martes, 18 de diciembre de 2012

LO DEMÁS ES SILENCIO


Aunque algunos no se lo crean, yo escribo siempre en serio. Otra cosa es que lo haga con este gracejo de Brie que Anubis me ha dado. Pero siempre en serio.Y puede que hoy más en serio que nunca. Que le he mirado al Gafapasta con una mirada larga y tristona y le he dicho que me quiero marchar y le he pedido que me ayude.
Ya os imagináis, él se ha puesto intenso y llorica y me ha dicho que a lo mejor la Bruja de la Bata Blanca encuentra una pócima que me anime y yo le he dicho que sí, que a lo mejor, pero que me ayude a marcharme con la dignidad y la tranquilidad con la que nos marchamos los animales.
Le he dicho lo mismo que le dijo el Chico Guapo cuando se fue, que estoy tranquila. Porque sé, como él sabía, que he pasado por estos parques y estas playas y estos tourmalets y estas caricias sin hacer daño a nadie, sólo dando y recibiendo cariño. Así que he sido muy feliz. Y le he dado las gracias. Porque yo sé que muchos perros no tienen la misma suerte. Claro que hay gafapastas que tampoco la tienen. Que soy yo una perra muy perra y no es fácil encontrar la lisura que derramo cual flor de la canela. Así que también él ha sido afortunado al tenerme a su lado, como afortunado fue por encontrar al Chico Guapo.
Le he dicho a la Gata Tonta que si tratara de afinar un poco cuando miaga como una neurótica, tal vez podría ser cantante de ópera. Pero ella no ha entendido nada porque dice que hablo raro y que palabras como cantante, ópera, afinar, que y de no están en el diccionario. Y a la Gata Mala que haga el favor de controlar un poco las chifladuras de la Poligonera, que ella y yo somos las únicas de la manada con un poco de sentido común.
A Gin, pobrina, le he dicho que me voy de viaje, para no disgustarla. Porque me pega en el hocico que la nena se va a disgustar, que ha estado muy pendiente de mí estos días, olisqueando y mareándome y comiéndose las cosas ricas que yo no me quería comer. Y que puede usar mis blusas y mis taconazos, pero que como se le ocurra combinarlos con pantalón de chándal vuelvo rabiosa y la muerdo. Me da igual que sea negro con dorados o dorado con negros. La muerdo.
Al Gafapasta no le digo nada, sólo le miro. Porque si intento decirle algo más se me hace como un nudo tonto en la garganta. Que una cosa es que esté tranquila y digna y sepa que ha llegado el tiempo de viajar más allá del Arco Iris y otra que no le vaya a echar mucho de menos, que al fin y al cabo ha sido el gran amor de mi vida.
Quería que supiera que me gustaría estar siempre con él pero que eso no es posible y que también me preocupa qué estará haciendo al otro lado el Chico Guapo, tanto tiempo solo, y que ya me toca cuidarle y que los dos le estaremos esperando over the rainbow, disfrazados de estrellas. Quería que supiera que esperaré uno de esos poemas preciosos que escribe, pero que quiero salir glamourosa y elegantosa o mejor, juguetona, cachorrona y feliz-feliz, nada de tonterías y de dramas. Y también quería que supiera él y que supiérais vosotros que me gustaría que este blog tan personal llegara a convertirse en un libro para que se convierta en un gran éxito y gane mucho dinero para ayudar a los perros abandonados, que cada vez hay más hijodelagranputa suelto (no es taco, es definición científica). Y que me parece a mí que a Sos Setter le vendría muy requetebién un poco de colaboración.
Y a todos los que leéis el blog, y a los que no lo leéis pero me decís cosas y me hacéis mimos y carantoñas por la calle, daros la enhorabuena: no todo el mundo logra tener a una diva de las de verdad tan cerca. Os quiero también, desaboríos.
Me voy a dormir un rato mientras el Gafapasta se decide.
 The rest is silence.

