Afectada y requetafectada por un alto nivel de estrés de origen poligonero, me lleva el Gafapasta a la elegantísima Clínica María de las Mercedes para someterme a un par de escarnios, digo intervenciones quirúrgicas.
Es lo que tiene lo de ser señora señorona, que como tengas muchas tetas algo te acaba saliendo dentro. Y yo tengo ocho, así que echen la cuenta, multipliquen por el nivel de riesgo al cubo, dividan por pi y determinen el vectorial, aplicando la conocida fórmula matemática “qué lata de mamas”. Pues eso, que tenía yo un bulto tamaño avellana que pronto se puso tamaño cereza del Jerte en el Primero derecha. Si por algo lo de la derecha me da a mí mal rollo jacobino, oigan. Y tenía yo también un bulto grasiento-seborreico en el lateral, que quedaba divinamente disimulado por la divina pelambre, pero ya puestas a dormir bajo los efectos de la anestesia, que corten, que corten.
Ya sé yo que todo por mi bien, que parecen la Veterinaria y el Gafapasta la Guardia Civil con su todo por la patria, pero una no va al cadalso sin unos mínimos de digna resistencia, así que planté culo en puerta y dije que yo no entraba allí ni borracha de salfumán. Que una será vieja pero energía tengo como si fuera una chiquilla. Pero con un tres a uno no hay quien pueda.
Me duermen, me cortan, me recortan, me aprietan, me exprimen, me extraen, me cosen, me bordan en filtiré… me dejan allí tumbada, atontada, anestesiada, abotargada y echando baba como si fuera una de las fuentes de Versalles pero sin patos… Un horror, oigan. Hasta que por fin vuelve el maldito Gafapasta con cara de preocupado, me sacan del cuartucho de reposo, le doy un empujón que le crujo la rodilla y troto hacia la puerta hasta que el sinvergüenza de él, sin pudor alguno, me engancha del rabo y me frena en seco. Que ni respeto por mis cicatrices de guerra tiene, ay.
En fin, que yo sigo estupenda y que aunque el Gafapasta se ha empeñado en que haga reposo de balneario yo le he dicho que a mí ahora de la calle no me saca nadie, que quiero trote, galope y fiesta. Y que además, la elegancia a una le puede, tengo que lucir el costurón del costado. Se lo encargué a Pierre Balmain, que me gusta me gusta lo que está proponiendo para este otoño, y así me compro un trajesastre en Percha a juego. Y claro, a Balmain le ha faltado tiempo para enviar un modelo de costurón exclusivo para La Gran Diva, o sea, Moi. El costurón de la teta es también exclusivo, elegantísimo y de diseño. Regalo de Gaultier, que como sabréis por Madonna es especialista en convertir las tetas en cosas extrañas pero súper fashion. Y sí, ya sé que estaríais encantados de verlo. Pero una es una dama, so pervertidos.
No se me olvide avisaros de que si queréis saber más, podéis comprar el Vanity Perras el mes que viene: vuelvo a ser portada, como cuando hubo rumores de que tenía un lío con Rin Tin Tin. Qué tiempos locos aquellos, ay.