Os quiero. Pero menos que al Gafapasta, eso que quede claro.


martes, 4 de diciembre de 2012

EL NOBEL QUE VIENE


Resulta sorprendente que todavía no me hayan dado ningún Nobel, pero tengo previsto ganar tres o cuatro en el 2013. El de Literatura está cantado, que sé yo que circula mucho por la Academia Sueca mucho este blog mío de mí misma entre expresiones admirativas. Y con los esfuerzos que estoy haciendo para evitar que Gin muerda a Tiberio, que Tiberio arañe a Gin y que la vecina del primero ni muerda ni arañe al Gafapasta,  el de la Paz parece obvio.

Pero como yo soy siempre sorprendente he decidido apostar fuerte por el de Física. Que con esto de que llegan los fríos al Gafapasta le ha entrado el ansia por la sopa y se pasa el día cociendo caldos. El caldo es rico, sí, pero te da muchas ganas de pipí y no tengo yo la vejiga como para alegrías. Pero mucho más rico lo que pone para que el agua tenga ese color dorado y ese olor sabroso y ese sabor a bichos y pastos tan fascinante, que parece que practica brujerías gastronómicas.

Él, las cosas como son, muy de comer sano-sano no es. Así que una vez extraídos los jugos todo lo que apeste a verduras nos llega bien repartido a los comederos: tres partes para mí, una para la poligonera, tres para mí, una para la poligonera, y así hasta que se acaba la manduca. A las gatas no les da nada porque dice la cursi de Anabotella que ellas son carnívoras ciento por ciento y que no pastan como las vacas. Pero Gin y yo somos más de aprovecharlo todo-todo con una omnivorez compulsiva. Que se cree la gente que los perros sólo comemos carne, pero somos un poco como Platero, peludos y suaves, y nos gustan las naranjas mandarinas y los higos con su gotita de miel. Juanramoniana que se ha despertado una, oye.

Así que nos pone unas zanahorias y unos colinabos y un poco de berza y muchos muchos puerros. Y precisamente de los puerros va a salir mi Premio Nobel de Física. Porque bien trajinados por mi delicado estómago de diva generan cantidades industriales de energías renovables de esas que están tan de moda y que tan limpias parecen a los listos. Es tomarme unos puerros escurridos y empezarme la pedorrera compulsiva. Y he llegado a la conclusión de que en el mismo momento en el que consiga dar con el modo de controlar la transformación energético-pestilente del puerro y de almacenarla en unas bolsitas monas o unos tarros decorados vamos a ahorrar muchísimo muchísimo, hacer que quiebren las malvadas eléctricas, aportar energía a toda la comunidad menos a la malencarada del primero y hasta a todo el barrio, y a reinvertir los ahorros y los beneficios en Kenzos para mí, liposucciones para el Gafapasta y puerros para Gin, a ver si de una vez contribuye al bienestar de la humanidad.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

ANGOSTURAS DE COLCHÓN


No sé yo si será que a sus años tiene ya la próstata chuchurría (le prometí que me vengaría por ir difundiendo por esos mundos de Dior mis achaques y mi provecta edad) o que la mala conciencia no le deja conciliar el sueño en condiciones. Pero el caso es que el Gafapasta no nos deja dormir en condiciones, a pata suelta y de un tirón. Que en cuanto te entregas a Morfeo se levanta a dar un paseo, a beber a la cocina, a redecorar el baño, a mordisquear una tableta de chocolate. Unas ochocientas veces por noche, o sea, más o menos cada dos horas.

Es lo que tiene compartir, cama, colchón y edredón, que al final no respetan tu descanso. Porque el orden está claro: primero me meto yo en la cama, me estiro bien estirada para que no se me atrofie el muslamen y pongo la cabeza en la almohada cervical, que me viene muy bien para estos dolores de espalda que me tienen arrebatada. Luego viene la nena, que hace lo que puede por acomodarse y que siempre trata de escurrirse hacia arriba para pillar almohada. Pero de eso nada, monada, que ya interpongo yo trasero para marcar bien marcados los límites. Luego viene la gata mala, que se me pega mucho para buscar calorcito, la muy parásita, y ya se queda medio inmóvil toda la noche. Y más tarde la gata tonta, a escondidas, que se cree que no nos damos cuenta, y que como es de color negro se pega a Anabotella como si fuera su sombra. Aunque más bien parece un murciélago malvado travestido de gata absurda.

Y así estamos las cuatro tan cómodas cuando llega el Gafapasta y se empeña en dormir en un hueco que queda en el borde izquierdo. Que mira que le hemos dicho veces y veces que él ahí no cabe, que estaría más cómodo en el sofá o en el mismo suelo con una colchoneta. Pero erre que erre, que dice que la cama es suya (esta manía que tienen los humanos con decir que todo es suyo, qué estrés) y que duerme donde quiere el muy rebeldón. Y es que un día se nos va a caer y se va a partir la cabezota todo por no dar su brazo a torcer. Así que claro, malduerme, ronca, se levanta, se acuesta y molesta todo lo que puede molestar.

Me parece que esta noche vamos a tener que poner orden en la cama y dejarle claro que allí sólo caben cuatro, que si no haberse comprado una cama más grande. Y que se largue al sofá IN ME DIA TA MEN TE . Pero que el edredón de plumón de cisne boreal y la almohada de fibra de coco natural hipoalergénica se quedan. Faltaría más.

jueves, 22 de noviembre de 2012

EL FUTURO DE GIN


Anda perdida, sin rumbo y en el lodo de los pasillos de la casa-zoo del Gafapasta Anabotella, la gata mala, empeñada en llorar como mujer lo que no supo defender como alcaldesa, que ve que se le escapa el bastón de mando ese que no tiene. Que no será porque no le he dicho yo una y mil veces que la Anabotella mala de Madrid es otra, pero dale que dale, que se pasa la vida subiendo a estanterías, cajas y torres de libros porque dice que ahora que manda está en lo más alto.

Pero a mí lo que de verdad me preocupa no es la depresión minina, sino el futuro de la Nena. Porque ya le he dicho yo al Gafapasta que por muy irresponsable y dejado que él sea, no podemos esperar más en buscarle estudios, ocupación y sustento a Gin, que algún día tendrá que dejar de correr como chiflada montaraz y convertirse en una setter de provecho.

Gin me ha dicho que quiere ser enfermera y que cuando yo esté torpe y estúpida ella me cuida. Torpe y estúpida estará su madre desconocida, pero por una vez hice como que no escuchaba y ni gruñí siquiera. Eso sí, le dejé bien clarito que mordisquear cucarachas y chupar babosas para después de tener toda la boca pegajosota lamer las heridas de una convaleciente como hizo con las mías no se lo consienten en ninguna clínica y que eso no es ser enfermera, es ser una solemne cerda.

