lunes, 25 de julio de 2011

Partido de Guaubol


Bajaba yo al parque esta tarde poseída por la garra charrúa más intensa, feliz porque el paisito del Chico Guapo, Uruguay, se había proclamado campeón de la Copa América y con ganas de demostrar lo que vale me corazón cuando se pone celeste.

Es que desde que descubrí que se podía correr detrás de una cosa muy divertida y esférica llamada balón, y que la cosa consistía en quitársela a algún chavalón mientras él la guiaba con las patas y morderla hasta que hiciera pffffffffffffffffffffffffffff pues me hice fan, pero muy fan de tan sutil deporte. El Gafapasta dice que lo del balón a él como que buffffffff y que le da pereza, pero que cuando los chicos se convierten en chicarrones y crecen, entonces se les ponen unos muslámenes que mmmmmmmmm.

Y tuve hoy suerte, porque estaba yo allí como con ganas de correr cuando aparecieron mis dos rubios favoritos, Sergio y Ángel, que ya van creciendo desde que yo hacía de medio mamá mimosa de Ángel y le lamía la cara y la requetelamía mientras él se ponía tontón y se reía y su abuelo nos miraba al Gafapasta y a mí como poco convencido. Venían con balón y con unos amigos y como siempre que me ven empezaron a llamarme y a hacer chulerías y monerías con el balón, así que llamé a la Gin y me dispuse para luchar como una perraca contra aquellos cinco muchachotes.

Gin corre mucho, así que le dije que jugara de delantera, en plan saeta rubia, que ya me dedicaba yo a la defensa y los paradones, que me gusta eso de entrar a las pantorrillas y pastorear a los contrarios. Pero es que con la poligonera ésta no se puede contar, que en vez de estar atenta al partido ve un gorrión y a correr detrás como una loca, ve una paloma y a correr detrás como una lerda, ve una lavandera y a correr detrás como una mema, ve un mirlo y a correr ... bueno, ya os hacéis una idea. Así que me dejó sola frente al peligro. Y una hora de partido que me tiré. Y no os vayáis a pensar que he jugado estupendamente bien. A pesar de que Sergio tiene un juego de piernas que me marea, y que Ángel en cuanto pillaba la pelota salía corriendo como alma que lleva el demonio, pero yo detrás marcándole con afición y echándole mordiscos al culete hasta que le acorralaba y pedía socorro.

El Guaubol es un poco raro, así que al final no sé quién ha ganado ni nada. Pero yo me lo he pasado chupi-cachupi. Aunque al final el balón era como duro y no conseguí en anhelado pfffffffffffff final, sniff.

Gin sigue por el parque a ver si atrapa algún pajarraco, pero me parece a mí que va de culo y contra el viento. Por insolidaria y mala compañera de equipo.

martes, 19 de julio de 2011

Aquí no hay quien viva.


Una es además de mona listuca y cultivada. Y por eso iba a titular este post "Et in Arcadia Ego", pero me temo que no os ibais a enterar de nada, que lo del latín ya sé yo que lo lleváis fatal.

Pues sí, señoras y señores, resulta que yo vivía en la Arcadia, en un universo pequeño, feliz y apacible hasta que al Gafapasta se le ocurrió la feliz idea de formar una familia numerosa.

Primero llegaron las gatas. Dos. Que se parecen a las hermanas del Abuelo del Gafapasta, esas a las que con tanto cariño llama La Tonta y La Mala. O sea, la Tiberio y la Anabotella. Que lo único bueno que tienen es que están un poco despistadas con eso de los nuevos modelos familiares y se piensan que soy su mamá (¡Serán ridículas!) y eso me permite reñirlas y darles un par de mandobles bien dados cuando me hinchan el hocico.