domingo, 16 de diciembre de 2012

UN GRAN DADO AMARILLO


Como me ve muy desmejorada, tengo a la Poligonera mimosona. En el fondo es muy rica, y cuando voy muy despacio, pero que muy despacio, por la calle, ella trota y galopa como la chiflada que es, pero de vez en cuando se para en seco, me mira, y se sienta a esperar, y cuando llego me da un besito. Vamos, que después de chupar todas las porquerías de la calle que se encuentra me las deja a mí en el hocico. También espera cuando el Gafapasta me sube las escaleras en brazos, que él también es muy rico y se preocupa por mí, pero no acabo de entender esa manía suya de vivir en la cima del Tourmalet y sin ascensor. Al menos para un pequeño tramo he descubierto una cosa muy cómoda que se llama "escaleras mecánicas". Antes no las usábamos porque estaban un poco a desmano y porque el Gafapasta es raro. Al principio me daban miedo pero luego es como si fueras volando y viendo el paisaje, súper cómodas. Creo que tendrían que hacer algo parecido para llevarme de excursión de escaparate en escaparate.

Rico y atento y cariñosón el Gafapasta es, pero un poco melodramático, que también dice estos días que yo habría sido más feliz en un campo enorme lleno de ovejas. Sí, hombre, con lo calentita y mullidita que he estado yo siempre en casa y este se piensa que tendría que haber sido campesina y proletaria. Pues no, yo soy muy de izquierdas, pero de izquierda divina-caviar de esa, que alguien tiene que reflexionar y beber champagne. Si acaso, habríamos estado bien el Chico Guapo, el Gafapasta y yo, sin gatas, en París. No sé si a la derecha o a la izquierda del Sena, que el Barrio Latino es molón pero hay más fiesta y animación en Le Marais. Pero eso es lo de menos, con el Gafapasta he estado siempre muy atendida y muy requetequerida, que es lo que cuenta, así que una vida de diez. O por lo menos de nueve con tres.

Y es que le contaba yo a la Gin en plan melancólico cómo empezó todo. Que llegaba yo toda estresada y despistada de viajar en coche, que venía sin mi mamá y sin mis hermanitos y de pronto me ponen delante de un tipo raro que dice "¿Glenda?". Y yo no sabía ni qué era eso de Glenda entonces, pero me gustó tanto el tipo raro y me gustó tanto lo de Glenda que me enamoré de él sin poderlo remediar y me fui a darle unos besitos. Y luego llegué a la casa de la cima del Tourmalet y me encontré un dado enorme de color amarillo, enorme para lo menudencia que era yo entonces, y me puse a jugar como tonta hasta que me agoté, y me dio una cena rica y me puso en una camita. Pero yo no quería separarme de él así que me fui de la camita cuando vi que estaba dormido, me acerqué a la silla donde había dejado tirada su ropa (desordenado es un rato el Gafapasta) y le robé un jersey de una lana finísima y de un diseño especial que ya me llamaba la atención, y al lado de la cabecera de su cama hice un lío con el jersey, que olía a Gafapasta, me traje el dado amarillo y me quedé dormidita y feliz.
El por la mañana cuando me vio se puso a soltar baba y así hasta hoy. Qué recuerdos tan bonitos, ay. Y que babas tan pringosas.

CIENTO VOLANDO


Dice la Gata Mala, Anabotella, que con lo de Evita y el Don't Cry For Me he estado sobreactuada y que mira, que días después sigo vivita y coleando y haciéndome la interesante. Muerta de rabia rabiosa es lo que está, muertita de rabia. Porque no han compuesto ninguna ópera rock pensando en ella como protagonista, porque sólo se acuerdan de ella para hacer papeles de bruja fea y porque como alcaldesa del pasillo es lamentable. Tampoco sabe nada de teatro y de poderío escénico, que yo sé que estuve brillante y auténtica. Porque es verdad que estoy completamente arrechuchada, y no estoy coleando de ninguna manera porque hasta agitar este espléndido plumero peludo que tengo por rabo me agota. Si ni pechuguitas de capón al Sauternes me apetece comer, con eso os lo digo todo. Aunque de vez en cuando como algo de comida de gato, de la rica, esa de carne picadita y en salsa, para fastidiar a la Gata Mala, que aunque en casa hay latitas ricas el Gafapasta a ella y a la tonta sólo les pone en el plato esas bolitas con aspecto de caca de conejo liofilizada.

También le da rabia que escriba este artículo en el blog, porque el otro día escuché a la muy bicho diciendo a la vecina del primero esa que es tan bicho como ella que dónde se habían visto esas pretensiones, que una perra pretendiera mantener un blog hasta el número cien. Pues contad si son ciento y está hecho, parejita linda.

