sábado, 24 de diciembre de 2011

NAVIDAD A LA NARANJA


Me preguntan las amigas que si esta año como de nuevo capón, tras el éxito de la Operación Nochebuena del año pasado. Y les he dicho que no, que los capones son como Rajoy. Por gallegos digo, malpensados. Y como a mí como que el nuevo no que no, así que he decidido sí que sí regresar al exquisito recetario tradicional francés. Estuve dudando si inclinarme por una oca rellena o por un pato a la naranja. Y ha triunfado la segunda opción.

Es que veréis, el Gafapasta se marcha por ahí de picos pardos. Porque como es muy considerado ya nos ha dicho que va a dejarnos disfrutar tranquilas de las fiestas a las niñas y a mí, que la le aguantamos bastante todo el año. Y mira, en eso tiene razón, porque lo que es en lo de la tranquilidad, ya me veo yo discutiendo con Anabotella, que desde que ha leído que va a ser alcaldesa de Madrid está insoportable, aguantando los escándalos y los ruidos de la Poligonera y pensando en cómo matar a la gata tonta que ha tenido la ocurrencia de ponerse en celo cachondo otra vez. Como si no fueran ya suficiente ruido los malditos petardos para añadir los decibelios pornográficos de Tiberio.

Pero el pato me ha parecido una opción estupenda. Está lleno de grasa, que me favorece mucho y le da un brillo espectacular a mi ya de por sí espectacular pelambre. La naranja le da un toque sofisticado y una sinfonía de sabores. Y anda sobre los tres kilos, que para mí sola está bien.

Porque me pienso poner de pato como una kika. Aunque lo mismo me da el punto bueno y con las sobras le hago unas croquetas al Gafapasta, que sé que le gustan.

¿Las niñas? Ah, sí, las niñas. Bueno, las he convencido de que la tradición en Nochebuena es encargar en Telepizza una mediana acorde con tu personalidad. Así que he encargado una de berza y boniato para Tiberio, una de guindillas picantes para Gin (lo que me voy a reír) y una con doble de queso rancio para Anabotella.

Y no me entretengo más que tengo que ponerme el Valentino azul noche y hacerme las uñas. Que yo soy de las de santificar las fiestas con mucho glamour.

Ah, se me pasaba con tanto ajetreo: ¡Feliciguaus!

sábado, 3 de diciembre de 2011

LA CAMA ES MÍA. Y EL GAFAPASTA TAMBIÉN.


Estoy un poco decepcionada por el poco eco que ha tenido mi candidatura en los medios de comunicación y en los comentaristas de blogs. Supongo que es porque me ven como una rival peligrosa a la que no se puede dar cancha como a la Rosa esa de la pelambre estropajosa. Pero ni la decepción me hará retirarme de mi vocación de servicio público ni pienso dejar de lado cuestiones mucho más domésticas pero no menos importantes.

Estoy un poco como de mal rollete con la poligonera. El otro día viene y me dice que el Gafapasta es su novio y que por eso le morrea cuando llega a casa de trabajar. Bueno, de lo que sea que haga cuando no lo vigilamos, porque a mí me da que estos que se las dan de intelectuales, de trabajar poco. Pero en fin. Yo ya había notado que la asquerosa de la Gin después de meter el hocico en la basura, en los posos del té, en las caquitas del parque y en la mierda que deja en la acera para los gatos la Neurasténica gritona del 19-B intenta restregar el hocico y la lengua con la boquita de piñón del Gafapasta. Y como es mema y arrogante no se da cuenta de que le pone cara de asquete y siempre la aparta con una chicuelina al biés. Pero ella que sí, que el Gafapasta es su novio, y que por eso se le mete en la cama y le planta la cabeza hueca y pelambrosa esa que tiene en la almohada y se le pega toda pegadita. Tan pegadita que ya no sé yo si es un setter inglés o una zorra común.

Y me estoy mosqueando. Que no es novia del Gafapasta ya lo sé yo. Primero porque el Gafapasta era novio del Chico Guapo y no está para historias. Y porque si era novio del Chico Guapo no creo yo que le resulte especialmente sicalíptico el potorro de la Gin. Pero es que además, si alguien se merece dormir pegadita al Gafapasta soy yo, que llevo años pendiente de cuidarle. Y es que he llegado a la conclusión de que me he pasado de buena con esta que cada día es más Jenny y tiene peores amistades.

Cuando hace bueno, a mí me gusta dormir en el suelo porque te deja los bajíos mucho más fresquitos, y además me puedo estirar para dormir a pata suelta y estar supermegacómoda de la muerte. Y no me parecía mal que la Gin se subiera a la cama y se arrimara al Gafapasta para coger más calor y acabar los dos sudados como marranos. Pero ya está bien. Me han dado varios ataques compulsivos de dignidad y de celos, y lo que es mio es mío.

Así que ahora, es meterse el Gafapasta en la cama y pegársele la Gin al morro, y subirme yo y empujar a la poligonera hasta que la tiro de la cama, me tumbo poniendo el culo justo en la almohada para que se entere el Gafapasta de lo que pienso de la situación y riéndome de la nena cuando se tiene que enroscar para encontrar un sitio pequeñito en la esquina inferior derecha mientras yo me estiro toa toa toa. Y lo mismo si se sube al sofá. Que a mí el sofá no me gusta nada porque es pequeñajo y me quedo como constreñida sobre mí misma, pero es ya cuestión de derechos adquiridos según la doctrina del Tribunal Superro. Así que cuando la Gin se sienta en el sofá, me levanto, gruño, enseño el colmillejo y la otra disimula y dice "qué sed tengo, me voy a beber" y cuando vuelve después de pimplarse medio litro de vodka, que se cree ella que nos engaña con lo de que es agua mineral la botella, ya estoy yo estirada como mejor puedo en el maldito sofá con el Gafapasta mirándome con cara de coña marinera y diciendo, hala, menuda envidiosa.

Pues sí, envidiosa y envidiosa. Pero que le quede clarito a la Gin de una vez o paso al modo mordisco on: La cama es mía. Y el Gafapasta también.

viernes, 25 de noviembre de 2011

GLENDA FOR PRESIDENT


Una está tan requetetán pendiente de la actualidad política (para que luego me llamen frivolona) que se ha olvidado del blog mientras tomaba decisiones de campaña. Y es que ya le dije al Gafapasta que quiero ser candidata a presidenta. No es que el chico sea de mucha ayuda, porque me mira con cara de coña coñera y me pregunta ¿pero a presidenta de qué? Y yo, muy ufana, pues digo, no sé, de algo modesto, del Mundo o así. Y me dice que no se puede ser Presidenta del Mundo, así que tendré que conformarme con Presidenta del Gobierno de España y Olé.

Me animó mucho a dar el paso Anabotella, la gata mala. Dice que ya no hay contenidos ni ideologías que valgan, que las elecciones son todo cuestión de imagen. Y si se trata de imagen, no hay quien pueda conmigo. Que además de estas suaves y dulces formas y este pelaje frondoso y sin igual tengo contenidos. Jacobina de pata negra, vamos. Pero sin perder el glamour.

He dudado un poco de lo de la imagen cuando el Gafapasta me puso en la tele el debate entre dos señores con mucho pelo en la cara, pero un pelo muy poco arreglado y muy poco lucido, no como mis barbitas de señora de Brie de Toda la Vida (BTV). Mucha pelambre facial, todo muy azul marino ... no me gustó nada de nada, y eso que estaba Rubalcaba, que ya sabéis que me parece listuco y tiene una socarronería trasmerana y malaleche que me encanta me encanta. Pero poco a poco me fui metiendo en el papel y me imaginé yo allí sentada con esos dos pavisosos y deslumbrando al electorado.

La cosa sería quitar de enmedio al Campo Vidal, que total para lo que hacía se podía haber ahorrado la noche, y ponerme yo en su sitio, con unas tacitas de té aromatizado con naranjas y guindas, unas pastitas, y departiendo amigablemente con los que serían mis dos rivales. Y no sólo llevaría yo el té y las pastitas (vistos sus trajes no me fío nada de sus gustos en infusiones), sino que además les haría asesoramiento estético para que lucieran con sus mejores brillos. Que buena falta les hace, pavisosos.

A Rubalcaba, por ejemplo, el azul marino le hace viejuno y triste. Y me parece fatal porque me consta que tiene un verbo cortante y palpitante. Yo le propondría un traje gris piedra de corte clásico pero bonito, con una camisa en azul noche y un pañuelo de Moschino con estampados de Olivia la de Popeye, o mejor, una corbata con Mortadelos. Que unos Mortadelos bien llevados siempre dan mucha pero mucha alegría hasta con crisis. Rajoy me lo pone mucho más difícil, pero aunque mi jacobinez me incline por Rubalcaba (con lo bien que me lo pasé yo controlando por el pasillo el tráfico aéreo de gatas) quiero ser noble, perruna y equidistante, y también me he retorcido las meninges para encontrar un look favorecedor: un burka de Ágatha Ruiz de la Prada con estampados alegres en fresón y lima. Así matamos unos cuantos pájaros de un tiro, escondemos los rasgos menos atractivos y quedamos bien con Pedrojota. El burka estaría bien en seda para verano o en lana fría para entretiempo. Pero como está obsesionado con los recortes y las austeridades y lo de vivir según sus posibilidades, lo mejor sería en tela de cortina barata. O de plástico, como las de los baños, que las hacen monísimas.

