
Lo mismo es que oyó al torero ese de no sé cuándo que dijo lo de "Más cornás da el hambre", pero por muchas cornás que reciba la Gin el hambre no se le pasa tan fácil. Es glotona, voraz, ávida y ansiosa tanto como barriobajera. Lo mismo roba mi comedero y lo esconde por la casa del Gafapasta, creyéndose que si no está el platito tan mono que tengo de porcelana de Meissen, el jefe le va a poner a ella ración doble, que trepa a la lavadora no para asearse, que eso no es lo suyo, sino para meter el cabezón en el saco de los manjares. Que por cierto, qué valor el del Gafapasta, llamar manjar al pienso por muy bueno que lo traiga.
A mí, cuando me dijeron que me iban a traer a casa una nena inglesa pues ya me dio como mal rollete. Porque a mí no me parece que lo de las inglesas sean modales se pongan como se pongan las chicas Windsor. Y mucho menos elegancia y glamour. Y todavía menos paladar, que no me van ustedes a comparar ese delicioso Foie d'Oïe que tanto nos apasiona a las cánidas francesas con los sanwiches de pepino crudo con mojo de sabediosqué sobre los que se abalanzan las albionas en cuanto tienen ocasión.
Pero yo, que siempre soy optimista y de perdidos al río, siempre esperé que la nena fuera por lo menos del Castillo de Balmoral o algo así tirando a fino, a fino para ser inglés, se entiende. Aunque fuera más rancio que los Barbour, el Burberry's y las bragas escocesas de Mafor. Pero no, ni de Balmoral y de Navalmoral de la Mata siquiera. Porque, lo siento, ya sabéis que a mí no me gusta hablar de nadie, pero la Gin es una barriobajera de tomo y lomo, un entremedias entre hija de minero huelguista de Gales y vendedora de patatas fritas de barrio marginal de población de clase obrera a lo Newcastle a punto de ser secuestrada por los servicios sociales.
Y es que el bochorno del otro día NO se lo perdono. Que una es una señora y con toda una reputación en el barrio. ¿Pues no me doy la vuelta y veo a la Gin corriendo como una exhalación con una barra de pan en la bocaza? Y no una barra de pan cualquiera, no. Una barra robada a uno de los simpáticos macarritas porreros del fondo sudeste. Que tienen un perro súper antipático y súper salido, pero para ser macarritas porreros tienen su pase. Y hasta se rieron con la gracia de la advenediza esta, y se conformaron con el euro que les dio el Gafapasta con cara compungida para comprar otro pan.
A mí luego la Gin, como para darle otra miga al asunto, me dijo que lo hacía por el Gafapasta, que así se relacionaba con los macarritas, que había dos o tres chandaleros medio monos, y se les llevaba al catre. Por Anubis que así mismo lo dijo, "al catre". Qué ordinaria. Y ya le dije yo, ya, pero qué catre ni que catre, tú, so mema, porque como eres recién llegada no conociste al Chicoguapo y no entiendes de ausencias y de melancolías. Y de paso, borrachuza, para pulgas ya tenemos bastante con las tuyas, como para sumar las de un barrioboy con chándal.
Si es que lo digo yo desde que la conocí, muy mona y muy salada. Lo que queráis. Pero la gentuza es gentuza.