sábado, 3 de marzo de 2012

DE MARZAS POR LA RUTA DEL BACALAO


A mí me parecen muy entrañables esos momentos de intimidad nocturna que se me traen el Gafapasta y la Gin, pero a veces me estresan un montón y ya no sé cómo decirle al jefe que si esto sigue así, necesito un spa.

Pues resulta que Gin estaba castigada castigadísima por lerda y por buscona. Que es que se pone a correr y a correr y acaba encontrando alguna portilla abierta no detectada por el Gafapasta y largándose a descubrir las Cataratas Victoria. Porque los setters son así, que les gusta corretear, y perseguir gatos y husmear palomas y revolver basuras. Poco educados, vaya. Y el Gafapasta es como de los padres esos progres de los 70 que dicen que a los niños hay que dejarles un poco sueltos para que no se traumaticen y así pasa lo que pasa, que el niño acaba politoxicómano y el papá progre politraumatizado.

Y como no escarmienta, la otra noche le dice a la Gin: Mira, como en ese prau no te puedes escapar, te dejo suelta un rato para que corras porque estás medio neurasténica (que es una forma fina que tiene el Gafapasta de decir que la Gin está loca del potorro) y si te portas bien te levanto el castigo. Y la niña, pues que para qué va ella a portarse bien. Correteó como si hubiera entendido el concepto hasta que encontró la maldita portilla inesperada. Y a eso de las doce de la noche en el oscuro desierto urbano empezó a correr que si Menéndez Pelayo (uno casi tan erudito y wikipedia como el Gafapasta) arriba que si Menéndez Pelayo abajo, que si subo la cuesta que si bajo la escalera que si a que no me pillas que si ya no me encuentrassssssss.

Y el Gafapasta atacao de los nervios y dando vueltas y yo atacada de los nervios y olisqueando para ver si encontraba el rastro de la maldita chiflada. Pero como con la velocidad de crucero que tiene pasa por todas partes a la vez, pues en cero coma todo el barrio olía a rastro de poligonera. Así que el jefe me deja en casa con la cenita puesta y se larga a buscar a la desconsiderada por el barrio,

Un barrio estupendo, lleno de solares vacíos, callejones, escaleras y más escaleras. Y de pronto que se escuchaba en lontananza una especie de ÑIÑIÑIÑIÑI AUAU ÑIÑIÑIÑIÑI y resulta que María de los Polígonos se había encontrado a un gato refugiado debajo de un coche de segunda mano. Y así un rato, y otro rato. ¿Que la nena se tropezaba con el Gafapasta? Frenazo en seco, un divertido "a que no me pillas" y otra escalera distinta, que ya andaba el Gafapasta resoplando, con agujetas y sudores a pesar de la helada.

Al final, el Gafapasta, me dijo, la sorprendió despistada esnifando un hueso. Y creo que alguna cachetada y algún grito ya le cayó por mala, fresca y barriobajera. Y eso que ella, que teatro tiene mucho teatro, le dijo que por qué se ponía así, que había estado cantando las marzas a los gatos del barrio, que para eso era el 28 de febrero por la noche. Que la muy tonta ni se había enterado de que estamos en año bisiesto. Y el Gafapasta se lo iba a creer, que es medio inocentón, pero ya le dije yo que esa pelandrusca habría estado de discoteca en discoteca por los peores antros, haciendo la ruta del bacalao. Así que me parece que el castigo en vez de levantarse se ha multiplicado por infinito.

Es una fresca, pero que muy fresca. Y ahora el Gafapasta necesita un masajista ruso porque está que no siente las piernas de tanta escalera. Y yo necesito un spa, y unas vacaciones de unos seis años en una playa del Caribe. Una en la que no haya setters por favor.

2 comentarios:

  1. jjajajajajaj ta feo y vulgar pero memeotoa jajaj

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  2. jajajaaj para verla a la locaza corriendo pobre gafapasta.

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