Tela de cortina para Rajoy, pero que quede claro que para mí seda. Yo soy muy de seda natural de primerísima calidad desde que descubrí lo fresquita y acariciadora que puede ser una braguita de seda de La Perla rozándote el potorrito. Porque primero había pensado en el clásico tailleur, un chanel mismamente, pero es que con los trajesastres puedes parecerte a Jackie Kennedy y estar deliciosa pero demasiado vintage o parecerte a Margaret Tatcher y dar impresión de mamarracha en salsa más agri que dulce. Y además si se trata de ser Presidenta del Gobierno de España, hay que hacer patria. Así que he pensado en encargar una blusa divina con un corte moderno y funcional a David Delfín. En color burdeos, que me queda genial con el pelaje arena tropical. Con una blusita así, puedes llevar una gargantilla discreta en oro blanco con unos rubíes no demasiado excesivos. Porque las perlas me hacen parecer mayor y franquista y los diamantes buenos estarían fuera de lugar en un debate profesional. Eso sí, el Ko-I-Noor lo tendría que llevar en el bolso, porque si lo dejo en casa lo mismo la Gin lo empeña para comprar alcohol, la borrachuza.

No puede fallar, es que me veo seduciendo al electorado, me veo. Y luego me instalo en Moncloa con el Gafapasta como Jefe de Gabinete y la Anabotella de portavoz mamporrera.

A la Gin y a la Tiberio, embajadoras en Nueva Zelanda y Australia respectivamente. Y eso porque no hay embajadas en Marte. Todavía.

sábado, 15 de octubre de 2011

LA CALLE ES MÍA


A mí los años no es ya que me estén dotando de esta galanura y donaire que a mí misma me asombran, sino que ademas acumulo gracejo, sabiduría y un respe gruñón que ni el carca de Fraga en sus más gruñonas décadas. Y es que una sabe de sobra cuáles son sus derechos y cómo defenderlos. Como que no es una capaz de pegarle un medio meneo al biés a una bull terrier pesada que se ha creído que puede pasearse por el parque sin saludarme ni rendirme pleitesía ni nada. Juas.

Y hoy he tenido un día de esos que empezó con la proclamación oficial de que la cama es mía para continuar con la de que la calle es mía para concluir con la esencial la cena es mía.

Lo de la calle, pues es que la Gin como es jovenzuela, poligonera, cabezona y un poco lianta sigue emperrándose en decir que si está indignada por aquí, cabreada por allá y que los cazadores y las administraciones que no protegen a los pobres perrucos no la representan. Porque no se entera de nada y de que no van por ahí los tiros. Pero como hay mogollón ella feliz culeando "Gafapasta, llévame, Gafapasta, llévame". Y el canelo del Gafapasta, que a mí me pone tiernona y cachondona pero es un lelo que no sabe negar nada a la chiquilla, pues allá que se va para la manifestación.

Que no digo yo que no esté bien, pero a mis años yo sigo fiel a mis convicciones jacobinas. Y ya sabéis que yo todo esto lo solucionaría con una buena guillotina de alto rendimiento. Y además eso de ir de flower power por las calles me estresa muchísimo. Menos mal que esta vez me lo barruntaba y me puse los zapatos de salón, diseño exclusivo de Beda Herrezuelo, con tacón bajo bajísimo, que el 19-J me fui yo tan pichi a pasear con los unos stilettos de Versace y terminé la coño indignación que no sabía si la cadera se me movía a ritmo de rumba o de terremoto en El Hierro.

Y todo muy estupendo, pero la peña se debe de creer simpática con lo de "Mira, dos perroflautas". Qué pesados. Yo creo que mi exhuberante y rico potorrito da ya señas de que yo no soy precisamente un perro. Y mi donaire me inhabilita para tocar instrumentos de viento, que son muy ordinarios, como de banda de regimiento. Puesta a musicar, yo me veo más al arpa o con un piano de cola color caoba, no sé, perra-arpa o perra-piano. Y tampoco veo muy de flauta a Gin, que con lo ordinaria que sigue es más perratrombón. Pero nada, que los humanoflautasflowerpower se ríen mucho como si por la tontería les fueran a otorgar el Nobel de la Bobochorrada.

De todas maneras, yo ya le he dicho al Gafapasta que si sigue con la manía de deambular en masa por las calles de Santander, que a mí me deje en una timba de bridge. Porque ni con los tacones planos, vuelvo derrengada. Y el traje Chanel de entretiempo, que es monísimo, entre tanta gente no me luce nada.

martes, 27 de septiembre de 2011

Dora la Exploradora va a la playa

El Gafapasta está tan agotado de la hiperactividad destructiva de la poligonera, que hasta se ha sacudido su tradicional pereza y ha estado buena parte del verano promoviendo ricos y largos paseos a la playa. Por la noche, porque dicen los humanos, esos cerdos que están llenando de mugre el universo, que los seres civilizados manchamos y molestamos, juas. Pero hay que reconocer que una playa privada para el Gafapasta, la Gin y Moi está requetebién.

Yo en la playa tengo mis días. Lo mismo me da la vena esportiva y me pongo a correr como una loca detrás de la nena hasta que me hago cisco la pata y me tiro dos semanas coja (si al final va a tener razón el Gafapasta y no estoy yo ya como para plusmarquista olímpica, sniff) que me pone cachondona el rollo tranqui y me dedico a disfrutar de un elegante tratamiento de talasoterapia. Qué sí , reinas, que los baños de ola no son solamente una chorrada hortera del ayuntamiento de Santander, son también unos masajes relajantes y refrescantes que te dan las olas del Cantábrico que te vienen de miedo. Así que me busco un charco entre las rocas bien remansadito, me sumerjo hasta la puntita de la nariz y me quedo leluca mientras el fresquito me invade y el dulce vaivén del mar me masajea desde la trufa hasta el potorrito. Y entre las carreras, que me han devuelto el tipín envidiable de una adolescente, y los masajes oceánicos, que me han dejado el cutis limpio como una patena, parezco la Lola Flores, porque estoy como nunca. Delgadita. Relajadita. Coja.

La niña no, la niña no se relaja ni con ajenjo en vena. Y como no es nada elegante, pues dice que con las terapias de balneario se aburre como una cerda embutida. Así que se limita a correr, y correr, y correr, y correr, y saltar las olas, y correr, y correr, y así de extremo a punta de la playa, que la muy lerda se debe de pensar que va a llegar a Inglaterra a hacer un pis en su árbol genealógico. Porque energía tiene la poligonera para alimentar una central eléctrica, pero vida interior una o ninguna.

Anoche, sin ir más lejos, en medio de su ataque atlético y con una marea baja bajísima con un coeficiente que dejaba todas las rocas del Sardinero al aire, fue poseída por el espíritu tonto de Dora la Exploradora y empezó a rebuscar entre rocas, piedras, charcos y plegamientos jurásicos varios, como si estuviera rodando para National Geographic. Y yo pensándome que sería megadiver que un cangrejo le mordiera en la naricita y se le quedara hinchada para una buena temporada. O mejor, que una anémona de mar de esas que lo mismo parecen una flor fastuosa que una caca de mandril pegada a la roca, le echara un ñisco en condiciones a la pata y se le quedara la cojera a juego con la mía. Pero nada, ella que si subo como una loca, que si bajo como una posesa, que si salto como una chiflada, que si me agacho como una perturbada. Porque en la playa se le va el poco seso que tiene.

Y el Gafapasta y yo esperando a que la muy desconsiderada se dignara a venir, intuyéndola entre las sombras y las oscuridades, detectándola de pronto en las alturas de la roca dibujando postalitas con la luna de fondo o acordándonos de su madre cuando la helada empezaba a pegar en condiciones. Y allá que te explora y que te explora hasta que empezamos a escuchar ese grititito histérico y desafinado, profundamente desagradable, que nos regala la Gin cada vez que se le altera el nervio. Caída en un charco que me la cubría entera enterita, intentando subirse a la roca llena de verdín y resbalándose una vez, y otra, y otra. Y yo partiéndome el cuadro y el Gafapasta lo mismo, que no sé ni como salió la muy torpe del lío en el que se había metido.

Pero no escarmienta. Que a la vuelta yo para serenarme después de tanta risa tonta me di otra sesión de espá y me vino diciendo "tía, vamos, que eso es mogollón de aburrido, vamos a correr y a correr".

Que ya le dije yo, que me dejara tranquila con mi vida interior un rato. Y que se volviera al charco resbaloso a ver si pescaba un bacalao. Mema.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Definitivamente Tonta o ... ¿Qué hacemos con Tiberio?


Me dicen por esos parques las lenguas de doble filo que ya me vale y que ya me paso un rato con las pobres gatas y que cómo se me ocurre escribir eso que escribí bajo el título más que evidente de "Tiberio es tonta". Cómo se nota que a las lenguas de doble filo les sale gratis lo de criticar y no conviven ni con la minina mala ni con la minina tonta.

Yo sí, yo tengo que convivir en esta especie de Minizoo absurdo que ha organizado el Gafapasta con las dos, ¡con las dos! Y así me tienen de los mismitos nervios y maquinando cada mañana qué hacer para darle un poco más de espacio vital a mis sublimes caderas.

Andaba yo practicando exorcismos y brujerías varias para que no tuvieran efectos nocivos en la casa los perversos conjuros de esas especie de brujochamán teutón que estuvo por los madriles cuando no sé si me dio un subidón de incienso o me obnubilé con las hordas de kikos argentinos que iban jugando a Pasimisí Pasimisá por las calles de Santander mientras cantaban algo así como La lavaré, la lavaré, la lavaré, la lavaré, la laaaaavaremos con jabón. Desafinados y gritones mucho, pero al menos parecían limpiucos y contentos de haberse encontrado por fin con una ducha.

-Vuelve, Glenda, que se te va la olla-

Bueno, eso, que entre los canturrones santurrones y los inciensos se me obnubiló la neurona y se me ocurrió que la propia Tiberio estaba pidiendo a maullidos una solución para sus desequilibrios: Ella no lo sabe, pero quiere ser monja.