Luego llegó el Chico Guapo. Que fue el único acierto. Del Gafapasta, porque mira que el Chico Guapo podía haber elegido mejor, pero qué se le va a hacer: los caminos de Dior son inescrutables. Y mira, con el Chico Guapo sí que estaba yo a gusto, que si un día me echaba con él la siesta, que si me hacía unos mimos, que si me enseñaba por cam a sus sobrinas como si yo fuera una estrella del Jolivú de los años dorados. Y cuando tocaba yo le cuidaba con todas mis atenciones eh.

Y luego se marcha el Chico Guapo y lo primero que se le viene a la cabeza al patético del Gafapasta es pensar que queda algo de espacio libre (no sé dónde lo verá el muy cebollo, ni que viviera en Versalles) y que le da pena una setter arrabalera, poligonera y borrachuza, y mete en casa a la Gin para que lo ponga todo patas arriba.

En fin, que con lo bien que yo vivía, ahora que ya es una un poco señora mayor interesante y que empieza a pensar que tiene que ponerse unos pañuelos de cuello de seda natural de, pongamos, Valentino o unos Moschino preciosos que vi por ahí, resulta que tengo la impresión de vivir atrapada por una edición especial de Sálvame.

Sí, sí, que ya veo que os estáis riendo. Pero es que tengo un Jorge Javier (si aparezco descuartizada en los muelles como si fuera cosa de la Mafia, ha sido el Gafapasta, que quede claro); tengo una Belén Esteban poligonera, adicta y gritona (si aparezco desgarrada por unas uñas afiladas con restos de esmalte barato y de mal gusto, ha sido Gin) tengo una Isabel Durán mala malosa y perversa perversosa (si aparezco envenenada después de que alguna pata malvada me cambie el Evian por salfumán ha sido Anabotella). Y hasta tengo una tipa rara a medias entre la Patiño (maleducada, agresiva y ululante) y una aspirante a Generación Nini (si aparezco mirando con cara de pena a una gata tonta que puso al revés la pistola y se acribilló a sí misma es evidente que la gata es Tiberio).

Está claro. Necesito unas largas vacaciones en un balneario fino, pongamos Baden Baden, Vichy o Marienbad, y un grupo tranquilito de amigas para jugar al Cluedo y matar a la Tía Ágata. Qué estrés, Anubis, qué estrés.

jueves, 14 de julio de 2011

QUÉ PLASTA DE GAFAPASTA


Lo del Gafapasta es que no tiene ni nombre ni perdón de Dior, lo mires como lo mires.

Que sí, que nos llevó de manifestación, que eso siempre se agradece. Desde que estuvimos concentradas contra los cazadores le hemos cogido gusto la borracha hooligan y yo a lo de indignarnos en público y en privado. Y hay que reconocer que la nena se portó, bien en contra de su costumbre, de maravilla. ¿Que todos se agachaban? Allá que la Gin aposentaba su trasero en el vil asfalto. ¿Que todos se levantaban y ponían sus patitas humanas a mover el aire? Pues se ponía la Gin a dos patas, se apoyaba en el Gafapasta y subía las patas con más alegría que nadie.

Pero luego el muy canelo presenta un libro de poesía y me deja cerrada en casa. Y eso sí que no se lo perdono.

Bien que deje a las gatas, que todo el mundo sabe que las mininas en general y la mema de la Tiberio en particular son asociales y huelen a fritanga. Que deje encerrada bajo siete llaves a Gin, me parece estupendo. Porque la chica no se sabe comportar y lo mismo se pone a ulular como si fuera una Mónica Naranjo cualquiera que empieza a mover el culo de un lado para otro y monta un desaguisado. Y no te digo ya si encima el libro se presenta en una galería de arte, que ya os conté la temporada que le dio por comerse los cuadros (los buenos) del Gafapasta.

Pero yo soy una señora. Cultivada, encantadora y llena de glamour. Y como sabía que escribe poesía y que además le había dedicado el libro al Chico Guapo, con todo lo que yo le echo de menos, pues ya me había pasado por la boutique para comprarme un traje sastre súper divino y veraniego en un tono crudo con estampados de flores muy pero que muy favorecedor de Trussardi. Y resulta que mientras me estoy acicalando los hocicos, el muy cabrón sale de puntillas para que no me entere y se está de presentación y de juerga con los amigotes hasta las tantas.