Ella, claro, me mira como no entendiendo nada porque no entiende nunca nada y me dice toda contenta, bueno, como soy una perra de caza puedo ser cazadora. Que es que no puedo yo del asombro, de lo cándida y tonta que puede llegar a ser. Lo mismo se piensa que cazar es hacer posturitas y quedarse pasmada cuando ve un pato o un gorrión. Eso sí que lo hace bien, mira, pero no me parece a mí que al Pavisoso le vayan a entrar ganas de contratar a dedo vía Santurbán a una contempladora de pajarracos. Le he dicho yo con mi mejor intención, a ver, vale, pero si quieres ser cazadora tendrás que demostrarlo: te estás un mes comiendo sólo lo que caces. Vuelve a poner cara de mema y me dice que si estoy chocha, que el pienso no se caza y que los pájaros no se comen, que qué asquito con tantas plumas.

Al final me he ido con un dolor de cabeza terrible a hablar con el Gafapasta y le he dicho que después de evaluar a la Poligonera y sus habilidades, la veo yo una gran carrera como gogó de discoteca de extrarradio y novia de pitbull chuleta. O mejor de concursante de Gran Hermano. O en Chuchos y Perracas y viceversa de tronista. O todavía mejor, luciendo tetas y ordinariez en algo tipo Gandía Shore. Que hasta he pensado en proponérselo al Ladrido Montañés, lo de una versión santanderina del programa, que podríamos llamar Candina Shore.

Y va el Gafapasta y me dice que soy una desagradable y una borde y que a la Nena hay que apoyarla para que no se frustre y sea feliz y no machacarla todo el rato.

No soporto a los progretas sin fundamento. Así que le he he gruñido, me he ido a echar una siesta y a buscar en el catálogo de Venca un bikini horrible para ir concretando lo de la Gin, el pitbull macarra y el Candina Shore. Si no fuera por mí …

lunes, 19 de noviembre de 2012

ME CANSO


Ya, ya sé que he estado perezosa y requeteperezosa y totalmente lazy. Y gruñona también, que es que tengo ya un cuerpo que no está para nada. ¿Que se acerca algún perro impertinente a olisquearme el chirimiri? Gruño. ¿Que me coge el Gafapasta en brazos para subirme las escaleras? Pues agradecida le quedo agradecida, pero gruño. ¿Que la loca de la Gin quiere saltar por encima de mis carnes prietas para cambiar de habitación? Gruño y embisto.

Y es que con la llegada del otoño me he vuelto de repente medio viejuna y me canso. Y no os penséis que le mundo ayuda mucho, porque el mundo últimamente sólo me aporta tensión y más tensión.

Por ejemplo, que me lleva el Gafapasta a visitar a la Bruja de la Bata Blanca. Que me parece una cochina y se toma unas confianzas que no sé quién le ha otorgado. Que llegas al sitio ese que huele como a pócima de alcanfor con pis de yegua y te pega un tirón en una pata y te hace una llave de lucha libre para dejarte tiradita en una mesa requetefría y panza arriba. Y te enreda por la panza y por los pechitos y por las orejas y por la boca y te mete una cosa por el trasero que dice que es para comprobar la temperatura. Y todo eso para decir que me canso porque estoy vieja y que la espalda me duele porque me ha picado un loro. Hay que ser absurda. Bueno, luego el Gafapasta me dice que lo que quiere decir es que tengo el corazón tan grande que se fatiga muchísimo, y eso es verdad, que tengo yo un corazón que va derrochando amor y preocupación por los mortales. Y que lo que dijo la bruja es que tenía picos de loro entre las vértebras. Pero yo oí lo que oí, que me había picado un loro, y eso es ridículo. Y si dice que colecciono picos de bicharracos de esos con plumas entre mis delicadas vértebras, pues más absurdo y tonto que me lo pone.

Por ejemplo, lo tensa que estoy con la gata mala, Anabotella. Que está deprimida porque dice que le quieren quitar la alcaldía por marcharse a un spa de lujo en Lisboa mientras dejaba Madrid desatendida y catastrófica y que ella no ha estado nunca en Lisboa. Y mira, eso es verdad, que yo sé que de casa esta no ha salido. Claro que por mucho que se empeñe tampoco es la alcaldesa de Madrid, aunque se llame igual y aunque sea mala malísima. Pero no tanto.

Ejemplo al biés: tensa con la poligonera, que no hago vida de ella y como estoy yo lenta de reflejos intenta comerse mi comida y el día menos pensado le voy a comer el hocico rancio y meticón ese que tiene. Y además no hacemos vida de ella, no la veo yo futuro, pero eso ya os lo contaré otro día que tiene miga, corteza y gorgojos.

Y más ejemplo, que estoy tensa con el Gafapasta, porque me está mimando mucho, aunque no tanto como me merezco, pero cuando estamos de paseo le dice a todo el mundo que estoy vieja y acabada. Y le gruño y le digo que cuando quiera hablamos de su tipito de sílfide y su divino flequillo. Además, de viejuna nada, que he vuelto a la talla 34 y me llueven las ofertas para las pasarelas de primavera, y tengo un pelo de lo más sunsilk, y un cutis, bueno qué cutis, que voy a hacer la exclusiva de las cremas de Oil Of Uguau para la próxima campaña. En lo único que he notado los años es que yo antes era muy de locuras, muy de Gaultier y Max Jacobs y ahora como que me veo más con Givenchy, Chanel y Balenciaga. Eso sí, sin apearme del taconazo.

Pero a pesar de todo, cosas de este corazón enorme enorme dedicado siempre a causas nobles y nada frívola, no sé si voy a acabar tensa también con Balenciaga. Porque con eso de que las multinacionales tienen que meter la nariz en todo, hasta en los ateliercitos más coquetos y elegantes, han enredado en mi haute couture favorita y ha habido  bronca y al final se ha marchado ese diseñador divino que es Nicolas Ghesquière que tanto me gustaba para el Gafapasta, que decía yo, caso a estos dos y tengo solucionado el fondo de armario para los restos. Pero nada. Me he comprado ya el vestidito azul de la foto, sutil como alas de mariposa, ay. Que me queda de lujo y es ya de la próxima temporada. Y un bolso estupendo para el invierno en rojo corazón enorme. Pero no sé si les podré perdonar a los de Balenciaga tanta tensión.

Así que he decidido volver a mis orígenes jacobinos, guardar la guillotina desmontable en el bolso de Balenciaga, y empezar a rebanar cabezas tensas de cretino por la calle.

