martes, 30 de agosto de 2011

Happy Birthday To Me



Por fin el alcalde pavisoso de Santander reconoce mi glamour y mis méritos y organiza una celebración como merezco para festejar mi cumpleaños. Porque sí, porque hoy cumplo diez años a pesar de que sigo hecha toda una cachorrona y con los trotes que me estoy pegando detrás de la setter atorrante y poligonera estoy recuperando aquel tipín impactante de mis años de modelo en las mejores pasarelas caninas. Diez años que me hacen tener la sensatez, la sabiduría y el saber estar de toda una señora de las de antes, elegante y pinturera, sin perder la alegría y la chispa (hicksss, demasiado champagne me temo).

Un poco excesiva la celebración me ha parecido. Que como sabéis una es de natural modesto y eso de que haya sido fiesta en Santander y que anoche hasta me dedicaran unos fuegos artificiales, pues es todo un pasote. Y eso de comentar que hoy es la fiesta de los mártires. Todo un detalle, que mira que sufro yo los zascandileos y las depres del Gafapasta, las tonterías y la hiperactividad compulsiva de Gin, la cara de culo de Anabotella y la histeria politraumática de la gata tonta, perdón, de la Tiberio. Pero de ahí a ser una mártir, tampoco hay que exagerar.

Me he puesto tan tan egótica con los festejos que no me he enterado muy bien de lo que me ha dicho el Gafapasta de que si los santos mártires bla, que si patronos de la ciudad bla, que si Emeterio y Celedonio bla bla bla. Claro, claro, nene, que ya sé que entre esa sarta absurda de nombres me pusiste lo de Celedonia (quel horreur!). Yo creo que intentaba fastidiarme la sorpresa para que no me altere cuando el alcalde pavisoso me proponga ser la musa protectora de Santander. Pero es que le voy a decir que no, que no y que no, que yo soy jacobina y esta ciudad es demasiado conservadora. Y que la gente viste bien, pero sin esa osadía estética que siempre me ha caracterizado. Me reservo para ser la patrona de París, o de Milán, o hasta de Lisboa, que hay unos diseñadores con un punto Di - Vi - No. Y que eran las ciudades favoritas del Chico Guapo, que ese sí que sabía de glamour y encanto.

Así que le voy a decir al Delaserna ese que me siento muy muy honrada por la fiesta, pero con la disculpa de la crisis le pediré que el próximo año sea un poquito menos exagerado, que al final se van a pensar que tiene algo que ver con los homenajes alguna trama gurteliana extraña, y que me conformaría con un capón de Villalba. O con dos. Aunque no sean todavía las Navidades.

En fin, que todos a coro, con los matasuegras de DSquared y los gorritos de fiesta de Sybilla: Happy Birthday To Meeeeee, Happy Birthday To Meeeeeee, Happy Birthday Dear Glendaaaaaaa, Happy Birthday To Meeeeeeeeeeee.

(A Gin y a las gatas les he puesto sidra de Makro en las copas, que no aprecian lo bueno. Para los demás ... un delicioso Pommery recién llegado de la misma mismísima Champagne de la France, como Dior manda).

Hicksssssss

miércoles, 17 de agosto de 2011

Porque el Mundo me ha hecho así.


Estoy atravesando unos divinos momentos retro.

Un momento retro-culo gracias a las carreras enloquecidas que me echo por la playa y por el parque para jugar con la huerfanita inglesa para que se crea que me importa una higa y sobre todo para que se agote y no me dé la lata en casa. Reconozco que la que acaba reventada soy yo, que es que no tiene una años, y que la muy bruja llega a casa tan fresca como una lechuga. Pero al final algo he sacado en claro. Porque la Concha, que es la cotilla oficial del barrio, ha dicho que me veía súper mona y súper delgada. Y si esa mala pécora me ve bien, es que tengo el caderamen otra vez turgente, singular y apetecible como el de una quinceañera humana o una dosañera en perra.

De cotillas del barrio me queda por pasar el examen de la Loli, que siempre dice que le parezco muy simpática pero que nunca sabes qué puñalada te puede clavar en cuanto te das la puerta. Cuando el Chico Guapo, ay, estaba con nosotros, la muy malvada le decía al Gafapasta "¿Y el otro qué, no hace nunca la compra? Pues menudo novio te has echado". Como os lo cuento, y el Gafapasta se lo contaba al Chico Guapo muerto de risa, y el Chico Guapo se enfadaba muchísimo y cada vez que volvía con alguna bolsa del supermercado y pasaba por delante del balcón de la Loli gritaba, "A ver, a ver, ¿están las brujas mirando? Que vengo del Lupaaaaa".