No os riáis, que no es broma: va vestida de negro con babero blanco. Se pasa el día estática en algún rincón en actitud meditativa y con la mente en blanco, pero muy en blanco. Cuando la Gin se acerca, se mete debajo de la mesa camilla como quien se pasa a la clausura. Y en las últimas semanas, ha decidido que no quiere salir para nada de la cocina, como una teresadejesús cualquiera buscando a Dior entre los pucheros, y se pasa el día allí encerrada. Y eso es porque quiere ser santa.

Vosotros no os dais cuenta, porque no leéis nada. Pero aquí estoy yo totalmente intelectuala para ilustraros. Porque me leí el otro día la "Vida de Santa Oria" de Gonzalo de Berceo, en cuadernavía medieval y todo (chica, cuánto vales, me digo yo siempre a mí misma, con la incultura que hay en el mundo). Y la Santa Oria esa resulta que era un poco tonta, como la Tiberio, y para escapar del mundo y del pecado no se le ocurre otra cosa a la medieval esa que pedir a las hermanas que la encierren en una habitación y tapien la puerta con sólo un pequeño agujero para el platillo de pienso. Las otras más que hermanas debían de ser hermanastras, porque obedecieron y la emparedaron. Y allí que se quedó la Oria rezando toda sola, toda enladrillada y toda consumiduca hasta que se amojamó en su propia santidad.

Y me dije yo ¿no es evidente que eso es lo que quiere la Tiberio? ¿Amojamarse en su propia estupidez hasta que la proclamen virgen y mártir?

No sé cómo no lo había visto antes, pero he enviado instancias en su nombre, y a espaldas del descreído del Gafapasta a unas siete mil congregaciones, empezando por las Reverendas Madres del Frígido Retiro de la Antártida, y por la Congregación Maorí de Nuestra Señora de Las Antípodas, más que nada porque son las que están más lejos. Pero me conformaría con que se la quedaran las Bernardas de Liérganes o las Carmelitas de Sierrapando.

Y para ir motivando a la tonta, cuando me la encuentro haciendo el rancio por la cocina, siempre digo "qué estresada estás aquí con la loca de la Gin y lo relajaditas y silenciosas que están las monjas en sus conventos, cómo ibas a disfrutar allí" y me he puesto a enseñarle una canción que dice "Todas las monjas se van a acostar, la madre abadesa se queda a rezar". Y la muy tonta palmea.

Sor Tiberio. Me gusta.

martes, 30 de agosto de 2011

Happy Birthday To Me



Por fin el alcalde pavisoso de Santander reconoce mi glamour y mis méritos y organiza una celebración como merezco para festejar mi cumpleaños. Porque sí, porque hoy cumplo diez años a pesar de que sigo hecha toda una cachorrona y con los trotes que me estoy pegando detrás de la setter atorrante y poligonera estoy recuperando aquel tipín impactante de mis años de modelo en las mejores pasarelas caninas. Diez años que me hacen tener la sensatez, la sabiduría y el saber estar de toda una señora de las de antes, elegante y pinturera, sin perder la alegría y la chispa (hicksss, demasiado champagne me temo).

Un poco excesiva la celebración me ha parecido. Que como sabéis una es de natural modesto y eso de que haya sido fiesta en Santander y que anoche hasta me dedicaran unos fuegos artificiales, pues es todo un pasote. Y eso de comentar que hoy es la fiesta de los mártires. Todo un detalle, que mira que sufro yo los zascandileos y las depres del Gafapasta, las tonterías y la hiperactividad compulsiva de Gin, la cara de culo de Anabotella y la histeria politraumática de la gata tonta, perdón, de la Tiberio. Pero de ahí a ser una mártir, tampoco hay que exagerar.

Me he puesto tan tan egótica con los festejos que no me he enterado muy bien de lo que me ha dicho el Gafapasta de que si los santos mártires bla, que si patronos de la ciudad bla, que si Emeterio y Celedonio bla bla bla. Claro, claro, nene, que ya sé que entre esa sarta absurda de nombres me pusiste lo de Celedonia (quel horreur!). Yo creo que intentaba fastidiarme la sorpresa para que no me altere cuando el alcalde pavisoso me proponga ser la musa protectora de Santander. Pero es que le voy a decir que no, que no y que no, que yo soy jacobina y esta ciudad es demasiado conservadora. Y que la gente viste bien, pero sin esa osadía estética que siempre me ha caracterizado. Me reservo para ser la patrona de París, o de Milán, o hasta de Lisboa, que hay unos diseñadores con un punto Di - Vi - No. Y que eran las ciudades favoritas del Chico Guapo, que ese sí que sabía de glamour y encanto.

Así que le voy a decir al Delaserna ese que me siento muy muy honrada por la fiesta, pero con la disculpa de la crisis le pediré que el próximo año sea un poquito menos exagerado, que al final se van a pensar que tiene algo que ver con los homenajes alguna trama gurteliana extraña, y que me conformaría con un capón de Villalba. O con dos. Aunque no sean todavía las Navidades.

En fin, que todos a coro, con los matasuegras de DSquared y los gorritos de fiesta de Sybilla: Happy Birthday To Meeeeee, Happy Birthday To Meeeeeee, Happy Birthday Dear Glendaaaaaaa, Happy Birthday To Meeeeeeeeeeee.

(A Gin y a las gatas les he puesto sidra de Makro en las copas, que no aprecian lo bueno. Para los demás ... un delicioso Pommery recién llegado de la misma mismísima Champagne de la France, como Dior manda).

Hicksssssss

miércoles, 17 de agosto de 2011

Porque el Mundo me ha hecho así.


Estoy atravesando unos divinos momentos retro.

Un momento retro-culo gracias a las carreras enloquecidas que me echo por la playa y por el parque para jugar con la huerfanita inglesa para que se crea que me importa una higa y sobre todo para que se agote y no me dé la lata en casa. Reconozco que la que acaba reventada soy yo, que es que no tiene una años, y que la muy bruja llega a casa tan fresca como una lechuga. Pero al final algo he sacado en claro. Porque la Concha, que es la cotilla oficial del barrio, ha dicho que me veía súper mona y súper delgada. Y si esa mala pécora me ve bien, es que tengo el caderamen otra vez turgente, singular y apetecible como el de una quinceañera humana o una dosañera en perra.

De cotillas del barrio me queda por pasar el examen de la Loli, que siempre dice que le parezco muy simpática pero que nunca sabes qué puñalada te puede clavar en cuanto te das la puerta. Cuando el Chico Guapo, ay, estaba con nosotros, la muy malvada le decía al Gafapasta "¿Y el otro qué, no hace nunca la compra? Pues menudo novio te has echado". Como os lo cuento, y el Gafapasta se lo contaba al Chico Guapo muerto de risa, y el Chico Guapo se enfadaba muchísimo y cada vez que volvía con alguna bolsa del supermercado y pasaba por delante del balcón de la Loli gritaba, "A ver, a ver, ¿están las brujas mirando? Que vengo del Lupaaaaa".

Pues eso, que un retro-culo impecable. Estoy también retro-obediente. Y también por culpa de la Ginebra. La Ginebra por si os despistáis es el nombre de la huérfana golfona, no el licor. Porque ya que estoy tan años setenta, ahora para el aperitivo tomo antiguallas como Cynar, Campari, anisettes y pastís, que es como más francés. Pues eso, que cuando la Gin se pone rebelde y desespera al Gafapasta, aprovecho y mientras intenta trabarla y echarle una buena bronca, me voy yo a perseguir gatos por las escaleras y las esquinas, que me encanta asustar mininos absurdos hasta que se suben a un árbol. Y luego salgo de tapas por la comida que les dejan las vecinas debajo de los coches. Si el Gafapasta me llama, me pongo el MP3 a todo volumen con el temazo de Jeanette ese de "Yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así, porque nadie me ha ladrado con amor" y todo eso.

Cuando me da la gana, y el Gafapasta ya está histérico porque en cuanto controla a la borrachuza me le revuelvo yo, vuelvo en plan remolón y haciéndome la buena, que el papel de Santa Bernardette Soubirous lo bordo y miro a las azoteas como si estuviera allí la mismísima virgen planeando. El Gafapasta empieza a decir cosas horribles y a preguntar si no me da vergüenza y si ahora voy a empezar a comportarme como una perra malcriada y caprichosa.

Y yo, Chica Seventies total, miro con una desgana que es medio hippy medio psicodélica, y como si fuera Nadiuska le contesto entre dientes y con total descaro "Mí no comprender".

Y si no sabéis quién era la Nadiuska esa y por qué digo lo de Mí-No-Comprender os lo estudiáis, ignorantonas.

martes, 9 de agosto de 2011

Loca Noche de Beach


Desde que la Gin y el Gafapasta van a las manifestaciones de los indignados, les ha entrado la obsesión por saltarse las ordenanzas municipales y marcharse a galopar por las playas cuando no mira nadie. La cosa es que la barriobajera kitsch necesita desfogar las energías adolescentes y mejor que sea levantando estelas infinitas de olas y arenas que destripando los sofás de casa (como hizo esta tarde) o confundiendo las cacas de las gatas con bombones de licor (como en este mismo momento, la muy cerda). Y además el agua del Cantábrico va estupenda para que termine de cicatrizar los puses que le quedaron en la barriga después del paso por el matasanos para que una irresponsable de tamaño calibre no pueda nunca ser mamá.

A mí me gusta la playa y correr detrás de Ginebra y chapotear como una chiflada entre las olas. Y volver perdidita de arena color pastor de Brie (¿o somos los pastores de Brie los que tenemos color arena? ay, Anubis, que el alzheimer me está matando) y dejarle los pasillos al Gafapasta como si fueran un barrio periférico de Ipanema.