Aunque me canse.

jueves, 20 de septiembre de 2012

CICATRICES DE GUERRA



Afectada y requetafectada por un alto nivel de estrés de origen poligonero, me lleva el Gafapasta a la elegantísima Clínica María de las Mercedes para someterme a un par de escarnios, digo intervenciones quirúrgicas.
Es lo que tiene lo de ser señora señorona, que como tengas muchas tetas algo te acaba saliendo dentro. Y yo tengo ocho, así que echen la cuenta, multipliquen por el nivel de riesgo al cubo, dividan por pi y determinen el vectorial, aplicando la conocida fórmula matemática “qué lata de mamas”. Pues eso, que tenía yo un bulto tamaño avellana que pronto se puso tamaño cereza del Jerte en el Primero derecha. Si por algo lo de la derecha me da a mí mal rollo jacobino, oigan. Y tenía yo también un bulto grasiento-seborreico en el lateral, que quedaba divinamente disimulado por la divina pelambre, pero ya puestas a dormir bajo los efectos de la anestesia, que corten, que corten.
Ya sé yo que todo por mi bien, que parecen la Veterinaria y el Gafapasta la Guardia Civil con su todo por la patria, pero una no va al cadalso sin unos mínimos de digna resistencia, así que planté culo en puerta y dije que yo no entraba allí ni borracha de salfumán. Que una será vieja pero energía tengo como si fuera una chiquilla. Pero con un tres a uno no hay quien pueda.
Me duermen, me cortan, me recortan, me aprietan, me exprimen, me extraen, me cosen, me bordan en filtiré… me dejan allí tumbada, atontada, anestesiada, abotargada y echando baba como si fuera una de las fuentes de Versalles pero sin patos… Un horror, oigan. Hasta que por fin vuelve el maldito Gafapasta con cara de preocupado, me sacan del cuartucho de reposo, le doy un empujón que le crujo la rodilla y troto hacia la puerta hasta que el sinvergüenza de él, sin pudor alguno, me engancha del rabo y me frena en seco. Que ni respeto por mis cicatrices de guerra tiene, ay.
En fin, que yo sigo estupenda y que aunque el Gafapasta se ha empeñado en que haga reposo de balneario yo le he dicho que a mí ahora de la calle no me saca nadie, que quiero trote, galope y fiesta. Y que además, la elegancia a una le puede, tengo que lucir el costurón del costado. Se lo encargué a Pierre Balmain, que me gusta me gusta lo que está proponiendo para este otoño, y así me compro un trajesastre en Percha a juego. Y claro, a Balmain le ha faltado tiempo para enviar un modelo de costurón exclusivo para La Gran Diva, o sea, Moi. El costurón de la teta es también exclusivo, elegantísimo y de diseño. Regalo de Gaultier, que como sabréis por Madonna es especialista en convertir las tetas en cosas extrañas pero súper fashion. Y sí, ya sé que estaríais encantados de verlo. Pero una es una dama, so pervertidos.
No se me olvide avisaros de que si queréis saber más, podéis comprar el Vanity Perras el mes que viene: vuelvo a ser portada, como cuando hubo rumores de que tenía un lío con Rin Tin Tin. Qué tiempos locos aquellos, ay.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

RUNNING GIN




Entre que el Gafapasta es un patoso y la Poligonera una desvergonzada no puede una ni tener un preoperatorio tranquilo. Que anda una pachuchona y no le dan estos dos más que disgustos.
Habíamos pasado por la Clínica Sardinero, que es como la Ruber pero sin infantas gorronas y en veterinario, para ver cómo iba yo de mis bultos y determinar la fecha de la operación, cuando el Gafapasta decide contemplar el ocaso desde las arenas de La Concha. Así que nos estuvimos tomando un helado en los Jardines de Piquío y haciendo tiempo, hasta que se desertizó la playa. Todo tan bien y tan fino, a pesar de los nervios histéricos de la Gin, hasta que el Gafapasta decidió jugar al fútbol con una roca enorme, se resbaló al patearla, hincó la rodilla en piedra y escuchose un extraño click: el del mosquetón que controlaba a la niñata abriéndose con el accidente.
Genial. Porque yo estaba suelta como corresponde a mi donaire. Pero la nena salió disparada como alma que lleva Belcebú, que me parece a mí que debió de ser el padre de la criatura. Para sus rocas favoritas a olisquear, parecía dirigirse, hasta que se lanza al agua a lo Esther Williams y avanza y avanza hasta llegar al límite del muro que separa La Concha del Camello y se nos cambia de playa.
El Gafapasta se ataca, yo me altero elegantemente pensando en que no hacemos vida, y nos dirigimos al cambio de arenas para comprobar que todo el vodevil era como una canción de Chenoa: Cuando tú vas, yo vuelvo de allí. Que la nena ya se había vuelto al punto de salida, se había atacado al no vernos y se había dirigido en modo jet al Casino. Como es horteruca y de barrio pues me pareció que iría a las tragaperras, pero no: decidió recorrer toda la ciudad en busca de gatos, basuras, palomas, basuras, cervezas, basuras, macarras y basuras.
¡La de horas que tardó en aparecer la condenada! Yo ya le dije al Gafapasta que me dejara en casa, que me ocupaba de la intendencia. Vamos, que me puse a cenar y a ver la tele, mientras él alertaba a las redes sociales y bajaba michelines en un sube Santander, baja Santander, atraviesa Santander hasta que regresó a casa con agotamiento físicomental y sin Poligonera alguna. Madrugón y otra vez a las calles, pero nada de nada, hasta que tuvo que parar para cumplir con su madre. Y la Gin, de matinal dándole al vodka, como si lo viera.
En fin, que las redes fueron movilizándose con rotunda eficacia hasta que la vieron en compañías extrañas, ciega de pizza, alterada alteradísima y cansada cansadísima y la llevaron a descansar al apartamento de Pequeño Monstruo, hermana del jefe.
Cuando por fin vino a casa me acerqué, la olisqueé para ver si el aliento le cantaba a borrachaza, gruñí y le dije que acabaría contratando a una institutriz, a Frau Rotenmeier o a Frau Merkel, para que pusiera orden en semejante desorden. Pero que nunca más.
Porque lo peor de todo es que como además de barriobajera es envidiosa y puñetera, todo fue para robarme el protagonismo. Pero ni por esas se le va a arreglar, que Galliano me ha regalado una mañanita divina para un reportaje exclusivo con portada en el Vanity Guau para contar mi operación y mi convalecencia. Lo de su aventura, como mucho, saldrá en las cartas al director del Superpop. Envidiosa.

viernes, 31 de agosto de 2012

HAPPY BIRTHDAY TO ME

¿Pero cómo no iba una a ser devota fan de la guillotina si vino al mundo en ese 30 de agosto en el que el Santander de mi Gafapasta celebra a sus santos mártires, dos cabezas que se lanzaron al río olvidando por tierras del Ebro sus soberanos cuerpos? Y de ahí que me viene el Celedonia que llevo por sexto nombre, que como en toda chica fina que se precie el del santo del día no puede faltar en la retahila.