Él se lo pierde, que mira que le habría dado yo un toque especial no, especialísimo, a la presentación con mi reconocido donaire. Y como ya le cogí gusto a lo de destrozar libros y mostrar a la par mi enfado haciéndome pis encima de Cinco horas con Mario para protestar contra los malvados cazadores, le dejé bien pero que bien mojado un paquete de libros.

Que para borrar páginas y dotarlas de adecuada pestilencia no hay como unos buenos orines de Brie indignada. A ver si así aprende.

martes, 5 de julio de 2011

Cuestión de Pedigrí


A mí la tal señora me dio mal rollo desde el principio.

Andaba el domingo el Gafapasta mirando los anuncios de casas palaciegas en el campo, porque es tauro, porque no se le ha quitado la grandeza y porque sueña con regalarnos esas amplias y verdes praderas que nos merecemos las niñas. Bueno, que me merezco yo, que para qué fingir y ser políticamente correcta: lo que es, es. Y va y se nos queda mirando al extraño grupo una pareja matrimonial de esas de edad indeterminable pero con tendencia obvia al aburrimiento conyugal.

¿Cómo no me iban a dar mal rollo los tediosos cónyuges si miraban a Gin en vez de admirarme a mí, que lucía esas caderas que han sido la perdición de tantos, ese flequillo sublime, ese donaire donairoso que me caracteriza? Pues no, pues miraban a la inclusera borracha.

Primero pensé, a ver si van a ser los mamones que la tiraron por la ventanilla del coche a la pobretuca. Pero no, resulta que el Aburrido-Él se aproxima al Gafapasta y le explica que ellos tienen una setter del mismo color y que se parece muchísimo y que si es chico o chica, que si se sorprenden porque dice que Gin es chica, y dicen que es muy grande, luego que es pequeña, luego que si esto, que si lo otro. Pero que qué monada, y empiezan a explicarle al Gafapasta "pero estos perros necesitan correr eh".

El Gafapasta soportaba con estoicismo facial intermitente la sarta de soplatonterías que emitía el Dúo Aburrimiento, mientras pensaba por debajo algo como "tú te piensas que soy imbécil y no sé que esto es un setter inglés, cretino". Pero los del dúo no eran hábiles lectores de gestos, me temo.

La Aburrida-Ella, eso sí, tardó cero coma instantes en sacar móvil y enseñar video casero de su setter al Gafapasta. Añadiendo, bueno, la nuestra es que tiene pedigrí, la tuya ... no sé, el veterinario te habrá dicho si es un setter o qué es. Y es que la muy borde y maleducada cambió el gesto de simpatía hipócrita en cuando mi jefe dijo que la Gin era abandonada y recogida, como una Moisesa cualquiera a las orillas del Nilo.

El Gafapasta se defendió educadamente con un No necesito que el veterinario diga si es un setter o no, es bastante obvio que lo es. Que tenga o no pedigrí lo sabrá el cazador que la abandonó. Respuesta de Aburrida-Ella: Ay, con esa cabeza no no, la nuestra la tiene mucho más finita, la de esta es gordota.

Gin como no se entera de nada, feliz sacando lengua larga. Pero el Gafapasta y yo nos quedamos con ganas de morder a la impertinente. Que vale que la Gin sea una petarda insufrible, pero mona es, ordinaria también, pero mona. Con esas pestañitas platino pasadísimas de moda como si fuera Jane Mansfield o la estrella de un puticlús de carretera.

Y me volvía yo para casa pensando ¿y qué más dará tener o no el pedigrí ese? El Gafapasta es de pura raza, y hasta está emparentado con los famosos pastores monegascos esos, el Alberto y la Carolina y la Estefanía, y es mono y listuco. Pero la aburrida absurda por mucho pedigrí y muchas pretensiones que tuviera era fea, ordinaria, maleducada. Y sobre todo tonta del potorro.