El caso es que esta noche el Sardinero estaba requetebonito a eso de la una de la mañana, con una luna estupenda y el horizonte lleno de barquitos con luces como de verbena marinera, de esos que pasan la noche en altamar para no cotizar en el puerto, los muy ratas. Pero quedan monos como atrezzo. De pronto el Gafapasta, poseído por una especie de espíritu hippyplayero y por las horteradas que tiene grabadas en el empizrí o emepetrés o como se diga se pone a mover el culamen como si fuera la nieta torpe de Carmen Miranda y a cantar Hakuna Matata a voz en grito.

Yo no sabía dónde meterme, qué bochorno, hasta que vi que no había nada y decidí dar rienda suelta a mis naturalísimos instintos. No sé muy bien si ponerme tiernona al comprobar que el Gafapasta, que ya es talludito, vamos, siga escuchando bandas sonoras de Disney (estoy segura de que de mayor, detodavía más mayor, le gustaría ser sirenita para ligarse al chulazo del príncipe) o si preocuparme por su salud mental. Pero a golpe rítmico de cadera no hay quien me gane, así que me puse a seguir el compás con culazos a diestra y a siniestra y contagiando con mi coreográfico entusiasmo a la mema de Gin, que baila fatal poniendo una cara de lerda tremenda que a ella le parece sexy. Puff.

Visto lo visto y olfateado lo olfateado, se me ocurrió organizar una coreografía como la de la película. A la Gin le dije que ella hacía de Rey León, porque tiene mucho afán de protagonismo, y que por eso iba a ir la primera de la fila danzante. O sea, que iba a hacer de Timón, que es un suricato casi tan absurdo, mononeuronal y atorrante como ella. Al Gafapasta le dije que él haría de Rey León y que por eso se iba a poner a bailonguear en medio, porque como todavía se cree que en esta manada manda él (¡Juas!) pues así va feliz. Haciendo de Pumba, y poniendo esa cara que tan bien y natural le sale de facócero feo, gordote y apestoso.

Finalmente yo, que soy la única con dignidad suficiente y artes interpretativas como para ocupar un papel dramático y protagonista, me puse a la cola discretamente, para, yo sí, hacer de Rey León y robarme toda la escena.

Lo mismo os queréis apuntar al optimismo de la noche, y por mí que no quede. Pero que sepáis que sólo quedan papeles de figurante hiena y de figurante tití. Vosotros mismos.

lunes, 25 de julio de 2011

Partido de Guaubol


Bajaba yo al parque esta tarde poseída por la garra charrúa más intensa, feliz porque el paisito del Chico Guapo, Uruguay, se había proclamado campeón de la Copa América y con ganas de demostrar lo que vale me corazón cuando se pone celeste.

Es que desde que descubrí que se podía correr detrás de una cosa muy divertida y esférica llamada balón, y que la cosa consistía en quitársela a algún chavalón mientras él la guiaba con las patas y morderla hasta que hiciera pffffffffffffffffffffffffffff pues me hice fan, pero muy fan de tan sutil deporte. El Gafapasta dice que lo del balón a él como que buffffffff y que le da pereza, pero que cuando los chicos se convierten en chicarrones y crecen, entonces se les ponen unos muslámenes que mmmmmmmmm.

Y tuve hoy suerte, porque estaba yo allí como con ganas de correr cuando aparecieron mis dos rubios favoritos, Sergio y Ángel, que ya van creciendo desde que yo hacía de medio mamá mimosa de Ángel y le lamía la cara y la requetelamía mientras él se ponía tontón y se reía y su abuelo nos miraba al Gafapasta y a mí como poco convencido. Venían con balón y con unos amigos y como siempre que me ven empezaron a llamarme y a hacer chulerías y monerías con el balón, así que llamé a la Gin y me dispuse para luchar como una perraca contra aquellos cinco muchachotes.

Gin corre mucho, así que le dije que jugara de delantera, en plan saeta rubia, que ya me dedicaba yo a la defensa y los paradones, que me gusta eso de entrar a las pantorrillas y pastorear a los contrarios. Pero es que con la poligonera ésta no se puede contar, que en vez de estar atenta al partido ve un gorrión y a correr detrás como una loca, ve una paloma y a correr detrás como una lerda, ve una lavandera y a correr detrás como una mema, ve un mirlo y a correr ... bueno, ya os hacéis una idea. Así que me dejó sola frente al peligro. Y una hora de partido que me tiré. Y no os vayáis a pensar que he jugado estupendamente bien. A pesar de que Sergio tiene un juego de piernas que me marea, y que Ángel en cuanto pillaba la pelota salía corriendo como alma que lleva el demonio, pero yo detrás marcándole con afición y echándole mordiscos al culete hasta que le acorralaba y pedía socorro.

El Guaubol es un poco raro, así que al final no sé quién ha ganado ni nada. Pero yo me lo he pasado chupi-cachupi. Aunque al final el balón era como duro y no conseguí en anhelado pfffffffffffff final, sniff.

Gin sigue por el parque a ver si atrapa algún pajarraco, pero me parece a mí que va de culo y contra el viento. Por insolidaria y mala compañera de equipo.

martes, 19 de julio de 2011

Aquí no hay quien viva.


Una es además de mona listuca y cultivada. Y por eso iba a titular este post "Et in Arcadia Ego", pero me temo que no os ibais a enterar de nada, que lo del latín ya sé yo que lo lleváis fatal.

Pues sí, señoras y señores, resulta que yo vivía en la Arcadia, en un universo pequeño, feliz y apacible hasta que al Gafapasta se le ocurrió la feliz idea de formar una familia numerosa.

Primero llegaron las gatas. Dos. Que se parecen a las hermanas del Abuelo del Gafapasta, esas a las que con tanto cariño llama La Tonta y La Mala. O sea, la Tiberio y la Anabotella. Que lo único bueno que tienen es que están un poco despistadas con eso de los nuevos modelos familiares y se piensan que soy su mamá (¡Serán ridículas!) y eso me permite reñirlas y darles un par de mandobles bien dados cuando me hinchan el hocico.

Luego llegó el Chico Guapo. Que fue el único acierto. Del Gafapasta, porque mira que el Chico Guapo podía haber elegido mejor, pero qué se le va a hacer: los caminos de Dior son inescrutables. Y mira, con el Chico Guapo sí que estaba yo a gusto, que si un día me echaba con él la siesta, que si me hacía unos mimos, que si me enseñaba por cam a sus sobrinas como si yo fuera una estrella del Jolivú de los años dorados. Y cuando tocaba yo le cuidaba con todas mis atenciones eh.

Y luego se marcha el Chico Guapo y lo primero que se le viene a la cabeza al patético del Gafapasta es pensar que queda algo de espacio libre (no sé dónde lo verá el muy cebollo, ni que viviera en Versalles) y que le da pena una setter arrabalera, poligonera y borrachuza, y mete en casa a la Gin para que lo ponga todo patas arriba.

En fin, que con lo bien que yo vivía, ahora que ya es una un poco señora mayor interesante y que empieza a pensar que tiene que ponerse unos pañuelos de cuello de seda natural de, pongamos, Valentino o unos Moschino preciosos que vi por ahí, resulta que tengo la impresión de vivir atrapada por una edición especial de Sálvame.

Sí, sí, que ya veo que os estáis riendo. Pero es que tengo un Jorge Javier (si aparezco descuartizada en los muelles como si fuera cosa de la Mafia, ha sido el Gafapasta, que quede claro); tengo una Belén Esteban poligonera, adicta y gritona (si aparezco desgarrada por unas uñas afiladas con restos de esmalte barato y de mal gusto, ha sido Gin) tengo una Isabel Durán mala malosa y perversa perversosa (si aparezco envenenada después de que alguna pata malvada me cambie el Evian por salfumán ha sido Anabotella). Y hasta tengo una tipa rara a medias entre la Patiño (maleducada, agresiva y ululante) y una aspirante a Generación Nini (si aparezco mirando con cara de pena a una gata tonta que puso al revés la pistola y se acribilló a sí misma es evidente que la gata es Tiberio).

Está claro. Necesito unas largas vacaciones en un balneario fino, pongamos Baden Baden, Vichy o Marienbad, y un grupo tranquilito de amigas para jugar al Cluedo y matar a la Tía Ágata. Qué estrés, Anubis, qué estrés.

jueves, 14 de julio de 2011

QUÉ PLASTA DE GAFAPASTA


Lo del Gafapasta es que no tiene ni nombre ni perdón de Dior, lo mires como lo mires.

Que sí, que nos llevó de manifestación, que eso siempre se agradece. Desde que estuvimos concentradas contra los cazadores le hemos cogido gusto la borracha hooligan y yo a lo de indignarnos en público y en privado. Y hay que reconocer que la nena se portó, bien en contra de su costumbre, de maravilla. ¿Que todos se agachaban? Allá que la Gin aposentaba su trasero en el vil asfalto. ¿Que todos se levantaban y ponían sus patitas humanas a mover el aire? Pues se ponía la Gin a dos patas, se apoyaba en el Gafapasta y subía las patas con más alegría que nadie.

Pero luego el muy canelo presenta un libro de poesía y me deja cerrada en casa. Y eso sí que no se lo perdono.

Bien que deje a las gatas, que todo el mundo sabe que las mininas en general y la mema de la Tiberio en particular son asociales y huelen a fritanga. Que deje encerrada bajo siete llaves a Gin, me parece estupendo. Porque la chica no se sabe comportar y lo mismo se pone a ulular como si fuera una Mónica Naranjo cualquiera que empieza a mover el culo de un lado para otro y monta un desaguisado. Y no te digo ya si encima el libro se presenta en una galería de arte, que ya os conté la temporada que le dio por comerse los cuadros (los buenos) del Gafapasta.