Pues sí señores, que una se dignó a venir a estos pagos un 30 de agosto de hace ya la friolera de 11 años, que en edad humana hacen tantos como 80. A pesar de que una luzca bella y primorosa cual jovenzuela debutante. Pero con más estilo y clase, que es lo que te da la vida. Y con más reúma.

Una está dispuesta a seguir dando guerra y revolución. Así que la fiesta que preparé para el fin de semana será como yo, de armas tomar. A las gatas no las he invitado porque estoy un poco política con ellas: la Tiberio no me deja dormir con sus calenturas nocturnas y la Anabotella se pone delante de la televisión como censora barata y así no hay manera de ver una película en condiciones.

El caso de la Gin es diferente. Porque como una es de buenísima familia, nació en un palacete campestre de las alegres campiñas de Cantabria (porque los Brie somos franceses pero un poco de Bilbao, nacemos donde nos da la gana), de madre y fecha conocidas y educación en Las Damas Negras. Pero la Gin de los Polígonos no, ella nació en un probador del Berschka de Parla durante las rebajas de verano, hija de choni y navajero. Y no tiene ni fecha de cumpleaños la pobre. Pero por aproximación y observación de colmillos, dice el Gafapasta que ahora tendrá que cumplir los dos años (cada vez soy más alérgica a las adolescentas) y que para ahorrar y recortar, esa gracia tan a la moda, vamos todos a fingir que sabemos cuándo es su cumpleaños y lo vamos a celebrar el mismo día, pero sin llamarla Emeteria ni nada.

Y no estoy yo dispuesta, porque mi fiesta es mía. Menos mal que la muy pendenciera es como es, y ayer le hizo un quiebro al Gafapasta y se le largó unos minutos locos de esos que tanto le gustan a un callejón sórdido y lleno de gatos estropajosos. Que en lo que el jefe quiso atraparla, había ya recibido tres arañazos de Don Gato y su pandilla, que la muy Jenny va a acabar mal requetemal. Así que le he dicho yo al Gafapasta que de eso nada, que marcada por la vida y con cara de Ecce Canis a mi fiesta no viene. Y por una vez el jefe ha estado de acuerdo y ha dicho que por mala se queda sin cumpleaños, sin fiesta y sin Tarta Sacher con velitas de cera de abeja multiflora.

Invitados estáis todos, claro. Y ya os llegarán a casa los tarjetones personalizados y la lista de cumpleaños. Aunque ya os hacéis idea de que será algo modesto: tengo cuenta abierta en todas las grandes boutiques de París, Roma, Londres y Nueva York. Podéis ir eligiendo, pero ya voy avisando de que si para la primavera fue Valentino la fiebre, para otoño me están alterando el flequillo la colección vintage de Yves Saint Laurent y los bolsos de Cèline. Para la Gin, bueno, como soy requetegenerosa no he cerrado sus listas de cumpleaños en el Mercadillo de Santoña y en una juguetería barata donde podéis comprarle la Barbie Albericia y el Ken Cani con todos sus complementos, chándal rosa con pedrería falsa incluido.

Venga, todos a una: Happy Birthday to Meeeeee, Happy Birthday to Meeeeeee, Happy Birthday Miss Glendaaaaaaaa …

jueves, 23 de agosto de 2012

ESTOY COMO NUNCA


Ayer el Gafapasta, la nena y yo fuimos a ver a una señora que se llama Veterinaria.

Yo no voy a decir que la Veterinaria esa sea un gran bien para la sociedad y que hasta tenga un gran corazón pero a mí, las cosas como son, no me gusta ni poco ni mucho ni nada. Por eso cuando compruebo que el giro de la correa se dirige a la puerta de la tal señora, como cuando Hansel y Gretel iban a visitar a la Bruja en la Casita de Chocolate, clavo patas y culo en el suelo y me niego a moverme. No es que sirva para nada, que el maldito Gafapasta tiene mejor brazo de lo que parece. Pero por lo menos le hago sudar y le fastidio.

Si es que es verdad: llegas a la casa de la Veterinaria y lo primero es un sonoro, excesivo y fuera de lugar "Glendaa, pero qué guapetona estás" y un azote en el culo. Que no sé yo qué confianzas son esas ni cuando hemos comido pienso de capón juntas. Y lo del azote, lo del azote, es que no es normal la fijación que tiene la señora con mis espectaculares partes traseras, que fue por su culpa que el Gafapasta añadió a la lista de nombres chiflados que me ha puesto lo de Jenniferlópez. Culpa de la Veterinaria, sí, que un día va y dice: "Con este trasero no puedes negar que eres chica, eh, grandullona". Más confianzas y más confianzas. Lo que no acabo de entender es por qué no la he mordido todavía.

Además de los excesos de confianza, mientras pela la pava con el Gafapasta, que son los dos muy de hablar, me soba las orejas, me toquetea por todas partes, me aprieta las tetas, las ocho, me mete por el culamen una cosa que llama termómetro y que me molesta muchísimo. Como remate, me pincha un líquido como si yo fuera una yonqui con síndrome de abstinencia y me hace comer unas pastillas asquerosas. Para que no críe gusanos, dice, como si no fuera yo capaz de criar lo que me dé la real gana.

El tema de conversación ahora es si soy vieja o soy pelleja. Que va Veterinaria y le dice a Gafapasta que si voy a cumplir tantos años y peso cuantos kilos (no os lo pienso decir, cotillas) pues que entonces en edades humanas tengo ¡Ochenta años! ¡Ochenta años yo, que todavía luzco bella y peripuesta como una modelo de París! ¡Ochenta años yo, que todavía soy muy capaz de morder a quien se ponga por delante y de pegar un buen mandoble a la Poligonera y a las dos gatas al mismo tiempo! Y como dicen que estoy mayor y viejuna y cascarrabias, pues más confianzas y menos cortesías, que se ponen a hablar de lo que como, de lo que cago, de si cago blando, duro o mullidito. Para colmo, entre manoseo de pezón y manoseo de pezón, me encuentra un bulto que dice que parece una avellana. Y para qué más día de fiesta, que si el Gafapasta pone cara de intenso, que si la Gin pone cara de "papiii tengo antojo de avellanas", y que si tengo que volver en septiembre para ver qué pasa con el maldito bulto.

Yo no me preocupo porque parezco la Lola Flores cantando "Estoy como nunca". Pero el Gafapasta tiende a la melancolía y se me va poniendo mustio. Pero me parece a mí que en septiembre no me libro de que me metan un tajazo a la teta y me la estrujen bien estrujada.

