jueves, 22 de marzo de 2012

LA PRIMAVERA LA SANGRE ALTERA



Mira que me hacía ilusión a mí lo de dar el salto a la política y poner un poco de sentido común y de elegancia en ese mundo tan poco fino. Pero al final me pareció que había demasiado barro y muy poco glamour. Nada que ver con mi idea de una campaña inteligente y civilizada, con caucus a lo Iowa en casas de ancianitas adorables y comprometidas que te invitan a té y discuten de política entre despelleje de vecina y despelleje de vecina. Que con lo resultona que soy yo en el regate corto, me llevo a la militancia de calle. Pero nada. Todo muy bronco y muy absurdo. Así que recogí mi guillotina plegable y mi canesú de temporada y me retiré de la carrera. Nunca más. Como mucho, asesorar en materia de camisas a Mañanes, que como es amigo del Gafapasta me resulta más simpático. Y es que está muy necesitado de asesoría, me parece.

Como no hay mal que por bien no venga, me curé el sofoco durante una semana en las Bahamas. Que en esta época del año es un destino fino y elegante. Y siempre te encuentras con algún aristócrata que te reconoce por la calle de cuando eras portada del CanVogue y rutilabas por las pasarelas de París. Que para la hora de la merienda, está bien un aristócrata adinerado y aburrido. Para por la noche, pues siempre te encuentras a un limpiapiscinas o a un salvavidas o a un camarero joven y cachas dispuesto a hacerte aullar a la luna llena.

Lo malo siempre es volver. Que no gana una para disgustos. Lo primero de todo, una campaña de Loewe para democratizar sus bolsos. Y en cuanto vi a los niñatos y niñatas que van a usar Loewe a partir de ahora, cogí todo lo que encontré por casa y lo tiré a un contenedor. No sé dónde vamos a parar: ahora va a resultar que llevas un bolso de Vuitton y pareces una bollera gorda, ordinariota y valenciana; llevas un Loewe y pareces una tonta de Serrano con bigudíes en vez de neuronas.

Luego la Nena. Que la cabra tira al monte y la poligonera al callejón. Y mira que le decía yo que al final el Gafapasta se iba a enfadar con ella y se le iba a acabar lo de galopar por parques y playas si empezaba a escaquearse para salir de botellón y fumar petas. Y ella que no, que si al Gafapasta lo tenía controlado con lametones, ojitos y zalamerías, y que si déjame en paz tía que eres un rollo viejuno. Pues hala, ya lo consiguió, condenada a correa perpetua sin remisión de pena.

Eso sí, no hay mal que por bien no venga. Porque ahora como está atada todo el día, cuando tengo ganas de hacer un poco el macarra le tiro unos tientos con los colmillos al biés y como no se puede mover le mordisqueo la pechuga y las orejotas. Y además, el Gafapasta dice que habrá que hacer andar a la loca esa y en vez de llevarnos a pacer al parque nos baja al centro de la cité. Los parques son aburridos para una señora elegantona como yo, pero las tiendas y los escaparates me fascinan. Así que ha sido empezar a salir por las noches de escaparate en escaparate y bajarme yo por las mañanas a llenar el armario que vacié de Loewes con ropa sensata y elegante. Que me he comprado siete vestidos DI VI NOS de Valentino en Percha, Espacio Bahía. Entre ellos el de la foto, pero en crudo, y uno camisero y ligerito en sedas y bordados de flores que es un ES CÁN DA LO. Y hasta un Miu Miu encantador de algodón estampado en un out let. Barato y de la temporada pasada, pero para ir a la compra, una maravilla.

La Gin ha protestado porque dice que los Loewes se los podía haber regalado a ella. Pero la he mirado fatal y le he contestado que se compre un chándal en los chinos o se pase un rato por Strafalarius, pero sobre todo que deje de darme la paliza que volví de Bahamas en modo zen.

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