Pero yo soy una señora. Cultivada, encantadora y llena de glamour. Y como sabía que escribe poesía y que además le había dedicado el libro al Chico Guapo, con todo lo que yo le echo de menos, pues ya me había pasado por la boutique para comprarme un traje sastre súper divino y veraniego en un tono crudo con estampados de flores muy pero que muy favorecedor de Trussardi. Y resulta que mientras me estoy acicalando los hocicos, el muy cabrón sale de puntillas para que no me entere y se está de presentación y de juerga con los amigotes hasta las tantas.

Él se lo pierde, que mira que le habría dado yo un toque especial no, especialísimo, a la presentación con mi reconocido donaire. Y como ya le cogí gusto a lo de destrozar libros y mostrar a la par mi enfado haciéndome pis encima de Cinco horas con Mario para protestar contra los malvados cazadores, le dejé bien pero que bien mojado un paquete de libros.

Que para borrar páginas y dotarlas de adecuada pestilencia no hay como unos buenos orines de Brie indignada. A ver si así aprende.

martes, 5 de julio de 2011

Cuestión de Pedigrí


A mí la tal señora me dio mal rollo desde el principio.

Andaba el domingo el Gafapasta mirando los anuncios de casas palaciegas en el campo, porque es tauro, porque no se le ha quitado la grandeza y porque sueña con regalarnos esas amplias y verdes praderas que nos merecemos las niñas. Bueno, que me merezco yo, que para qué fingir y ser políticamente correcta: lo que es, es. Y va y se nos queda mirando al extraño grupo una pareja matrimonial de esas de edad indeterminable pero con tendencia obvia al aburrimiento conyugal.

¿Cómo no me iban a dar mal rollo los tediosos cónyuges si miraban a Gin en vez de admirarme a mí, que lucía esas caderas que han sido la perdición de tantos, ese flequillo sublime, ese donaire donairoso que me caracteriza? Pues no, pues miraban a la inclusera borracha.

Primero pensé, a ver si van a ser los mamones que la tiraron por la ventanilla del coche a la pobretuca. Pero no, resulta que el Aburrido-Él se aproxima al Gafapasta y le explica que ellos tienen una setter del mismo color y que se parece muchísimo y que si es chico o chica, que si se sorprenden porque dice que Gin es chica, y dicen que es muy grande, luego que es pequeña, luego que si esto, que si lo otro. Pero que qué monada, y empiezan a explicarle al Gafapasta "pero estos perros necesitan correr eh".

El Gafapasta soportaba con estoicismo facial intermitente la sarta de soplatonterías que emitía el Dúo Aburrimiento, mientras pensaba por debajo algo como "tú te piensas que soy imbécil y no sé que esto es un setter inglés, cretino". Pero los del dúo no eran hábiles lectores de gestos, me temo.

La Aburrida-Ella, eso sí, tardó cero coma instantes en sacar móvil y enseñar video casero de su setter al Gafapasta. Añadiendo, bueno, la nuestra es que tiene pedigrí, la tuya ... no sé, el veterinario te habrá dicho si es un setter o qué es. Y es que la muy borde y maleducada cambió el gesto de simpatía hipócrita en cuando mi jefe dijo que la Gin era abandonada y recogida, como una Moisesa cualquiera a las orillas del Nilo.

El Gafapasta se defendió educadamente con un No necesito que el veterinario diga si es un setter o no, es bastante obvio que lo es. Que tenga o no pedigrí lo sabrá el cazador que la abandonó. Respuesta de Aburrida-Ella: Ay, con esa cabeza no no, la nuestra la tiene mucho más finita, la de esta es gordota.

Gin como no se entera de nada, feliz sacando lengua larga. Pero el Gafapasta y yo nos quedamos con ganas de morder a la impertinente. Que vale que la Gin sea una petarda insufrible, pero mona es, ordinaria también, pero mona. Con esas pestañitas platino pasadísimas de moda como si fuera Jane Mansfield o la estrella de un puticlús de carretera.

Y me volvía yo para casa pensando ¿y qué más dará tener o no el pedigrí ese? El Gafapasta es de pura raza, y hasta está emparentado con los famosos pastores monegascos esos, el Alberto y la Carolina y la Estefanía, y es mono y listuco. Pero la aburrida absurda por mucho pedigrí y muchas pretensiones que tuviera era fea, ordinaria, maleducada. Y sobre todo tonta del potorro.

sábado, 18 de junio de 2011

El Orgullo de Ana Botella


Como a una le gusta estar bien informada, en cuanto el Gafapasta se va a trabajar (juá) por la mañana, pillo su puesto delante del ordenador, reinicio para reventarle el pirateo de pelis porno y me pongo a investigar las noticias de la jornada.

Por eso el otro día me vi obligada a llamar al perro de Gallardón, para solidarizarme con su estrés post-cacerolada, que los caninos tenemos el oído muy delicado. Pero para decirle bien claro clarito que toda la culpa es de su señorito por andar metiendo los impertinentes en los orgullos ajenos. Y que a mí me parece estupendo que los gays, las lesbianas, las personas transexuales y los ambidiestros y toda la gente de bien se organice una manifestación megaestupenda para clamar con gracia y garbo por sus derechos y luego siga la fiesta. Que ya han dicho los ancianitos de Chueca que a ellos no les molesta el ruido del Orgullo nada de nada, y que lo que pasa es que su señorito quiere utilizarlos porque es un cobardón y no sabe dar la cara homófoba sin excusas excusitas. Y que de nada me sirve que me diga que es pariente de Albéniz y de la ex de Sarkozy para despertarme la empatía cultural y musical, porque a mí Albéniz me aburre un montón desde que se lo apropió una tal Paloma a la que el Gafapasta tiene megamanía y que debe de ser pirata o corsaria o algo así porque siempre la pone en relación con el Botín. Y que soy más de Banchieri, que hacía ladrar a sus tenores con muchísimo estilazo, y sobre todo de Monteverdi, que hacía a sus cantantes aullar como los ángeles.

Pues va el perro de Gallardón y me dice que no, que no, que no, que la culpa no es de su señorito, y que la mala de la película es Ana Botella. Y ahí sí que me indigno bien indignada. Cuelgo, llamo a Gin y le digo que vuelva un poco loca a la gata tonta, a la Tiberio, que tengo que hablar muy seriamente con la gata mala, la Ana Botella, y que me va a oír la muy.

No veais cómo me puse yo con la Botella. Que si me parecía fatal que fuera homófoba y que ella comía gracias a los pechos generosos y los esfuerzos del Gafapasta, que es totalmente gay. Y que parecía mentira que intentara reventar el Orgullo después de haber convivido con el Chico Guapo, que también era gay igual que el Gafapasta, además de guapísimo y monísimo y dulcedulcísimo al contrario que el Gafapasta. Y que además yo conozco a la chiflada de la bollo de la hermana del Gafapasta, El Pequeño Monstruo. Y ni sé todo lo que pude gritar yo a la Ana Botella, que ni la dejé decir este hocico es mío hasta que me quedé ronca de puro alterada. Qué sofoco.

Entonces, cuando por fin pudo tomar el maullido, me dice que la deje tranquila y que a ver si además de dármelas de lista por leer los periódicos en internet alguna vez me entero de lo que leo. Que el Gafapasta se creyó muy gracioso cuando le puso el nombre y que en realidad Ana Botella es una bruja mala malísima, fea feísima, católica catoliquérrima y homófoba homofobizca. Y poco espabilada, porque no se ha enterado de que si sumas peras y manzanas te sale una macedonia riquísima. Y con mal gusto, que no se da cuenta de que es mucho más fashion y más divertido un arcoiris con taconazo que una braga gris con cerebro plano. Y que el simpático del Gafapasta le puso ese nombre vil para echarse unas risas consigo mismo porque dice que tiene cara de troll perverso y no de linda gatita con elegante manto carey y delicados ojos ambarinos (no tiene ego ni nada la bicho malo esta).

Toda digna yo, me fui al ordenador gruñendo entre colmillos "como me estés engañando te muerdo el potorro, rica". Lo malo es que, uff, no veáis qué bochorno cuando entré en la wikipedia y tuve que admitir Anabotella como mala bestia de compañía.

Ahora que lo tengo ya todo en su sitio, me quedan tres cosas pendientes para terminar la historia. Una, decirle al Gafapasta que los nombres que nos pone el muy gracioso están prohibidos por la Convención Internacional contra la Tortura, y que ni siquiera la estropajosa de la gata mala se merece un nombre tan vil como el de Ann Bottle. Dos, pedir disculpas con la boca pequeña o lo que se pueda con este lunar que tengo, cielito lindo, junto al hocico, a la Ana Botella Miau (para distinguirla de la santurrona). Tres, buscar a Ana Botella Avemaríagratiaplena (para distinguirla de la minina) y darle un mordisco en pleno corvejón hasta que se sepa de memoria el I Will Survive y deje de tocarnos los orgullos de una vez. Lo juro por Anubis.

jueves, 26 de mayo de 2011

¡No pongas tus sucias patas sobre Mozart!



Una, que es perra ilustrada donde las haya, leyó hace tiempo un estupendo artículo de Manuel Vicent que se titulaba "No pongas tus sucias manos sobre Mozart". Hablaba de los límites de la tolerancia, y contaba que un padre moderno y hippioide de los postsesenteros (qué mal vestían por Dior) aguantaba las pamplinas de un hijo especialmente cochino y descarado porque eso era la educación moderna. Hasta que un día en plena borrachera con los amigotes se acercó a los discos de su viejo y atrapó una sinfonía de Mozart. El padre entre alaridos y espumarajos gritó eso tan bonito de ¡No pongas tus sucias manos sobre Mozart!, echó de casa a la banda de andrajosos y desde ese día dio por finiquitada la democracia familiar.