A la Gin la he pillado esta mañana enviando un correo electrónico al Consultorio del Súper Pop. Como es tonta y adolescenta y no se entera de nada ha preguntado "Una amiga dice que lleva avellanas en los pezones ¿eso está bien?". La respuesta no se ha hecho esperar: "Está muy visto lo de escudarse en las amigas, so pardilla. Mira, si te crees Carmen Miranda te pones avellanas en las tetas, papayas en la cabeza y mandarinas colgando de la cejas. Y si eres una adolescenta normal, algo imposible porque no hay adolescentas normales y porque con esa pregunta demuestras ser como poco infanta, lo que haces con la teta es ponerte un piercing, que bastante marranada es, y hacer con las avellanas Nocilla".

Como siga así, este año la envío a un colegio de esos sólo para chicas de los que le gustan al ministro ese que se parece a Fétido Adams.


lunes, 13 de agosto de 2012

EN OCASIONES VEO ... VACAS



Si antes os digo que no hago yo vida de María de los Polígonos Ginebra, antes la vuelve a liar y a dejarnos al Gafapasta y a mí en el más absoluto de los ridículos.

Que claro, la veis en la foto con cara de no haber roto un plato, con esas pestañas de vampiresa años 30 y esos flecos en la pata que parecen de falda hippy ibicenca y claro, todos empezáis, qué linda, qué mona, qué tierna ... Pues no señores, no: Qué macarra impresentable.

El caso es que llega el Gafapasta el domingo y nos dice, niñas, que nos vamos al campo. Yo soy muy de campo, que los Brie somos señorones de rancio abolengo terrateniente, y siempre es un placer dar un paseo por los jardines franceses, pararse a tomar un té bajo una sombrillita mona y acogedora y escuchar unos madrigales o un poco de música picantona como de cabaret para alegrar la velada. Claro, que con las amistades que tiene el Gafapasta y la intención de incorporar a la Gin a la excursión, ya me imaginaba yo que no íbamos a Brideshead a almorzar con Lady Flyte. Pero aun así, una disfruta siempre del campo.

Se trataba otra vez de encuentro de setters. Aunque esta pandilla de locarios no sé por qué se llaman SOS Setter si por allí andaban tres dobermann, una dogo alemana, una pointer, un medio beagle, varios humanos y algún que otro setter. Que estaban viejos conocidos como Dallas, Tara, Morgana, Patrick y el bueno de Aker, que es más bueno que un pan de pueblo con chorizo y tocino dentro. Ah, y Tuba, que antes me caía bien pero ahora me parece una vieja gruñona. La pobre, que tuvo un accidente y se rompió un dedo, y ni por eso dejaba de gruñir. Y varios humanoides muy simpáticos, que además del Gafapasta estaban Sonia y Berto, los inventores de lo del correccional de setters abandonados, Goiz y Álvaro, Gus que ponía la casa y aguantó cómo le pusieron la casa entre humanos y chuchos, Noe, Ana, Laury. Un rebaño. La casita, en un pueblo que se llama Lloreda de Cayón, muy mona y acogedora, la parrilla muy caliente, y el arroyo que atravesaba el campo muy pero que muy refrescante.

Así que pasamos una mañana estupenda, corre que te corre, juega que te juega, remoja que te remoja. Hasta Gin parecía haber encontrado su yo interior, aunque seguía con su manía de marearnos ahora de trote en trote y de galope en galope. Y hasta parecía que le iba a vencer la pereza, que entraba en la casa y se buscaba un sofá para desplomarse como si fuera una estrella del vodevil.

Pero para vodevil el que montó cuando menos nos lo esperábamos. Que empezamos a escuchar ladridos histéricos y basta poner el adjetivo histérico para saber que Ginebra se ha despendolado por algún sitio. En efecto, había saltado una tapia, atravesado un pastor electrificado, pisoteado un cultivo de ortigas y zarzas y encontado una excursión de vacas que apaciblemente estaban merendando yerba. A los setters no les gustan las vacas, que ya me contó el Gafapasta que Lola había organizado tres estampidas de vacas, una de caballos, una de pasiegos y dos de ornitorrincos. Y poseída por el espíritu rebelde de aquella borrachuza irlandesa y pelirroja, Gin ladraba ahora a las vacas diciendo unas barbaridades, pero unas barbaridades, que no os voy a traducir porque me da sofoco, pero que básicamente se resumían en Guaguguguguguauuu Guauuu Guauguauuu Guau Guau Guau. Colorada que me pongo sólo de pensar en semejantes barbaridades. Las vacas, claro, alteradísimas, olvidándose de su yerba y corriendo para un lado, corriendo para otro y dando patadas en la boca a la Ginebra, pero nada. El Gafapasta se pone en plan responsable y la llama, la silba, la seduce, la invita. Ella sigue ladrando porquerías, las vacas siguen corriendo. El Gafapasta salta la tapia, tira tres piedras y se hace un tomate en la rodilla. Gin ladra pero no viene. El Gafapasta atraviesa el pastor, descarga eléctrica en el hombro, descarga eléctrica en la rodilla. Gin ladra, las vacas corren. El Gafapasta atraviesta el sembrado de ortigas y zarzas y se deja las pantorrillas echas una pena. Gin corre, ladra, corre, ladra. Las vacas corren despavoridas. Gin corre despavorida tras las vacas. El Gafapasta corre despavorido tras Gin. Yo corro despavorida tras el Gafapasta porque decido que alguien tiene que poner un poco de cordura en todo aquello. Gin se restriega en el barro, en las cacas de vaca, en las ortigas. El Gafapasta atraviesa barrizales, montes de caca de vaca y campos de ortigas. 

Un show, vamos. Hasta que las vacas se asientan bajo una bonita higuera para reponerse, la Gin las sigue y se encuentra bloqueada contra una tapia y decide rendirse. O lo que es lo mismo, se tumba en el suelo, se momifica y pone cara de "Hola, jefe, yo perrita linda, perrita buena, arf, arf, arf". Gafapasta la agarra del collar, la empuja por otra tapia, salta la tapia, me tira del pelo y me sube para que yo pase también la tapia y emprende el camino del regreso por el camino equivocado. Tres horas más tarde, regresamos al agradable cottage y a la bonita fiesta, cuando ya no quedaban chorizos a la brasa y yo me había puesto de muy muy mal humor.

El Gafapasta ata a Gin en castigo a su inmundicia revolucionaria. Gin comienza a gritar en ladridos agudos, desagradables y desafinados un aria de "Madame Butterfly" para mostrar su desolación. Yo me irrito todavía más y ladro a Tuba, tiro un mordisco a Sauron, aparto de un culazo a Hammer, intento morder a Dakota, me tumbo. Me levanto, gruño a Dallas, enseño el colmillo a Bimba, doy un cabezazo a Tara. Me voy a refrescar al agua. Salgo, me sacudo, muerdo a Dakota, gruño a Patrick, me indigno con Duke. Me entran los ardores, me temo que estoy potorropáusica. Gin cambia de ópera y comienza a aullar "Tosca" con igual griterío desolado. El Gafapasta se ataca, me ata, se tira al lado de la Gin para que se calle. Muerdo a Tuba, piso a Sonia, doy un culazo a Ana.