Yo lo que estoy es en un subeybaja físico y emocional. Estos días pasados estuve medio animada y le dije al Gafapasta que quería pasear por el centro, ver el escaparate de Percha, tumbarme al sol cual lagartija en la Plaza de Pombo y resolver algunos asuntos. Pero tanto trajín me dejó baldada y desde el viernes soy pura languidez románticay se me está quedando la mirada sin brillos.

Por lo menos aproveché para comprarme seis o siete vestidos divinos, con sus respectivos kits de complementos, no vaya a ser que me vea en Nochevieja y sin nada para estrenar. Que hice una tontería porque al volver a casa me encontré una carta simpatiquísima de Lacroix diciéndome que me odiaba porque nunca había lucido uno de sus diseños en ocasión relevante y que este fin de año era suyo, y me enviaba junto a la carta simpatiquísima un traje de noche todavía más simpatiquísimo lleno de gasas, tules, encajes, bordados y volantes en blanco y plata que vais a flipar, cachorros.

También dejé arreglados con Gaspar los encargos. Nos seguimos odiando, él desde que le mordí la nalga por entrar en casa por la ventana, y yo desde que se vengó dejándome como regalo un vestido horrible. Pero le dejé claro que sus tonterías no tienen que afectar al resto de la familia y estuvo de acuerdo. Así que Anabotella tendrá el saco de carbón que su perversidad se merece, y que le pondrá la casa perdida al Gafapasta, y Tiberio, la Gata Tonta, un bonito libro de autoayuda que se titula "Mi estupidez y yo".

Como Gin, mi pequeña poligonera, va a necesitar jugar mucho para no estar tristona, le he encargado un montón de complementos para la Barbie Albericia que recibió por su cumpleaños: La Jargoneta Tuneada, el Puesto del Mercadillo, el Parque del Botellón, y la Nave Industrial con Discoteca Chimpún. Espléndida que es una. Y para no quedarme corta, el Ken Tatuajes, que no sé por qué me parece que el Ken macarra este le va a gustar más al Gafapasta que a la Gin, así que por si acaso he encargado dos, uno en rubio y otro en moreno.

De todas formas, sigo llamando la atención por donde paso. Y ya me han dicho que estoy requetemonísima y requeterrecuperada en esta foto. Claro, es que el verde pasto siempre ha combinado divinamente con mi color de pelo. Y mis años de modelo ayudan a disimular los huesos esqueléticos que se me salen ya por todas partes. Si parece que estoy de veraneo campestre en vez de en medio de un diciembre horrible, tirada al lado de casa porque después de hacer pipí color cognac ya ni podía moverme, ay.

lunes, 10 de diciembre de 2012

DON'T CRY FOR ME, GAFAPASTA



Todo tan revuelta estos últimos días que tiene una que hacer todo un esfuerzo para no perder la cabeza y centrarse en lo que importa. La gata tonta ha sido invitada a una escuela para mininos superdotados y lleva dos semanas intentando resolver el ejercicio de acceso, que consiste en señalar siete diferencias entre un gato y una zambomba. Por el momento ha descubierto ... ninguna. La gata mala, visto su fracaso como alcaldesa madrileña, está enviando currículos para ver si la contratan de villana en la próxima de James Bond. Y Gin corre para arriba, fisga para abajo, lame a la derecha, chupetea a la izquierda y provoca dolores de cabeza hacia los cuatro puntos cardinales.

El Gafapasta, por su parte, está ensayando para protagonista de culebrones mejicanos o melodramas hollywoodienses o de Chamberí con sello Almodóvar. Porque está que no gana para mocos y lagrimones. Ni Norma Shearer en sus mejores interpretaciones, Anubis mío. Qué pesado y qué lánguido y qué poca contención.

Yo estoy arreglando voluntades y últimas horas. Pensaba desaparecer entre bastidores, con discreción, pero eso no es digno de mí. Así que me he decidido a protagonizar una salida espectacular como corresponde a mi glamour y mi categoría. Porque no puedo ni con los gimoteos del Gafapasta ni con los vuestros y he decidido que me voy a marchar entre sonrisas. Pero antes os voy a hacer llorar a base de bien para vengarme de la turra sentimental que me estáis dando. Voy a cantar. Una idea fue el divertido "Glendamaría se fue buscando el sol en la playa", pero no tiene dignidad para la circunstancia y los bikinis de rayas son horteras hasta el vómito. Empecé a repasar en mi repertorio standards de las pocas megadivas que han estado a mi altura, y había cosas adecuadas de Mina o de Edith Piaf. Hasta que recordé que Andrew Lloyd-Weber compuso Evita pensando en mí como protagonista, aunque luego las intrigas de un productor muy de derechas, muy seborreico y con muy poco gusto, me apartó del estreno. Qué gran momento salir de escena con una versión adaptada del No llores por mí, Argentina , qué gran momento.

