miércoles, 8 de diciembre de 2010

De Librerías


No sé por qué el Tipo Gafapasta se extraña tanto al enterarse de que no soy la única perra lectora del planeta. Seguro que este se piensa que los perros somos tan animales como los humanos y no dedicamos tiempo al cultivo de nuestro privilegiado intelecto y al desarrollo de un ocio tan creativo como el que más.

El caso es que se me vino ayer a casa como ojiplático porque en la Librería Gil se había encontrado con Mateo y Martín, dos peludos encantadores (sobre todo Mateo, que es de mi quinta y casi como un gemelillo) que habían sacado de paseo a su rubia, la Moni, y le habían regalado un libro con fotos de Marilyn Morros. Mateo parecía estar especialmente interesado en la narrativa policíaca y preguntó si no tendrían algo de Rin Tin Tin, pero a Martín le llamaron más la atención los estantes de poesía y se echó un pis fenomenal encima de las Hojas de la Galerna de Blas Soltero, inequívoca señal de que le encantaba el libro y lo consideraba suyo y más que suyo.

O a lo mejor lo que le había llamado la atención a mi chico es lo de encontrarse con perros en una librería porque como vivimos en un país más bien poco civilizado que ni lee ni tiene leyes en condiciones para proteger a los animales del maltrato, pues los bordes de los humanoides se creen con derecho a no dejarnos entrar en ningún sitio. Como si fuéramos nosotros los gritones, faltones y marranorros.

Lo que llevo peor es lo de no poder salir con las amigas a tomar un té con pastas en condiciones. Cuando eres joven, pues te vas de botellón a la playa o de botellón pijo a Cañadío y te pules unas birras. Con otra cosa no merece la pena, que ya decía el Chico Guapo que no había manera de tomarse un Vodka Sunrise en condiciones por estos pagos. Pero a mis años, una no está para resacones, pero a pesar de lo requetefinísima que soy no me dejan entrar en las cafeterías los racistas de la porra estos.

De todas maneras, tampoco hay una patisserie en condiciones y digna de mi rango.

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