jueves, 14 de julio de 2011

QUÉ PLASTA DE GAFAPASTA


Lo del Gafapasta es que no tiene ni nombre ni perdón de Dior, lo mires como lo mires.

Que sí, que nos llevó de manifestación, que eso siempre se agradece. Desde que estuvimos concentradas contra los cazadores le hemos cogido gusto la borracha hooligan y yo a lo de indignarnos en público y en privado. Y hay que reconocer que la nena se portó, bien en contra de su costumbre, de maravilla. ¿Que todos se agachaban? Allá que la Gin aposentaba su trasero en el vil asfalto. ¿Que todos se levantaban y ponían sus patitas humanas a mover el aire? Pues se ponía la Gin a dos patas, se apoyaba en el Gafapasta y subía las patas con más alegría que nadie.

Pero luego el muy canelo presenta un libro de poesía y me deja cerrada en casa. Y eso sí que no se lo perdono.

Bien que deje a las gatas, que todo el mundo sabe que las mininas en general y la mema de la Tiberio en particular son asociales y huelen a fritanga. Que deje encerrada bajo siete llaves a Gin, me parece estupendo. Porque la chica no se sabe comportar y lo mismo se pone a ulular como si fuera una Mónica Naranjo cualquiera que empieza a mover el culo de un lado para otro y monta un desaguisado. Y no te digo ya si encima el libro se presenta en una galería de arte, que ya os conté la temporada que le dio por comerse los cuadros (los buenos) del Gafapasta.

Pero yo soy una señora. Cultivada, encantadora y llena de glamour. Y como sabía que escribe poesía y que además le había dedicado el libro al Chico Guapo, con todo lo que yo le echo de menos, pues ya me había pasado por la boutique para comprarme un traje sastre súper divino y veraniego en un tono crudo con estampados de flores muy pero que muy favorecedor de Trussardi. Y resulta que mientras me estoy acicalando los hocicos, el muy cabrón sale de puntillas para que no me entere y se está de presentación y de juerga con los amigotes hasta las tantas.

Él se lo pierde, que mira que le habría dado yo un toque especial no, especialísimo, a la presentación con mi reconocido donaire. Y como ya le cogí gusto a lo de destrozar libros y mostrar a la par mi enfado haciéndome pis encima de Cinco horas con Mario para protestar contra los malvados cazadores, le dejé bien pero que bien mojado un paquete de libros.

Que para borrar páginas y dotarlas de adecuada pestilencia no hay como unos buenos orines de Brie indignada. A ver si así aprende.

1 comentario:

  1. Pues tienes razón, preciosa. Mira que le dije que te trajera y él ni caso. Yo que, además, te habría dedicado unas líneas en mi blog.

    Desde luego, si vuelve a presentar un libro en Santander que no espere que vaya a menos que te lleve. A ver qué va a ser esto.

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