Imaginad la escena. Abarrotada la sala. Un escenario con tenues luces y un maravilloso centro con rosas color champagne, mis favoritas. El camerino lleno de joyas y flores regaladas por mis admiradores. Un Balenciaga exclusivo, por supuesto, en azul noche con zafiros bordados y una estola de encajes. Cerráis los ojos, recordáis la música y me acompañáis susurrando con elegante dicción :

Será difícil asimilar
que ya es tarde, que llega el final.
Que es la última gota
de Chanel Number Five.
Dejo esta casa
donde tanto he vivido, tantos años pasé,
digo adiós a las gatas y a Gin:
Soy estrella en el cielo por fin.

No va resultar fácil dejar atrás
mis vestidos, mis joyas mi paz,
una vida tan dulce
siempre llena de luz.
No queda tiempo:
hasta el sueño más bello tiene que terminar,
así que ahora recojo y me voy
sin siquiera esperar al capón.

Don't cry for me, Gafapasta,
he sido feliz contigo:
cada sonrisa te la dedico,
te doy las gracias, mi amor, mi amigo.

Me espera el Chico Guapo para jugar
al balón en las nubes de abril
y echar juntos la siesta
a la orilla del sol.
Allí os espero,
una fiesta infinita de faisán y champagne,
allí llena de vida, allí:
Una eterna cachorra de Brie.

Don't cry for me, Gafapasta,
recuérdame con cariño:
sonríe siempre, bebe la vida,
hazme un poema, búscate un lío.

No quiero tristezas ni llantos al despegar.
Tenedme en la memoria con ternura:
Yo no os voy a olvidar.

Dont't cry for me, Gafapasta,
he sido feliz contigo,
cada sonrisa te la dedico,
te doy las gracias, mi amor, mi amigo.

Mi amor, mi amigo.

Así se despide una diva. Me voy a arreglar unas cosas que quedan por ahí y a mordisquear con desgana la comida de gato que me ha puesto para cenar el Gafapasta y es lo único que me apetece. En uno o dos días os cuento.

Love, babies.

sábado, 8 de diciembre de 2012

DESHAUCIO TEMPORAL DE ANABOTELLA


Que el Gafapasta tiene amigos tirando a absurdos y raritos es cosa sabida. Pero no pensaba yo que fueran a llegar al límite de quejarse porque dicen que cuento pocas cosas de las gatas. ¿Qué voy a contar yo de las gatas? Que son seres malignos y grotescos con delirios de grandeza que se pasan la vida con la barriga al sol subidos en cosas altas para mirarnos por encima del hombro y de vez en cuando dicen miau. Los gatos se dividen en malos y tontos. Como los humanos, más o menos. Los malos te miran con ojos de cabra en pleno aquellarre y los tontos te miran con ojos de ¿locuálo? Nunca es buena idea tener un gato cerca, pero ya de cometer el error, es mejor tener uno malo y uno tonto para estudiar sus comportamientos y enviarlos a revisas científicas. De hecho, entre mis últimos estudios está el que mereció el Gran Premio Cat Science, titulado Influencia del nombre absurdo en la maldad del gato , que se apoya en largos años de observación sobre Anabotella Miércoles, la Gata Mala. Aunque todavía no he sido capaz de determinar al ciento por ciento si se volvió mala porque el Gafapasta tuvo la ocurrencia de llamar al bicho Anabotella o si fue el hecho de llamarse Anabotella el que contribuyó a forjar en el animalejo su personalidad diabólica.