Viene este rollo porque se lo he tenido que contar varias veces a la nena, pero la Gin pone cara de me da igual y a mí que me cuentas o sea. Y se va a liar, que os digo yo que se va a liar.

Y es que nunca había visto yo al Gafapasta tan enfadado como esta mañana. Tristón le he visto, y mucho. Vago le he visto, y mucho. Cachondo le he visto, y mucho. Pero enfadado nunca tanto. Que la Gin está rozando peligrosamente los límites de su tolerancia. Y cada vez veo yo más cerca las rebanadas de perra borracha bien cubiertas de salsa de soja en un restaurante coreano.

Se lo he dicho cienes y cienes de veces. Tú rompe todo lo que quieras, cari, pero deja en paz libros y discos. Los libros son para leer, cari,y para aprender. Y los discos para escuchar, cari, y para aullar un rato haciendo acompañamientos y voces a esos sonidos tan fascinantes que los humanos llaman música.

Pero ella a mí me toma un poco por el pito del sereno, que la tengo rebelde desde que acampó el quince de mayo en la habitación de los trastos debajo de un paraguas. Así que ya se ha comido dos portadas de Tusquets y una de Anagrama, además de despedazar página a página un libro de poesías viejas. La vena del Gafapasta no llegó a hincharse pero yo barrunté nubarrones bien negros.

El caso es que con esa obsesión que tiene por tener cosas en la boquita de piñón, apretar con los tiernos dientecitos y dejar todo lo que encuentra como si se tratara de un callejón de Beirut oriental, la tomó el otro día contra "Las bodas de Fígaro". Caja exterior rota, caja interior rota, discos desperdigados por la casa sin rayaduras por obra y gracia de Santa Cecilia. Qué rabia me dio a mí, casi más que al Gafapasta, que era la versión dirigida por Barenboim y me encantaba a mí aullar a dos voces las arias de Susanna con Barbara Bonney acompañando mis cantarines tonos.

No pongas tus sucias patas sobre Mozart dije yo a la salvaje asilvestrada esta. Y como es medio tonta o está medio chiflada o tres cuartos de revolucionada, que ya ni sé, dejó a Mozart tranquilo para desayunarse hoy con una pequeña joya de esas raras y absurdas que al Gafapasta le encantan, una que se llama Berenice, Regina d'Egitto (sí, ya sé que el Gafas es un rato barroco y excéntrico) de Händel. Y como era de esperar, cuando llegó el jefe a casa entró en colapso nervioso, con una vena que parecía que se iba a poner más gorda que un zeppelin y un griterío muy pero que muy poco operístico.

No será porque no intento yo explicarle urbanidad y modales a esta raquerona que me han metido en casa, pero nada. Mira Gin, bonita, llevas ya dos aciertos, Mozart y Händel. Tú prueba a cargarte un Bach, ya puesta la Pasión según Mateo y todavía más guay si eliges la dirigida por Leonhardt, y te garantizo que acabas en un restaurante coreano hervida en salsa de soja, pobre animal.

Dicho en latín, O bestia miserabilis.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Pornografía felina en horario infantil



No se vayan a creer que una es una mojigata, que los Pastores de Brie tenemos una larga y dilatada historia de folleteos por las verdes praderas de la dulce Francia. Mucho antes de que la Birkin se atreviese a cantar lo de "Je t'aime, moi non plus".


Pero el estado del potorrito ardiente de Tiberio en estos días ya se está pasando de castaño oscuro. Que ahora resulta que además de tonta pero que muy tonta va a ser requeteguarrindonga.


El caso es que la Gin y la Anabotella están esterilizadas, así que nada saben de periódicas calenturas fertilizantes. Y yo soy señora pero que muy señora hasta cuando me vienen los periodos y los ardores, que me lo controlo yo muy limpiamente y me paseo con la cabeza bien alta, limpia, digna, fina y segura. Y además, como los perros del barrio son retacoides, pues no llegan hasta esta cadera singular y oscilante que ya ha provocado más de un río de babas. Por su parte la tonta, digo la Tiberio, se despierta de tanto en tanto aullando como una niña del exorcista cualquiera, estirando lomos y patas para ver si consigue unos sobeteos que le calmen los ardores.


Desde que está la niña, la tonta, digo la Tiberio, ha estado antipática, rutona, arañona y arisca. Y hasta le ha pegado a Gin un par de arañazos en el tierno hociquito. Pero ayer se despertó como si fuera Elisabeth Taylor miagando por los tejados de zinc. Y nos ha estado sometiendo a una especie de show porno permanente que me tiene ES-CAN-DA-LI-ZA-DA. Sin cortarse porque Gin sea una menor cándida e inocente (¡juas!). Es levantarse Tiberio y empezar a sobarse contra los muñecos de peluche, contra las cajas de zapatos, contra las patas de las mesas, contra los zapatos del Gafapasta, contra las almohadas, contra las puertas, contra los libros. Que me estoy yo imaginando que la preña un Dostoievsky en versión original y me dan sudores y espasmos sólo de pensar en una gata tonta y paginada con cara de Natalia Filipovna.


Lo peor es que ahora no bufa a Gin, sino que se le tumba lasciva y gimiente delante del hocico hasta conseguir encuentros en la tercera fase entre su abrasado chichi y la naricita fría de Gin. El espectáculo, ay, es verdaderamente lamentable. Y yo de momento hago que no veo, porque como me cabree me hago del opus, me afilio a los de HaztePis esos y les organizo a estas dos una manifestación integrista por los pasillos.

sábado, 7 de mayo de 2011

Sola, fané y descangashada ...


Ha vuelto a hacerlo, el Gafapasta ha vuelto a abandonarme cual heroína de melodrama clásico. Como a una reina Dido cualquiera, pero sin acantilado tunecino desde el que arrojarme maldiciendo, como a una Ariadna despeinada mientras se aleja el barco del ingrato Teseo y antes de hacerse alcohólica en compañía de Baco. Como a una reina del tango cuesta abajo.

Y es que siempre es igual. Que si necesitamos unas vacaciones, que si hay que hacer unas cosillas fuera de Sernander, que si subimos que si bajamos, todo mieles y sonrisas. Y yo que ya me veo unos días en un spa carísimo haciéndome baños de lodos del Mar Negro y bajando a la playa con mi pequeño séquito de criados portamaletas y de damas y peluqueras y manicuras para hacerme los estilismos. Por Tahiti como poco.

Pero luego resulta que llega el día en que el Gafapasta se estresa, empieza a meter en una bolsa trapos de esos que se ponen los humanos para tapar las vergüenzas (no me extraña que les dé cosa enseñar esos pellejos blandorros que tienen los humanos) y de pronto nos agarra a la nena borracha y a mí y nos lleva hasta una furgoneta y nos deja allí tiradas con un señor bajito y con bigote que muy amable y muy sonriente pero nos lleva a un pensionazo infame.

Ya lo de la furgoneta me pone de la peineta. Porque para la Gin una furgoneta está bien, demasiado me parece. Pero si se trata de trasladarme a mí, digo yo que como poco una limousine de esas, con chulazo y mueble-bar incorporados. Y luego la pensión, que muy cerca de la playa, en un sitio que se llama Diantres o Liendres o Liencres o qué se yo, pero las arenas y los océanos ni olerlos. Que el del bigotillo nos mete a las dos juntas en un cuchitril (chenil creo que lo llaman), vamos en una jaula con pretensiones, nos deja una pelota y dos muñecos de la Gin, y se va a su casa que sí, esa sí, muy amplia y muy mona.

Hombre, no es que te lo pases mal, que de comer te dan y te sacan a corretear por los jardines y esas cosas. Pero es que yo echo de menos al Gafapasta, ladrón, que no se lo merece, y hasta a la las dos lerdas de las gatas y encima me puede la responsabilidad de educar a la Gin ahora que me la dejan a cargo, y me paso el día gruñendo que parezco Nacho Diego viendo todo requetemal. Que no metas la pata en el comedero. Que a estas horas no se aúlla a la luna que hay chuchos durmiendo. Que después de comer no se juega a lo loco que te da un mal en la panza. Que te apartes. Que vengas. Que me dejes en paz. Que no muerdas el barrote que se te atraganta la pintura. Que no compongas gestos desesperados de niñata melodramática, que no son nada finos.

Lo peor de todo, lo peor de lo peor, que luego llega el Gafapasta, nos recoge otra vez de la misma furgoneta y hasta me pongo contenta y le perdono todo. Como si no se mereciera un buen mordisco en la patorra y mi elegante desdén per saecula saeculorum amén. Así no hago carrera de mí. No hago carrera.

domingo, 1 de mayo de 2011

Complot


Estoy indignada, pero que indignada de los nervios nerviosos. Porque me estoy dando cuenta de que en mi antes pacífica casa se está tramando una extraña conspiración para desautorizarme. Y todo por envidia cochina del éxito que tengo con mi blog, y porque a ciertos personajillos les molesta que sea mucho, pero mucho más, glamourosa, mucho, pero mucho mucho más, inteligente y mucho, pero mucho mucho mucho más de todo. Y por eso, porque ya sé que me critican y me consta que me odian, quieren dejarme por mentirosa. Y eso no y no. Que aunque callo la mitad de lo que digo o digo la mitad de lo que callo, una jura por Snoopy que no sólo no miente sino que como cuente la verdad al completo hay algunas que tiemblan más que Japón en primavera. Grrrrrrr.