Sonia se acerca al Gafapasta y le dice ¿no estará ya la Poligonera calmada? El Gafapasta, no muy convencido, suelta a Ginebra, que se le queda al lado toda melosona la muy ... eso. Se le sube a darle un lametón en la cara mientras dice "No fui yo, Gafapasta, yo no fui. Fue el maldito cariñena que se apoderó de mí". El Gafapasta dice que le da igual que recite "La venganza de don Mendo", que sigue enfadado. La Poligonera : "pero ellas me provocaban, me decían todo el rato muuuuu". Hasta que por fin el Gafapasta parece calmarse, yo muerdo a Dakota y gruño a Tara, piso a Sauron y me tiro dando un triple mortal carpado encima de An Hell. Y la Poligonera, visto que todo vuelve a la normalidad, regresa a sus prácticas de escapismo y echa a correr hacia la tapia de piedra justo por dónde más la había desmochado el culo del Gafapasta. Que corre tras la nena y en un maravilloso Salto Borbónico con Tirabuzón y Rotura de Nariz Contra Granito (qué medalla habría obtenido en los Juegos Olímpicos, qué medalla) la atrapa del rabo justo en pleno salto y así se estrella el Gafapasta por la cara nordeste de la tapia y la Gin se estrella por la suroeste. Dificultad 9'927 Ejecución 8'778 Media Final 9'352 y medalla de bronce.

Al final de la jornada, regresó la Gin agotada con los restos de sangre del mordisco que le aticé en medio de la oreja derecha (ja, que se iba a librar ella de mi justa ira). Regresó la diva, o sea yo, harta, agotada, cabreada y estupefacta, directa al gabinete a descansar. Y regresó el Gafapasta cubierto de mugre y saturado de vergüenza.

Yo ya he dicho que a la próxima jira al campo, o dejamos a la Gin en el loquero o me quedo en casa probándome encajes. 

Y sí, fui una cascarrabias. Pero ya está bien, ya está bien, ya está bien. Y si os parece mal, me lo decís al hocico que os gruño, os muerdo, os culeo y os piso. Ya está bien.

domingo, 5 de agosto de 2012

NO HAGO VIDA DE ELLA



Pues al contrario que yo, la Gin no tiene problemas de identidad pública. En cuanto pasa por la calle todo el mundo dice al unísono "Mira, una poligonera de pura raza". Y eso porque no consigo hacer vida de ella. Mira que yo me esmero para que utilice bien los cubiertos de pescado, para que deje de husmear basuras, para que no enseñe la braga por la cintura del chándal, pero nada.

Y mira que cuando quiere está monísima, como cuando ve un pajarraco lleno de plumas, el Gafapasta no, otros, y se le ponen los belfos agitados y recuerda que es una perra de caza y entra en modo motivao. Que se queda quieta, la condenada, QUI-E-TA (le estoy cogiendo yo gusto a lo de hablar por sílabas), mirando a la paloma, o al gorrión, o al petirrojo, o al avestruz, o al pingüino de Adelaida, y a veces hasta se agacha hasta el suelo o levanta en ángulo la pataza delantera, en eso que los malditos cazadores del potorro llaman "la muestra".

A mí lo que me gustaría es que un día el Gafapasta la soltara un rato, para que fuera como un torbellino y se diera contra un árbol o una farola mientras el bicho se le escapaba. Porque me pega a mí que esta de habilidad cazadora tiene lo mismo que yo de votante de Cospedal. Contra árboles no se ha chocado nunca, ni contra farolas, pero contra un banco de piedra se estrelló un día por ir mirando a donde no debía. Que no me reí yo ni nada.

El caso es que hoy tuvo la tarde de posturitas y como me pareció nada práctica pero mona y encantadora, le dije que nos íbamos de escaparates y que le compraba algo estiloso en las rebajas. Yo me estoy volviendo adicta a los encajes de Valentino, así que vi otros siete modelos en colores que no tenía y me los traje puestos. Pero como en Percha a la nena no le hacía nada, nos fuimos a otras tiendas con marcas megacaras a ver si por allí. 

En Del rosa al amarillo vio un vestido de Marc Jacobs, qué decepción, Marc, qué decepción, que era como una superposición de pingajos: el de abajo marrón caca de castor y el de arriba de lamé plateado. Muy muy corto y muy muy deconstruido. Y a la muy poligonera le gustó. Y luego pasamos por Díaz y allí se puso a mirar unos Cavalli de colores extremos y minifaldas más extremas con unos taconazos que yo luciría con donaire pero que harían que la Gin se rompiera tres de las cuatro patas en un santiamén.

El caso es que con los Cavalli se me puso mimosona y me dijo "Mamiiii, me gusta eseeee". Que la muy petarda me llama Mami cuando me quiere camelar. Y ya le dije yo, "pues mira, pues te lo compramos mañana a condición de que te lo lleves para pasear Rodeo Drive arriba, Rodeo Drive abajo hasta que te encuentres con Richard Gere y te lo ligues". Porque la pinta de putarrona fina que se le iba a poner con semejante cosa, oigan, me la estaba ya imaginando. "Y que no se te olvide tararear de vez en cuando lo de Prettywomaaan walikingdownthestreeeeet".

Y ella como es tonta y no sabe ni de cine, ni de rock, ni de ironías asesinas y mordientes, me contesta "Vale, me voy a poner algo de Camela".

Y se largó trotando feliz e inconsciente como si estuviera en un centro comercial de Alcobendas.

Que no hago vida de ella, que no. Que no PU-E-DO. Toma manía.

miércoles, 1 de agosto de 2012

THAT'S NOT MY NAME


Mucho ignorante es lo que hay. Que mira que esta melena singular que parece la ruta de la seda, estas orejas de singular donaire, este flequillo sandunguero dan pistas y de las buenas. Pues no que no: que vas por la calle moviendo el caderamen al ritmo de Aerolíneas Federales y su “Soy una punk” transformado en un delicado “Soy una Brie” y cada tres minutos se le acerca un presunto experto en perros al Gafapasta para decirle “Oh, qué bonito, yo también tengo un pastor catalán”… “Mira que los afganos son preciosos, porque es un afgano, ¿verdad?”… “Mi cuñada María de las Angustias tenía también un pastor inglés, pero era blanco y gris”…

Y yo indignándome por moléculas de segundo y diciéndole al Gafapasta “Ahora, ahora, muerde, muerde”. Pero él como si nada, como si no tuviera que defender mi dignidad más allá de aclarar que no, que no soy un pastor catalán, ni un afgano, ni un pastor inglés, ni una lagartija amerindia, ni un buitre leonado. Que soy una impactante e impresionante y hasta exótica belleza llamada Pastor de Brie. Y para hacerse el listo aclara o Briard, o Berger de Brie. Y para hacerse el gracioso añade, cuando ve los ojos ojipláticos de los expertos, “Sí, como el queso pero en pastor”.