El caso es que Anabotella no está bien estos días, ya os dije. Anda melancólica porque dice que todos la atacan por irse a un spa de Lisboa en plena crisis madridarenesca y que por eso quieren quitarle la Alcaldía de Madrid. Y lloriquea por los rincones que ella nunca ha estado en Lisboa. Y eso es verdad, que lo digo yo con mi argumento de autoridad. Porque ella lo más lejos que ha llegado, si descontamos la fase putón aquella en que se nos tiró por la ventana, se nos benefició a la mitad de los gatos del barrio y nos volvió preñadísima, es al portal. Porque tiene la costumbre de escurrirse entre las piernas o las patas o lo que sea que tengan los humanos del Gafapasta y correr escaleras abajo. Yo creo que para organizar aquelarres con la vecina del primero, de bruja a bruja y tiro porque me estruja.

El Gafapasta, en su línea, no suele enterarse de nada. Que el otro día se levanta a beber un vaso de agua a eso de las cinco de la mañana (ya sería aguardiente, ya) y dice "qué pesado ese gato de la calle, que no hay manera de que se calle". Y va así pasillo arriba cocina abajo jurando en birmano de la tierra media hasta que de pronto dice "¡Recórcholis!" , abre la puerta y comprueba que el gato pesado era la Gata Mala, Anabotella, acurrucada en la puerta, medio helada de frío y con más cara de odio al mundo que de costumbre. Que se había marchado de brujerías y al volver el Gafapasta le había dejado la puerta cerrada. Así que se pasó la noche desahuciada y molestando al vecindario. No creo que vaya a aprender la lección, porque la muy bicho no se pilló ni un mal catarro. Y me parece que está preparando vudú para fastidiar al Gafapasta por echarla de casa toda la noche y para fastidiarme a mí por no avisar. Que dice que muy pastora muy pastora pero que no controlo al rebaño.

Claro que semejante maullido fuera de lugar sólo se merece una respuesta: So Borrega. Y me quedé tan pancha.

En fin, que estaba yo pensando, ¿si esta Navidad en vez de capón asamos gata qué salsa iría bien?

viernes, 7 de diciembre de 2012

DOPADA HACIA EL HORIZONTE


En esta ciudad del Gafapasta glamour y estilazo, lo que se dice glamour y estilazo, poco. Tengo glamour yo, tienen glamour Araceli y los divinos vestidos y bolsos y zapatos que me trae a Percha, como ese Valentino de encaje negro que pienso lucir en Nochevieja, y si no estuviera tan chiflada, tendría su punto La Zapatera Prodigiosa. Lo demás todo como demasiado británico. Un horror. Y claro, una no puede ser una estrella en decadencia en una ciudad sin glamour. Porque la que ha sido diva, tiene la obligación de envejecer convirtiéndose en adicta a algo. A las drogas de alta costura o de diseño o como se diga, a la cocaína con caviar, al champagne con valium, a las fresas con chocolate. Pero a mí va La Bruja de la Bata Blanca y me dice que tengo que hacerme adicta al Adiro. Y no es lo mismo, que cómo va a ir una cual rutilante estrella en picado a la clínica Betty Ford a decir, hola soy Glenda y soy adicta al Adiro. Ni te queremos Glenda ni factura millonaria ni tratamientos de spa con chulazos y daiquiris: te dan con la puerta en las narices y te gritan que aquello no está para bromas sino para viejunas en crisis.
Pero nada, Adiro que te Adiro está una mientras el Gafapasta escribe crónicas lacrimógenas en sus ataques de intensidad y tontuna. Que le agradezco yo que me quiera tanto y que lo cuente, que para eso le nombré graciosamente mariscal de campo de mi club de fans. Pero va a acabar preocupándome. Que sí, que a ver, que yo también le quiero mucho mucho, como la trucha al trucho, y que ha sido, es y será el humano de mi vida. Pero tampoco voy a convertirme en una chiflada happy-happy que pasea por las calles chupeteando y la boca de todos los que se ponen a tiro de salto: para esa ordinariez ya tenemos en casa a nuestra setter favorita.
Me parece que la tontuna del Gafapasta se os ha contagiado un poco a todos, y claro, es verdad que estoy un poco flacucha, que los escotes no me quedan ya tan turgentes y espectaculares. Y que cada vez que intento ese mítico quiebro de cadera con el que volví locos a tantos galanes oigo como si algo hiciera un ruido estúpido por la columna, me crujen los corvejones y me caigo. Pero planes sigo yo llena de planes. Y el de dar el espectáculo no está entre ellos, que como saque yo mi magistral caracterización de Melodrama Rubio sí que os vais a enterar y a llorar junto a los Ríos de Babilonia a ritmo bíblico de Boney M.
Mis proyectos son como de otro tipo. Por ejemplo, escribir mi carta a los Reyes Magos para volver a explicarles que soy Republicana y Jacobina, pero que lo quiero todo. Y nada de chaneles en color guinda como la broma del año pasado. Quiero todo lo que tengan que se pueda combinar con cierta facilidad. Y además de todo, un edredón de seda natural relleno de plumón de cisne negro, que para la artrosis tiene que ser muy reconfortante. También he comenzado la campaña navideña de guerra psicológica contra el Gafapasta: cuando pasa a mi lado susurro cual sirena homérica quiero capón, quiero capón, quiero capón. No vaya a ser que se le olvide reconfortar mis mimos con esa deliciosa carne. Aunque si cambia el capón por pintada o por faisán tampoco me importa. Un salmonete puede estar bien para que se lo repartan las gatas, y una hamburguesa del McDonald's para Gin.
Así que chicas, chicos, menos Gafapasta llorica y más alegrías. Que ya sé yo que estoy de camino hacia otros horizontes, en plan Vete-hacia-la-luz-Caroline. Pero que sepáis que si me tengo que marchar no es ya que me vaya a marchar llena de dignidad: es que me voy a marchar con pasarela, alfombra púrpura, fanfarrias, abanicos y corte de admiradores. Que una es como es y vale lo que vale.
Os quiero. Pero menos que al Gafapasta, eso que quede claro.


