domingo, 16 de diciembre de 2012

CIENTO VOLANDO


Dice la Gata Mala, Anabotella, que con lo de Evita y el Don't Cry For Me he estado sobreactuada y que mira, que días después sigo vivita y coleando y haciéndome la interesante. Muerta de rabia rabiosa es lo que está, muertita de rabia. Porque no han compuesto ninguna ópera rock pensando en ella como protagonista, porque sólo se acuerdan de ella para hacer papeles de bruja fea y porque como alcaldesa del pasillo es lamentable. Tampoco sabe nada de teatro y de poderío escénico, que yo sé que estuve brillante y auténtica. Porque es verdad que estoy completamente arrechuchada, y no estoy coleando de ninguna manera porque hasta agitar este espléndido plumero peludo que tengo por rabo me agota. Si ni pechuguitas de capón al Sauternes me apetece comer, con eso os lo digo todo. Aunque de vez en cuando como algo de comida de gato, de la rica, esa de carne picadita y en salsa, para fastidiar a la Gata Mala, que aunque en casa hay latitas ricas el Gafapasta a ella y a la tonta sólo les pone en el plato esas bolitas con aspecto de caca de conejo liofilizada.

También le da rabia que escriba este artículo en el blog, porque el otro día escuché a la muy bicho diciendo a la vecina del primero esa que es tan bicho como ella que dónde se habían visto esas pretensiones, que una perra pretendiera mantener un blog hasta el número cien. Pues contad si son ciento y está hecho, parejita linda.

Yo lo que estoy es en un subeybaja físico y emocional. Estos días pasados estuve medio animada y le dije al Gafapasta que quería pasear por el centro, ver el escaparate de Percha, tumbarme al sol cual lagartija en la Plaza de Pombo y resolver algunos asuntos. Pero tanto trajín me dejó baldada y desde el viernes soy pura languidez románticay se me está quedando la mirada sin brillos.

Por lo menos aproveché para comprarme seis o siete vestidos divinos, con sus respectivos kits de complementos, no vaya a ser que me vea en Nochevieja y sin nada para estrenar. Que hice una tontería porque al volver a casa me encontré una carta simpatiquísima de Lacroix diciéndome que me odiaba porque nunca había lucido uno de sus diseños en ocasión relevante y que este fin de año era suyo, y me enviaba junto a la carta simpatiquísima un traje de noche todavía más simpatiquísimo lleno de gasas, tules, encajes, bordados y volantes en blanco y plata que vais a flipar, cachorros.

También dejé arreglados con Gaspar los encargos. Nos seguimos odiando, él desde que le mordí la nalga por entrar en casa por la ventana, y yo desde que se vengó dejándome como regalo un vestido horrible. Pero le dejé claro que sus tonterías no tienen que afectar al resto de la familia y estuvo de acuerdo. Así que Anabotella tendrá el saco de carbón que su perversidad se merece, y que le pondrá la casa perdida al Gafapasta, y Tiberio, la Gata Tonta, un bonito libro de autoayuda que se titula "Mi estupidez y yo".

Como Gin, mi pequeña poligonera, va a necesitar jugar mucho para no estar tristona, le he encargado un montón de complementos para la Barbie Albericia que recibió por su cumpleaños: La Jargoneta Tuneada, el Puesto del Mercadillo, el Parque del Botellón, y la Nave Industrial con Discoteca Chimpún. Espléndida que es una. Y para no quedarme corta, el Ken Tatuajes, que no sé por qué me parece que el Ken macarra este le va a gustar más al Gafapasta que a la Gin, así que por si acaso he encargado dos, uno en rubio y otro en moreno.

De todas formas, sigo llamando la atención por donde paso. Y ya me han dicho que estoy requetemonísima y requeterrecuperada en esta foto. Claro, es que el verde pasto siempre ha combinado divinamente con mi color de pelo. Y mis años de modelo ayudan a disimular los huesos esqueléticos que se me salen ya por todas partes. Si parece que estoy de veraneo campestre en vez de en medio de un diciembre horrible, tirada al lado de casa porque después de hacer pipí color cognac ya ni podía moverme, ay.

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