Que a ver, que no es que me moleste la ignorancia supina al bies de tanto fan del encantador de chuchos ese de la tele. Y que estoy seguro de que cuando lo del Tambor del Bruch el muchachito tenía correteando por las montañas y mordiendo franceses a un Gos d’Atura monísimo. Pero es que mis ancestros fueron héroes de Verdún en la Primera Guerra Mundial, y no vas a comparar lo de saltar de trinchera en trinchera, de bomba en bomba y de gas mostaza en gas mostaza con lo de organizar una banda de cornetas y tambores por los montes. Y encima para atacar a los franceses, echar a un rey cultísimo y modernísimo, y traerse de vuelta a un sinvergüenza borrachuzo y cruel de esa estirpe mataproboscídeos de los Borbones. Mientras el abuelo Pinaud y la tía Marguerite luchaban por la libertad contra los malvados antepasados de Frau Panzeta Merkel.

Y lo de confundirme con un afgano. Pero a ver, ¿tengo yo pinta de lebrela anoréxica o qué? Que yo triunfé en las mejores pasarelas cuando la moda respetaba las curvas de las señoras estupendas como yo, y no como ahora que parecen todas las modelos galgas famélicas. No voy a decir que un afgano no sea mono y tenga un pelaje súper elegante, las cosas como son, pero son estirados y antipáticos. Y un poco horteras, porque salir siempre con pelaje de noche a la calle es excesivo y de mal tono. Si no sabes distinguir un paseo informal por Le Marais de un cóctel en Chez Maxim’s o de una gala benéfica en La Bastille pues mejor te quedas en casa y dejas de hacer el ridículo.

Lo que sí clama al cielo es lo del pastor inglés. ¿Para eso tuvimos una Juana de Arco que les expulsara de los verdes prados de Francia? ¿para que luego confundan por la calle este veraniego color arena de playa tropical en un atardecer de octubre con esa ordinariez de lanorras blancas y grises? Eh, señores, eh, que yo tengo rabo, y un rabo estupendo que lo mismo sirve de abanico que de plumero. Que las bobtail con eso de no tener rabo acaban todas pareciendo culonas como cantantes de Gospell.

Al final, me lo voy a tener que tomar a recuchufleta y darme los paseos a un ritmo más moderno, rocanrolero, actual y agresivo, con eso de The Ting Tings de That’s not my name. A la de one, two, three … “They call me Gos, they call me afganaaaa, they call mi bobtailll , that’s not my nameeee, that’s not my nameeeee …”.

http://www.youtube.com/watch?v=v1c2OfAzDTI

Dicho queda. Y si no sabéis de música Indie y no entendéis inglés pues haber estudiado más.

Lametones, caris. Y repetid conmigo Pas – Tor – De – Bri – E

domingo, 8 de julio de 2012

EMPANADAS ATÁVICAS



El Gafapasta se hace el interesante utilizando  palabras raras. Que no sé si se piensa que soy yo muy tonta o que él es muy listo. Pero en cuanto te descuidas, va y dice cosas como instintos atávicos.

Eso ha dicho esta tarde de la pobre Gin, que tiene instintos atávicos. Y todo porque la nena mientras correteaba como una loca chiflada para arriba, para abajo, para la izquierda, para la derecha, que cada vez que se suelta la melena más que una perra parece una yenka, se encontró una empanada. No, la empanada mental que tiene no, de esa no se acaba de dar cuenta, sino una de esas de masa de hojaldre con relleno de tomate y cosas ricas. Y claro, allá que se fue detrás de una esquina recogidita a merendar empanada, sin avisar ni nada.

Yo pues claro, me acerqué a ver qué había encontrado la nena. Que horrorizada me quedé cuando la vi que sin haber mirado la etiqueta ni la caducidad ni nada se iba a comer aquella masa que algún cerdo había dejado tirada. Y me acerqué para explicarle que tiene que tener cuidado y no comer porquerías del suelo. La muy poligonera se pensó que quería yo robarle su delicia vespertina, así que arrancó la tapa de hojaldre y salió corriendo como alma que lleva el diablo.

Y el Gafapasta muerto de risa viendo cómo miraba de reojo para ver si la perseguía y buscaba algún sitio discreto para empezar a darle a la mandíbula. O eso pensaba él, porque en cuanto la nena se encontró un montón de yerbajos brotados en la base de una pared se puso a rascar suelos y tierras y yerbajos como loca hasta que puso en medio la empanada y la enterró bien enterrada para proteger su tesoro.

Pero como seguía mirándome de reojo y sin quedarse muy convencida de que aquel escondite maestro (juas) fuera seguro, acabó cambiándolo tres veces, que dale tierra y yerbajos y yerbajos y tierra, hasta que por fin decidió que había que engullir aquella masa absurda y sucia para evitar que una dama como yo la robara, puff. Así que en vez de merendar tapa de empanada, la nena merendó hoy tapa de empanada a la salsa de yerbajo sucio con crema de barrizal.

Y a eso de salir corriendo con la comida en la boca y ensuciarla mucho antes de comérsela es a lo que llama el Gafapasta instinto atávico. Aunque a mí más bien me parece tontez del culo, que queréis que os diga.

Ya, sí, ya me doy cuenta de que no he dicho nada del resto de la empanada guarrindonga esa encontrada en pleno suelo, el trozo que dejó la Gin que era el que tenía el tomate y la carne y los pimientos. Bueno, sí, pues que estaba muy rico. Yo creo que era empanada de capón. Sin tierra.

jueves, 10 de mayo de 2012

¡DESTIÑE!



Las clases ya no son lo que eran. Del rey a las poligoneras, en este país todos odian a los elefantes. Claro que diréis que para que he vuelto al blog, que si para soltar tan soberana tontería y colgar la foto de la Nena atracándose de paquidermo. 

Pues sí, porque en estos días lánguidos de primavera no pasa nada de nada de nada. Y yo he entrado en un extraño sopor en el que algo tendrá que ver el viento sur este que me recalienta el potorrito y me agota bien agotada. O puede ser lo que me aburre la colección de Yves Saint Laurent que han puesto en mi escaparate favorito y que desmerece mucho muchísimo de esos encajes bordados de Valentino que me siguen teniendo loca. Tengo que hablar con Araceli y decirle que no, que esa cosa verde medio arrugada no.