martes, 4 de diciembre de 2012

EL NOBEL QUE VIENE


Resulta sorprendente que todavía no me hayan dado ningún Nobel, pero tengo previsto ganar tres o cuatro en el 2013. El de Literatura está cantado, que sé yo que circula mucho por la Academia Sueca mucho este blog mío de mí misma entre expresiones admirativas. Y con los esfuerzos que estoy haciendo para evitar que Gin muerda a Tiberio, que Tiberio arañe a Gin y que la vecina del primero ni muerda ni arañe al Gafapasta,  el de la Paz parece obvio.

Pero como yo soy siempre sorprendente he decidido apostar fuerte por el de Física. Que con esto de que llegan los fríos al Gafapasta le ha entrado el ansia por la sopa y se pasa el día cociendo caldos. El caldo es rico, sí, pero te da muchas ganas de pipí y no tengo yo la vejiga como para alegrías. Pero mucho más rico lo que pone para que el agua tenga ese color dorado y ese olor sabroso y ese sabor a bichos y pastos tan fascinante, que parece que practica brujerías gastronómicas.

Él, las cosas como son, muy de comer sano-sano no es. Así que una vez extraídos los jugos todo lo que apeste a verduras nos llega bien repartido a los comederos: tres partes para mí, una para la poligonera, tres para mí, una para la poligonera, y así hasta que se acaba la manduca. A las gatas no les da nada porque dice la cursi de Anabotella que ellas son carnívoras ciento por ciento y que no pastan como las vacas. Pero Gin y yo somos más de aprovecharlo todo-todo con una omnivorez compulsiva. Que se cree la gente que los perros sólo comemos carne, pero somos un poco como Platero, peludos y suaves, y nos gustan las naranjas mandarinas y los higos con su gotita de miel. Juanramoniana que se ha despertado una, oye.

Así que nos pone unas zanahorias y unos colinabos y un poco de berza y muchos muchos puerros. Y precisamente de los puerros va a salir mi Premio Nobel de Física. Porque bien trajinados por mi delicado estómago de diva generan cantidades industriales de energías renovables de esas que están tan de moda y que tan limpias parecen a los listos. Es tomarme unos puerros escurridos y empezarme la pedorrera compulsiva. Y he llegado a la conclusión de que en el mismo momento en el que consiga dar con el modo de controlar la transformación energético-pestilente del puerro y de almacenarla en unas bolsitas monas o unos tarros decorados vamos a ahorrar muchísimo muchísimo, hacer que quiebren las malvadas eléctricas, aportar energía a toda la comunidad menos a la malencarada del primero y hasta a todo el barrio, y a reinvertir los ahorros y los beneficios en Kenzos para mí, liposucciones para el Gafapasta y puerros para Gin, a ver si de una vez contribuye al bienestar de la humanidad.