El caso es que yo con todo el cariño posible (que es poco, claro) os hablo de la nena inglesa y borrachuza. Dividiendo por dos el estrés y el desatino que ha traído a esta antes apacible morada santateresiana la tal arrecogida. Y resulta que ayer nos vamos a una concentración en contra de la caza y de sus víctimas. Que la Gin es víctima de maltrato y abandono y yo víctima del abandono de la Gin. Y nos encontramos allí con Sonia y Berto de SOS Setter y Flora y Russell y Lucía y no sé cuántos bichines y gentes del mundillo de las protectoras que se fueron toditas y toditos pensando que la Gin era poco menos que una aristócrata tomando un té Darjeelingh en Balmoral con la Reina Madre (otra borrachuza de cuidado, por cierto). Y es que no sé de dónde las sacó, pero sorprendió a todo quisque con unos modales que si no fuera porque me produce dolor de cabeza por la mañana, por la tarde y por la noche, pensaría que se había tomado unas clases como la Audrey en My Fair Lady para aprender a decir correctamente "¿Cooooomo essstaaaaáaa Usssteddddd?", en plena exhibición de acento Oxbridge.

¿Quién le ha enseñado modales a la setter barriobajera? No cabe duda. Han sido las gatas, que son muy perras. Del Gafapasta no tengo sospecha, porque tiene unos estupendos modales pero como es de natural campechanote intenta tenerlos escondidos. Y además yo creo que la Ginebra le pone tan nervioso (la perra, no el destilado) que en el fondo está de mi parte. Pero las gatas, ay las gatas.

Tiberio es tonta. Eso ya os lo he contado. Pero es que es tonta y mala, con esos pelos negros de babero blanco que recuerdan al hábito de las ursulinas. Y yo estoy segura de que cuando está escondida es porque hace conjuros con algún caldero apestoso y humeante. A esta en clave, mientras investigo la conspiración, voy a llamarle "La Salem". Luego está Anabotella, que con el nombre que tiene está todo dicho. Que no es nada tonta pero es todavía más mala, y yo creo que un poco legionaria de esas del integrismo religioso. Anabotella me tiene envidia porque por mucho que se ponga a miagar en plan damisela dulce todo el mundo sabe que no es de fiar y que es una intriganta palaciega de tomo y lomo. En clave para esta temporada "La Éboli".

Y entre las dos, y sólo para dejarme de mentirosa, han estado enseñando a la Gin cómo levantar el espolón meñique para coger la tacita por el asa, cómo beber el té sin sorber, y a hacer una caída de esas pestañas rubio ceniza que tiene sin parecer una putarrona.

Así que ayer va la Gin y se mueve modosita y sin contoneos, finge unos amores castos y apasionados a lo Eloísa por el Gafapasta, finge que le obedece cuando llama, finge que no tira de la correa, finge que es discreta y poco ruidosa, finge que se sienta cuando debe y guardando la debida compostura.

Y claro, ahora con tanto testigo en contra, ¿quién va a creerme a mí, notaria de la verdad y honesta narradora del devenir cotidiano? Esto sí que no se lo perdono a la muy perra. Pero de momento, voy a ver si el martes, aprovechando que el Gafapasta se va unos días a Galicia, me le birlo la tarjeta de crédito y me voy a alguna tienda cara para cambiar el fondo de armario. Que a mí la Haute Couture siempre me ha relajado mucho muchísimo. Sobre todo si paga el Gafapasta.

viernes, 29 de abril de 2011

La Gin se va de Wedding


La tradicional lucha por el control del mando a distancia alcanzó esta mañana dimensiones homéricas.

Que fue marcharse el Gafapasta y decir la Gin que aunque a ella no le habían invitado a la boda de Harry y Kate, y eso a pesar de que más de una juerga alcohólica se han debido de pasar la nena y el principito, que ella es muy inglesa y muy monárquica y que quería verlo todo. Yo ya le dije, que había en el Canal Moda un desfile súper interesante de Marc Jacobs y que de eso nada, monada, que para ver sombreros imposibles y pamelonas de mal gusto que ya poníamos por la noche My Fair Lady de nuevo. Pero ella erre que erre. Yo creo que sólo para fastidiarme, que sabe de mis valores republicanos y jacobinos.

Al final de la contienda, que si muerdo yo el mando, que si gruñe ella y tira del extremo, que si apriento las fauces, que si aprieta más ella, quedó el salón con un mando a distancias dividido por setenta y nueve, una torre de libros en difícil equilibrio definitivamente desequilibrada, el montón de la ropa de plancha por los suelos y una vajilla menos.

Al Gafapasta le dio como un aire al volver a casa. Pero lo peor de todo es que dice la Gin que le ha pedido por correo urgente a una prima que tienen en Sussex una taza hortera hasta la náusea, más o menos como la de la foto, donde dice que piensa instalar el bebedero de los copazos.






viernes, 22 de abril de 2011

Perras Pasionarias




Como ya sabéis yo soy un poco demasiado mía, y como francesita orgullosa de su historia y laicista hasta el corvejón contemplo ciertas fiestas con escepticismo volteriano y jacobino gesto. Y es que las procesiones que más molaban en la época de la Revo eran las de las carmelitas de Compiègne camino de la guillotina. Que todo quedaba muy solemne y daba mucho juego para novelas y óperas estupendas.

Peor lo lleva la Gin, que además de macarra es inglesa y más puritanorro-protestante-anglicanorra que el mismísimo Cromwell. Que todo es rezarle un avemaría cerca del hocico y empezar la nena a estornudar de la alergia que le tiene al catolicismo.

Pero de todas maneras ni por jacobinas ni por alérgicas nos íbamos a librar de los sustos de la Semana Santa, que a eso del miércoles nos había sacado de paseo el Gafapasta y ahí que nos atacó sin previo aviso una cofradía con el modo panzer on.

A mí me horrorizó el estilismo atroz, que era tan recargado que ni los propios Victorio y Lucchino se hubieran atrevido a firmarlo. Una ya ha estado en tantas pasarelas de colecciones aburridas y miserables, que no se iba a inmutar por un faldón de más o un capirote de menos, lo que no quita para que me parezca que las procesiones ganarían super muchísimo con diseños de por ejemplo Givenchy, que le veo yo con unos dorados estupendos, o de Gaultier que es puro exceso trompetero.

Pero, ay la pobre Gin. Claro, imagínense que son unas perras cachorronas y barriobajeras, tirando a atorrantes (qué adejtivo tan bonito tenían en común el Gafapasta y la mamá del Chicoguapo), y van olisqueando baldosas y basurillas y de pronto se ven siendo abalanzadas por una horda de kukluxklaneros mercenarios o mercedarios o qué se yo, con dos imágenes enoooormes bailando de lado a lado de la calle con expresiones lacerantes y colores medio lánguidos. Y sobre todo con trompeterías M-U-Y desafinadas y tamborradas M-U-Y ruidosas. Pues eso, que como era de esperar la niñata entró en colapso nervioso. Y allí que empezó a temblar y aullar mientras la cabecita le daba vueltas sobre sí misma como a Linda Blair en el papel de la perra del exorcista, y al Gafapasta en cuclillas tratando de controlarla. Y a mí toda avergonzada tratando de disimular con cara de "a estos dos notas no les conozco, que quede clarito".

Al final, la Cofradía de Nuestra Señora de la División Panzer Acorazada pasó de largo entre ruidos y sombras, y la Gin recuperó el tono y la tranquilidad después de ventilarse una botella de Beefeater (qué bien le va el apellido a la muy perra) y otra de Don Simón con Coca Cola, vulgo calimocho. Que mucho Windsor mucho Windsor pero borrachuza lo es un rato. Y después de un par de sonoros eructos continuó el paseo balanceándose como las dos imágenes mientras decía con voz pastosa "mira, tía, soy la semana santa".

Qué miedo me da todo esto, qué miedo. Espero que el Viernes llueva.




domingo, 10 de abril de 2011

Historia de unos gayumbos


Mira que me gusta a mí lo jurar por Dior y todo eso. Pero no puedo con las mamarrachas, lo mismo me da que sean perras crestadas chinas o diseñadores ingleses pasados de meninge.


Inglés tenía que ser (lo siento, Gin, reina, pero los british sois como sois). Pero hace ya unas semanas que al de la foto le tuvieron que rescindir el contrato con la Santa Sede (Chez Dior, Paris, que en Chez Ratzinger visten fatal por mucho zapatito rojo de Miuccia Prada -qué mona y divina ella- se pongan). Y es que bajo los efluvios del alcohol (Gin, cari, mejor no digo nada) se dedicó a llamar feas, y zorras, y judías a unas chicas de la mesa de al lado en una brasserie, para terminar rebuznando que él "ama a Hitler" y que era una pena que no se hubiera cargado a las familias de las chicas a su debido tiempo.


Y es que eso no tiene perdón ni diciéndolo en una brasserie de París,que mira que suena fino-divino. Yo soy una perra de origen francés, con varios abuelos en La Resistence. Y no puedo tolerar que pretenda venderme vestidos monísimos y pamelonas excelsas semejante engendro.


Pero no se crean que lo mío es de ahora y me dejo llevar por la canallesca, no. Que al Gafapasta, ya se sabe cómo son los de la otra acera, que les pierden las marconas (no las almendras, las de ponerse guapo) le había dado por comprarse un set de gayumbos supermolones del Galliano en Zaragoza, sí, cuando la Frantic esa le llevó a un restaurante vegetariano y se tuvo que quitar el trauma comprando cobertores de entrepata. Y yo fue verlos, y como que me dio una rabia que en cuanto el Gafapasta se sacó a hacer pis y lavarse los dientes, los trabé con la mandíbula buena y los dejé hechos pañitos de fregar en la Casa de la Barbie.