Pero para agotadora, esta casa de locos que tiene desorganizada el Gafapasta. Sigue echando de menos al Chicoguapo y con esa disculpa suspira por las esquinas y tiene toda la casa que parece un síndrome de Diógenes cuarteado en habitaciones. Y en medio del desastre, la Gata Mala, Anabotella, que está preparando oposiciones a Gata Tonta. Que mira que las gatas en general son un rato raras, pero estas que me han tocado en desgracia ... Veréis, que la Anabotella ahora ha descubierto que se siente supercómoda sentada todo el día en medio de la caja de cartón en la que nos embalan el delicioso pienso de capón con peras que nos compra el Gafapasta en tierras de la Merkel. Y así, como una reina, que no sé si se piensa que está jugando a las casitas, o si es una cabaretera de los años 40 viviendo en su casita de papel, o si directamente me está provocando para que cierre por sorpresa, cierre todo bien cerrado y la envíe por correo urgente a Tasmania. Y luego cuando sale es peor, porque explora bolsas de plástico, se las enreda en la cabeza, no se las puede sacar y va por ahí lloriqueando como si fuera un alma en pena plastificada y atontada. No puedo con ella.

De la Gata Tonta no voy a decir nada porque por sorprendente que parezca la Tiberio en estos tiempos está demostrando por vez primera signos de inteligencia: está todo el día callada, que es lo único inteligente que de semejante mema se puede esperar. Y hasta parece haber encontrado su momento zen con la poligonera.

Gin, por Dior, Gin, que nos da la de cal y la de arena. Porque sigue atada atadísima. Que me gusta a mí porque cuando el Gafapasta me suelta para que pueda hacer mis cosas con discrección y un exquisito gusto selectivo (me ha dado por sembrar de petardos apestosos el acceso al Banco de Santander, a Bankia y a la Policía Nacional, esta noche creo que voy a por la Delegación del Gobierno) ella mira envidiosa y aúlla más envidiosa todavía. Pues te fastidias, princesita de barriada cutre, porque tú no puedes ir suelta por mala , por mala y por requetemala. Aunque el otro día estuvimos en la playa, y el Gafapasta la soltó un rato al galope en contra de mis recomendaciones. Y bueno, medio obedeció. Pero a mí no me engaña.

Luego en casa yo como que me llevé un susto porque tenía una especie de mancha rosácea en la cabezota. Y dije yo, pues un estampado no es, porque esta sigue afiliada al café con leche ese feurcio que tiene, y ese rosa tan cursi no lo hay ya ni en los mercadillos de peor calaña. Y me preocupé, claro, porque me dije, la Tiberio, que ha metido la uña hasta la tercera neurona y a esta le sale la sangre aguada. Pero no, que me asusto yo en balde. La Nena, que con esos modos que tiene de síndrome industrial, se estaba dedicando a imitar a Anabotella y meter la cabezota en las bolsas del Gafapasta. La gata elige bolsas vacías y la poligonera bolsas de basura, que la cabra tira siempre al monte y la Gin al vertedero del que nunca debió salir. Y había unas fresas pochas con los recalentamientos globales esos que tan preocupada me tienen, porque nunca sé si es el Efecto Invernadero o es la Menopausia y la nena se había puesto perdida pero perdida de fresa rancia.

Si esto es la normalidad, espero que los chihuahuas mayas tuvieran razón. Porque no lo soporto más. De momento, a la Gin ya le ha quedado claro que no pienso llevarla conmigo a la Fiesta de la Rosa. En Montecarlo cabe todo menos una setter basurera y maleducada. Tía Carolina se pondría de los nervios. Y yo más.

lunes, 23 de abril de 2012

CONVALECENCIAS



Si por alguna razón que ahora mismo no consigo encontrar la Gin se hiciera famosa, tendría fans, que son una cosa gritona y hortera muy relacionada con las caderas de Elvis, las melenas de los Beatles y el horrible teñido de Justin Bieber. Todo de muy mal gusto, vamos. Como ella, que se queda extasiada ante los escaparates de los bazares chinos y pasa de largo ante unos zapatos de Lanvin divinamente presentados,

Yo, por supuesto, y como dama dama que soy, no tengo fans sino admiradores. Cautivados por mi natural modestia, mi belleza singular y este peinado de Llongueras tan atrevido que luzco rutilante. Es lo que tiene el estilazo, que despierta admiración y envidia, no fanatismo ni griterío.

Y estoy muy contenta con mis admiradores. Que fue anunciar el Gafapasta que me encontraba pachuchona y quedar cuasi oculta bajo una montaña de telegramas, cartas, billetes, notas, e-mails y regalos y más regalos interesándose por mi salud y deseándome una pronta recuperación. Pues no estaban preocupados ni nada algunos salones elegantes de temporada pensando que el próximo verano no podrían contar conmigo para los Charities de Montecarlo, los Hamptons, Baden-Baden y Vilanova i la Geltrú-Vilanova i la Geltrú.

Pero quiero tranquilizaros bien tranquilos. Porque una claro tiene unas edades y unos prontos que afean la salud de hierro forjado que disfruté desde mis primeros mordiscos. Que no es porque yo lo diga pero es que no estoy estupenda, no, estoy ... lo siguiente. Pero tuve sí un extraño mareo como de pitiminí, una indisposición, un sofoco rococó, un aire como un desaire, que me postró en la chaisse longue toda dengue y soponcio.

Al día siguiente estaba como siempre, feliz como una perdiz, elegante como un guante y mucho más divina que la emperatriz Josefina. Y preguntándome de dónde me habrían venido los malestares. Porque el Gafapasta otra cosa no, pero nos alimenta que es un primor. Con piensos de codorniz al Sauternes y venado a la crema de frambuesas, y para beber sólo Pommery y aguas minerales de pozo artesiano japonés o de glaciar neozelandés ecológico.

Y mira por donde me da a mí, que toscamente encantadora es pero no por eso menos perra, que ha sido cosa de la Poligonera. Que para dejarme en mal lugar durante el paseo y que en vez de tacón de diva pareciera al caminar alpargata de viejuna, me cambió el botellín de Evian por un gaffaronazo de agua del grifo de ese que le gusta a ella, que ni tiene paladar ni tiene vergüenza.

En fin, que gracias por los bombones de Neuhaus y de Pascal Coffet, por las botellas de Dom Perignon y de Röederer, y por los canapés de salmón frío a la crema de trufa. Divinas las mañanitas de encaje y delicadísimo el parfum Pour Glenda que me han dedicado en Chanel. Eso sí, al admirador que me agasajó con una cinta casette de Los Indios Tabajaras para que estuviera entretenida, que sepa que le he borrado de la lista y que como se atreva a pedirme audiencia le meto la casette por el corvejón, mismamente.

Lametones y relametones para todos. Que estoy que parezco la Lola Flores: como nunca.