sábado, 7 de mayo de 2011

Sola, fané y descangashada ...


Ha vuelto a hacerlo, el Gafapasta ha vuelto a abandonarme cual heroína de melodrama clásico. Como a una reina Dido cualquiera, pero sin acantilado tunecino desde el que arrojarme maldiciendo, como a una Ariadna despeinada mientras se aleja el barco del ingrato Teseo y antes de hacerse alcohólica en compañía de Baco. Como a una reina del tango cuesta abajo.

Y es que siempre es igual. Que si necesitamos unas vacaciones, que si hay que hacer unas cosillas fuera de Sernander, que si subimos que si bajamos, todo mieles y sonrisas. Y yo que ya me veo unos días en un spa carísimo haciéndome baños de lodos del Mar Negro y bajando a la playa con mi pequeño séquito de criados portamaletas y de damas y peluqueras y manicuras para hacerme los estilismos. Por Tahiti como poco.

Pero luego resulta que llega el día en que el Gafapasta se estresa, empieza a meter en una bolsa trapos de esos que se ponen los humanos para tapar las vergüenzas (no me extraña que les dé cosa enseñar esos pellejos blandorros que tienen los humanos) y de pronto nos agarra a la nena borracha y a mí y nos lleva hasta una furgoneta y nos deja allí tiradas con un señor bajito y con bigote que muy amable y muy sonriente pero nos lleva a un pensionazo infame.

Ya lo de la furgoneta me pone de la peineta. Porque para la Gin una furgoneta está bien, demasiado me parece. Pero si se trata de trasladarme a mí, digo yo que como poco una limousine de esas, con chulazo y mueble-bar incorporados. Y luego la pensión, que muy cerca de la playa, en un sitio que se llama Diantres o Liendres o Liencres o qué se yo, pero las arenas y los océanos ni olerlos. Que el del bigotillo nos mete a las dos juntas en un cuchitril (chenil creo que lo llaman), vamos en una jaula con pretensiones, nos deja una pelota y dos muñecos de la Gin, y se va a su casa que sí, esa sí, muy amplia y muy mona.

Hombre, no es que te lo pases mal, que de comer te dan y te sacan a corretear por los jardines y esas cosas. Pero es que yo echo de menos al Gafapasta, ladrón, que no se lo merece, y hasta a la las dos lerdas de las gatas y encima me puede la responsabilidad de educar a la Gin ahora que me la dejan a cargo, y me paso el día gruñendo que parezco Nacho Diego viendo todo requetemal. Que no metas la pata en el comedero. Que a estas horas no se aúlla a la luna que hay chuchos durmiendo. Que después de comer no se juega a lo loco que te da un mal en la panza. Que te apartes. Que vengas. Que me dejes en paz. Que no muerdas el barrote que se te atraganta la pintura. Que no compongas gestos desesperados de niñata melodramática, que no son nada finos.

Lo peor de todo, lo peor de lo peor, que luego llega el Gafapasta, nos recoge otra vez de la misma furgoneta y hasta me pongo contenta y le perdono todo. Como si no se mereciera un buen mordisco en la patorra y mi elegante desdén per saecula saeculorum amén. Así no hago carrera de mí. No hago carrera.

1 comentario:

  1. JAJAJA, pero mira que eres dramatica Glen, chica q no pasa nada pq el gafapasta se vaya unos diitas mujer jajjaja pobrecito dejale q se airee un poco eso si ahora pobre de el como no te de mimitos detras de las orejotas ehhhhhh

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