Se cabreó mucho muchísimo, que hasta quería pagarse otros iguales embargándome la paga. Pero ha sido enterarse de las tonterías del modisto este y decirme ... "No, si al final ibas a tener razón tú con lo de los calzoncillos".


Más vale tarde que nunca.


Aunque tengo que reconocer que eran preciosos y le marcaban paquetazo.

martes, 5 de abril de 2011

Gollum, gollum, mi tesooorrroooooo, mi pelooootaaa


"Una Pelota para gobernarlos a todos, una Pelota para encontrarlos, una Pelota para atraerlos a todos y atarlos en el abismo".

Élfica que estoy, madredelamorhermoso. Y es que si en vez de perder el tiempo leyendo blogs absurdos aprovecharais vuestro tiempo leyendo clásicos de la literatura, os habríais dado cuenta de que estoy citando ese libro, ese gran libro de Tolkien titulado "El Señor de las Pelotas". Donde unos malos hacen unas pelotas de caucho para dominar a todos los perros del mundo, y bicho que atrapa una de las pelotas queda subyugado por su poder y cae en las garras del mal. Pero es que además hay una pelota grande y roja que sirve para controlar a todas las demás pelotas y sus poseedores.

Y es que me he dado cuenta estos días de que el Gafapasta compró el otro día no una pelota sino ESA pelota. Que a mí esas pelotas de caucho de colorines siempre me han parecido feas y estresantes, porque botan mucho, se van muy lejos, te hacen correr como una loca sin estilo ni nada y son menos finas y blanditas que las de tenis. Así que como cuando yo era peque se empeñó en comprar esos pelotones horribles, pues yo las perdía todas hasta que se dio cuenta de que de las de tenis no dejaba escapar una.

Pero alguna fijación tiene el Gafapasta con las pelotas grandes y duras. Ejem. Porque ha sido adoptar a la nena y presentarse con otro de esos engendros, enorme y de color rojo, más dura que la mollera de Nacho Diego, que le dio un pelotazo accidental a la Gin en el parque y casi me la mata. Por suerte, le acertó sólo en el ojo y yo me reí mucho. Porque me estoy volviendo mala y cruel.

Y no os lo creereis, pero fue ver a la Gin galopar sin gracia ni estilo ni nada detrás de la pelotona roja y entrarme a mí un no sé qué cosquilleo por los bajíos. Como una voz que me decía essssmíaaaaa, essssmíaaaaa, mirrrrrregalooo de cumpleañosssssssss, gollum gollum. Mientras se me ponían ojos de bacalao al ajoarriero. Así que me acerqué a Ginebra, le expliqué con un mandoble, dos mordiscos y un bonito surtido de gruñidos cómo estaban las cosas y me quedé con la pelota. Y ya no la he vuelto a soltar, que hasta agujetas tengo en las mandíbulas, oigan.

¿Que la quiere el Gafapasta? Si trae galletas, suelto la pelota, como la golosina, y vuelvo a por Mmmmmi pelotttaaaaa. Si no trae galletas, le gruño y le digo que se quite del medio. ¿Que viene Gin? Mandoble al biés.

Y es que con la pelota roja en las fauces me siento como una especie de Bruja Avería disfrazada de Cruella de Vil (por el estilazo, sobre todo), y me paso el día riéndome entre mí y proclamando lo mala malísima que soy y que viva el mal y viva el capital.

Anabotella dice que leo mucho y voy a acabar con más tontuna mental que la Bovary esa de la novela. Pero yo sé que la pelotttta es mmmmíaaaaaaaaa, mi rrrrrregalooo de cumpleañossssssss, y que me va a servir para dominar el mundo y gobernarlo como a mí me gusta: a palos.

Gollum, Gollum, pelota, pelota, Gollum, Gollum.

viernes, 1 de abril de 2011

Momentos L'Oreal


El Gafapasta no tiene ya una edad, sino tres o cuatro. Por lo menos. Y con esos tiempos pasados ni queda bien que se ponga a jugar con muñecas y le destroce las raíces a una Nancy ni resulta fácil cambiar el look capilar cuando le da el pampurrio aburrido de por las noches. Así que para compensar, tiene ataques del que yo he catalogado como Virus Llongueras.

Los síntomas son bastante fáciles de describir. Empieza a mirar de reojo mientras cuenta rastas improvisadas y nudos varios con el ojo izquierdo; con el derecho, localiza el cepillo de doble púa, ese que da unos tirones que te dejan muerta, y estudia las posibilidades de huida hacia el fondo sur de la casa. Y cuando ya ha decidido atacar para saciar sus sádicas veleidades peluqueras, con una agilidad que sorprende -especialmente en el Gafapasta- y engancha a un tiempo el collar de los diamantes de Cartier, que es el que me pongo para estar en casa, y el cepillo maldito.

Yo tengo asumido que para estar mona hay que sufrir. Así que pongo cara de resignación, babeo un poco por el lado izquierdo de mi divina barba, y me dispongo a aguantar el chaparrón de púas. Al fin y al cabo, mejor será si se quiere seguir dedicando a la política (juas) que le pillen cepillándome a mí que haciendo permanentes a una Barbie. Que esto no es Inglaterra.

Hay que reconocer que luego me queda una pelambre super turgente, un volumen capilar digno de anuncio de primeras marcas y unas ondulaciones al biés cuando troto por el parque que ríete tú de las tupidas melenorras de Veronica Lake. Y es que para una Brie como Brie manda, nada como una melena bien cepillada y aireada, con un poco de raya marcada a la derecha y un flequillo existencialista cubriendo los ojillos para que no se note la mirada de lista.

Para la Gin, que ahora se suma también a los momentos víricos, ha elegido un corte muy a lo garçon, bien recortadito y con unos flecos suavecitos y bien delimitados en rabo y culera. Además de una laca especial para esas pestañas blancas que tan interesante aspecto le hacen a la nena. Nada que ver con su barriobajera realidad, por cierto.

A las gatas, sin embargo, no las peina. ¿Para qué, si como son asociales están condenadas a morirse de asco encerradas en casa cual piojosas émulas de Rapunzel, a ver si llega el Gato con Botas a sacarlas de su lánguido encierro? De todas formas, la Miércoles no tiene mal pelo y es como peluchona, pero con esa especie de negro cuervo con babero blanco que gasta, la Tiberio se parece cada día más a un cura del Opus. Y eso no hay Llongueras que lo arregle.

Gafapasta, ven: te necesito.

lunes, 28 de marzo de 2011

El pan de Ginebra


Lo mismo es que oyó al torero ese de no sé cuándo que dijo lo de "Más cornás da el hambre", pero por muchas cornás que reciba la Gin el hambre no se le pasa tan fácil. Es glotona, voraz, ávida y ansiosa tanto como barriobajera. Lo mismo roba mi comedero y lo esconde por la casa del Gafapasta, creyéndose que si no está el platito tan mono que tengo de porcelana de Meissen, el jefe le va a poner a ella ración doble, que trepa a la lavadora no para asearse, que eso no es lo suyo, sino para meter el cabezón en el saco de los manjares. Que por cierto, qué valor el del Gafapasta, llamar manjar al pienso por muy bueno que lo traiga.

A mí, cuando me dijeron que me iban a traer a casa una nena inglesa pues ya me dio como mal rollete. Porque a mí no me parece que lo de las inglesas sean modales se pongan como se pongan las chicas Windsor. Y mucho menos elegancia y glamour. Y todavía menos paladar, que no me van ustedes a comparar ese delicioso Foie d'Oïe que tanto nos apasiona a las cánidas francesas con los sanwiches de pepino crudo con mojo de sabediosqué sobre los que se abalanzan las albionas en cuanto tienen ocasión.

Pero yo, que siempre soy optimista y de perdidos al río, siempre esperé que la nena fuera por lo menos del Castillo de Balmoral o algo así tirando a fino, a fino para ser inglés, se entiende. Aunque fuera más rancio que los Barbour, el Burberry's y las bragas escocesas de Mafor. Pero no, ni de Balmoral y de Navalmoral de la Mata siquiera. Porque, lo siento, ya sabéis que a mí no me gusta hablar de nadie, pero la Gin es una barriobajera de tomo y lomo, un entremedias entre hija de minero huelguista de Gales y vendedora de patatas fritas de barrio marginal de población de clase obrera a lo Newcastle a punto de ser secuestrada por los servicios sociales.

Y es que el bochorno del otro día NO se lo perdono. Que una es una señora y con toda una reputación en el barrio. ¿Pues no me doy la vuelta y veo a la Gin corriendo como una exhalación con una barra de pan en la bocaza? Y no una barra de pan cualquiera, no. Una barra robada a uno de los simpáticos macarritas porreros del fondo sudeste. Que tienen un perro súper antipático y súper salido, pero para ser macarritas porreros tienen su pase. Y hasta se rieron con la gracia de la advenediza esta, y se conformaron con el euro que les dio el Gafapasta con cara compungida para comprar otro pan.

A mí luego la Gin, como para darle otra miga al asunto, me dijo que lo hacía por el Gafapasta, que así se relacionaba con los macarritas, que había dos o tres chandaleros medio monos, y se les llevaba al catre. Por Anubis que así mismo lo dijo, "al catre". Qué ordinaria. Y ya le dije yo, ya, pero qué catre ni que catre, tú, so mema, porque como eres recién llegada no conociste al Chicoguapo y no entiendes de ausencias y de melancolías. Y de paso, borrachuza, para pulgas ya tenemos bastante con las tuyas, como para sumar las de un barrioboy con chándal.

Si es que lo digo yo desde que la conocí, muy mona y muy salada. Lo que queráis. Pero la gentuza es gentuza.