Pues eso, que un retro-culo impecable. Estoy también retro-obediente. Y también por culpa de la Ginebra. La Ginebra por si os despistáis es el nombre de la huérfana golfona, no el licor. Porque ya que estoy tan años setenta, ahora para el aperitivo tomo antiguallas como Cynar, Campari, anisettes y pastís, que es como más francés. Pues eso, que cuando la Gin se pone rebelde y desespera al Gafapasta, aprovecho y mientras intenta trabarla y echarle una buena bronca, me voy yo a perseguir gatos por las escaleras y las esquinas, que me encanta asustar mininos absurdos hasta que se suben a un árbol. Y luego salgo de tapas por la comida que les dejan las vecinas debajo de los coches. Si el Gafapasta me llama, me pongo el MP3 a todo volumen con el temazo de Jeanette ese de "Yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así, porque nadie me ha ladrado con amor" y todo eso.

Cuando me da la gana, y el Gafapasta ya está histérico porque en cuanto controla a la borrachuza me le revuelvo yo, vuelvo en plan remolón y haciéndome la buena, que el papel de Santa Bernardette Soubirous lo bordo y miro a las azoteas como si estuviera allí la mismísima virgen planeando. El Gafapasta empieza a decir cosas horribles y a preguntar si no me da vergüenza y si ahora voy a empezar a comportarme como una perra malcriada y caprichosa.

Y yo, Chica Seventies total, miro con una desgana que es medio hippy medio psicodélica, y como si fuera Nadiuska le contesto entre dientes y con total descaro "Mí no comprender".

Y si no sabéis quién era la Nadiuska esa y por qué digo lo de Mí-No-Comprender os lo estudiáis, ignorantonas.

martes, 9 de agosto de 2011

Loca Noche de Beach


Desde que la Gin y el Gafapasta van a las manifestaciones de los indignados, les ha entrado la obsesión por saltarse las ordenanzas municipales y marcharse a galopar por las playas cuando no mira nadie. La cosa es que la barriobajera kitsch necesita desfogar las energías adolescentes y mejor que sea levantando estelas infinitas de olas y arenas que destripando los sofás de casa (como hizo esta tarde) o confundiendo las cacas de las gatas con bombones de licor (como en este mismo momento, la muy cerda). Y además el agua del Cantábrico va estupenda para que termine de cicatrizar los puses que le quedaron en la barriga después del paso por el matasanos para que una irresponsable de tamaño calibre no pueda nunca ser mamá.

A mí me gusta la playa y correr detrás de Ginebra y chapotear como una chiflada entre las olas. Y volver perdidita de arena color pastor de Brie (¿o somos los pastores de Brie los que tenemos color arena? ay, Anubis, que el alzheimer me está matando) y dejarle los pasillos al Gafapasta como si fueran un barrio periférico de Ipanema.

El caso es que esta noche el Sardinero estaba requetebonito a eso de la una de la mañana, con una luna estupenda y el horizonte lleno de barquitos con luces como de verbena marinera, de esos que pasan la noche en altamar para no cotizar en el puerto, los muy ratas. Pero quedan monos como atrezzo. De pronto el Gafapasta, poseído por una especie de espíritu hippyplayero y por las horteradas que tiene grabadas en el empizrí o emepetrés o como se diga se pone a mover el culamen como si fuera la nieta torpe de Carmen Miranda y a cantar Hakuna Matata a voz en grito.

Yo no sabía dónde meterme, qué bochorno, hasta que vi que no había nada y decidí dar rienda suelta a mis naturalísimos instintos. No sé muy bien si ponerme tiernona al comprobar que el Gafapasta, que ya es talludito, vamos, siga escuchando bandas sonoras de Disney (estoy segura de que de mayor, detodavía más mayor, le gustaría ser sirenita para ligarse al chulazo del príncipe) o si preocuparme por su salud mental. Pero a golpe rítmico de cadera no hay quien me gane, así que me puse a seguir el compás con culazos a diestra y a siniestra y contagiando con mi coreográfico entusiasmo a la mema de Gin, que baila fatal poniendo una cara de lerda tremenda que a ella le parece sexy. Puff.

Visto lo visto y olfateado lo olfateado, se me ocurrió organizar una coreografía como la de la película. A la Gin le dije que ella hacía de Rey León, porque tiene mucho afán de protagonismo, y que por eso iba a ir la primera de la fila danzante. O sea, que iba a hacer de Timón, que es un suricato casi tan absurdo, mononeuronal y atorrante como ella. Al Gafapasta le dije que él haría de Rey León y que por eso se iba a poner a bailonguear en medio, porque como todavía se cree que en esta manada manda él (¡Juas!) pues así va feliz. Haciendo de Pumba, y poniendo esa cara que tan bien y natural le sale de facócero feo, gordote y apestoso.

Finalmente yo, que soy la única con dignidad suficiente y artes interpretativas como para ocupar un papel dramático y protagonista, me puse a la cola discretamente, para, yo sí, hacer de Rey León y robarme toda la escena.

Lo mismo os queréis apuntar al optimismo de la noche, y por mí que no quede. Pero que sepáis que sólo quedan papeles de figurante hiena y de figurante tití. Vosotros mismos.