domingo, 12 de diciembre de 2010

Princesitas a Mí


Me gusta que haya princesitas en los cuentos. Sobre todo si se las comen o las dejan encerradas en una torre.

Pero en la vida real no puedo evitar ser republicanota del todo, que por algo una está orgullosa de sus raíces francesas. Ya saben, revoluciones, guillotinas, dolores de cabeza...

A ver si nos entendemos, si algunas casas reales hasta me caen bien cuando las veo jugando con sus perros o saliendo a correr con ellos por el parque. Pero eso de que la Princesa Huesitos, creo que por aquí la conocen como Letizia, haya enviado al exilio jardinero al perro que vivía en su casa me parece fatal de la muerte. Si a la chica no le gusta convivir con un ser inteligente y civilizado, siempre puede ser ella la que se pille saco de dormir y tienda de campaña y se pase las noches aullando a la luna. Y me parece fatal también que el otro, con todo lo largo y pavisoso que es, se lo haya consentido. ¿Cómo va un pueblo a confiar en alguien que se olvida de los amigos de verdad en cuanto conoce a una marimandona escuchimizada?

Yo coincidí con ella cuando me invitaron a la entrega de los premios Guau de Oro, a las mejores interpretaciones caninas de la tele y el cine. Y me dio muy mal rollo, porque iba siempre con la nariz levantada y cara de estreñimiento precoz. Yo creo que le caí fatal, y me alegro. Porque en una misma habitación sólo caben dos reinas. Y la que había allí era yo.

Ha sido enterarme de que ha echado al pobre perro de la casa y dispararse la Olympe de Gouges que llevo dentro. En este país lo que hace falta es una buena guillotina. Zass.

3 comentarios:

  1. Glendamaría, reina, no dejas de sorprenderme. Hace 35 años que no me había vuelto a acordar de Olimpe de Gouges y vas tú y zás,me la plantas delante con esa destreza tuya, como quien no quiere la cosa. Y, claro, sólo recordaba que tenía algo que ver con los derechos de la mujer. O sea, siguiente paso, a la Wiki y una hora de página en página, porque una ya se va picando. Y la maleta sin hacer. Te prometo que estas Navidades comes capón, preciosa. Lamemúas.

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  2. Ay, Teresa, es que yo es hablar de princesas absurdas y revoluciones decapitantes y me pongo como toda alterada y me acuerdo de las girondinas, las jacobinas y hasta de las chicas de Napoleón. Y de la Corday, que era una bruja integrista a lo Ana Botella (la de Aznar, no la gata), pero que se cargó a Marata por feo, y ya se sabe que no hay ética sin estética.

    El otro día vimos un Delikatessen que anunciaba capón de Cascajares, rellenito de cosas ricas y sin hueso. Y el Gafapasta me guiñó un ojo, así que creo que la cosa está hecha. Si la presión mediática hace milagros.

    Y a ver si terminas la maleta, que si no te quedas en tierra.

    Glenda

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