domingo, 16 de diciembre de 2012

UN GRAN DADO AMARILLO


Como me ve muy desmejorada, tengo a la Poligonera mimosona. En el fondo es muy rica, y cuando voy muy despacio, pero que muy despacio, por la calle, ella trota y galopa como la chiflada que es, pero de vez en cuando se para en seco, me mira, y se sienta a esperar, y cuando llego me da un besito. Vamos, que después de chupar todas las porquerías de la calle que se encuentra me las deja a mí en el hocico. También espera cuando el Gafapasta me sube las escaleras en brazos, que él también es muy rico y se preocupa por mí, pero no acabo de entender esa manía suya de vivir en la cima del Tourmalet y sin ascensor. Al menos para un pequeño tramo he descubierto una cosa muy cómoda que se llama "escaleras mecánicas". Antes no las usábamos porque estaban un poco a desmano y porque el Gafapasta es raro. Al principio me daban miedo pero luego es como si fueras volando y viendo el paisaje, súper cómodas. Creo que tendrían que hacer algo parecido para llevarme de excursión de escaparate en escaparate.

Rico y atento y cariñosón el Gafapasta es, pero un poco melodramático, que también dice estos días que yo habría sido más feliz en un campo enorme lleno de ovejas. Sí, hombre, con lo calentita y mullidita que he estado yo siempre en casa y este se piensa que tendría que haber sido campesina y proletaria. Pues no, yo soy muy de izquierdas, pero de izquierda divina-caviar de esa, que alguien tiene que reflexionar y beber champagne. Si acaso, habríamos estado bien el Chico Guapo, el Gafapasta y yo, sin gatas, en París. No sé si a la derecha o a la izquierda del Sena, que el Barrio Latino es molón pero hay más fiesta y animación en Le Marais. Pero eso es lo de menos, con el Gafapasta he estado siempre muy atendida y muy requetequerida, que es lo que cuenta, así que una vida de diez. O por lo menos de nueve con tres.

Y es que le contaba yo a la Gin en plan melancólico cómo empezó todo. Que llegaba yo toda estresada y despistada de viajar en coche, que venía sin mi mamá y sin mis hermanitos y de pronto me ponen delante de un tipo raro que dice "¿Glenda?". Y yo no sabía ni qué era eso de Glenda entonces, pero me gustó tanto el tipo raro y me gustó tanto lo de Glenda que me enamoré de él sin poderlo remediar y me fui a darle unos besitos. Y luego llegué a la casa de la cima del Tourmalet y me encontré un dado enorme de color amarillo, enorme para lo menudencia que era yo entonces, y me puse a jugar como tonta hasta que me agoté, y me dio una cena rica y me puso en una camita. Pero yo no quería separarme de él así que me fui de la camita cuando vi que estaba dormido, me acerqué a la silla donde había dejado tirada su ropa (desordenado es un rato el Gafapasta) y le robé un jersey de una lana finísima y de un diseño especial que ya me llamaba la atención, y al lado de la cabecera de su cama hice un lío con el jersey, que olía a Gafapasta, me traje el dado amarillo y me quedé dormidita y feliz.
El por la mañana cuando me vio se puso a soltar baba y así hasta hoy. Qué recuerdos tan bonitos, ay. Y que babas tan pringosas.

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