viernes, 31 de diciembre de 2010

¡Feliz Capón Nuevo!


Siempre tuve claro que la inversión en aquellos cursos de interpretación del Perra's Studio de Nueva York. No os vayáis a creer que no controlo también el Brecht, que si me pongo de hierático-analítica soy tan esfinge como la que más, pero ese rollo estatuario les va más a las gatas (a otras gatas, que estas dos no sirven para ná de ná).

Pero lo mío es el Stanilawski. ¿Que hay que hacer monerías como si fuera bobita para que se ría la peña? Pues nada, me concentro y muevo el caderamen como una nueva Monroe. Pero lo que mejor se me da es la cosa melodramática.

Y es que una abre un blog para decir esas cosas inteligentes que tanto se echan de menos en una red con demasiadas zarpas humanas y pronto pronto le ofrecen un contrato multimillonario en The New Santanderiner (gracias, Juan, monada) escribir una columna para ladrar a lo Bradshaw. Pero como mejor gusto para la ropa. El proyecto al final se fue a la porra, porque la envidia es muy mala, pero yo callada no me voy a quedar, que lo sepáis. Y ya será en Vogue o en Cosmopolitan, pero una acabará largando todo lo que tiene por largar.

Pero es que además una ensaya esos hociquitos fruncidos de chienne fatale, proclama como la mejor Drama Queen del celuloide su ansia de capón y el Gafapasta se pone nervioso, queda como el malo de la peli (que hasta le han reñido por la calle por no darme el capricho de reinona) y al final se juramenta la buena de Teresa, dice que ya se encarga ella de que yo tenga la cena de cotillón que me merezco, y ayer se presenta divina ella como siempre con una ración bien cortadita y bien servida de capón con ciruelas al perfume de armagnac. Antes de decaer al final de la tarde en el Marítimo mirando al mar a lo Sepúlveda. Lo que es tener amigas con clase.

Yo estoy super agradecida a Teresa, claro, y encantada de que mis dotes interpretativas hayan ejercido el esperado poder de seducción. Pero aunque me llueven las llamadas desde Jolivú, desde la muerte de George Cukor nadie ha hecho nada que me interese en el campo del melodrama. Que de perra Almodóvar como que no me veo, que al manchego le dejas y te pone una escena husmeando contenedores y yo eso no.

Lo mejor de todo será que ahora que ya tengo el merecidísimo capón (ay, Teresa, cuánto te quiero), el Gafapasta se va de cena familiar y nos deja el salón libre para el cotillón. Yo ya estoy colocando los comederos de porcelana de Meissen, el bebedero de Bohéme y la cubertería buena. Para mí capón, para las gatas una de esas pastas asquerosas que les gustan, que pone en la lata merluza con gambas pero lo mismo es mule revuelto con mejillón cebra.

Además he pensado que como el jefe no va a estar, les voy a cambiar a las dos tontas el agua por vodka con ginebra, para alegrar la fiesta, grabarlas y convertirlas en patéticas estrellas del youtube. Ya os contaré.

Si a la hora bruja os asomáis al balcón, estaré ladrando las uvas para todos vosotros. Y así echáis el brindis y deseais la felicidad del 2011 en buena compañía y no con la pulgosa de la Esteban.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Cultureta's Alert: May Day, May Day, le estamos perdiendo


Para cualquiera que siga el día a día de la actualidad más intelectual y glamourosa será evidente que una rompe cualquier molde que le pongan cerca del hocico. Cada día me siento más reinona y más gauche-divine. Lo que no quita para que en este fin de año me tenga realmente preocupada la deriva intelectual del Gafapasta.

El otro día me vino de un concierto dedicado al amor en los albores del siglo XVII con una especie de lagrimón estático y estético recogido en un tubito de ensayo para recordar la intensidad del momento, ha pedido a los Perros Magos una antología de poesía camboyana clásica en nueve volúmenes (versión original sin subtitular) y regresó de ver no sé qué peli de Alex de la Iglesia el otro día gritando "Más sangre, más sangre".

Para terminar de ponerme de los nervios, ha decidido deprimirse todavía más de lo que está yendo a recitales de cantautores intensos al borde de un copazo de gintonic y en vez de capón por Nochebuena me puso en el comedero pato lacado con salsa de bayas bengalíes, porque le parecía mucho más "in" que un pollo gordo de Villalba. Y no voy a decir yo que no estuviera rico riquísimo, pero el estado mental del Gafapasta me preocupa. Me preocupa MÁS, quiero decir.

Estoy intentando devolverle a la realidad así que le he trucado la tele para que sólo pueda ver telerrealidades y gilipoyas gritando como si debatieran o debatiendo como si gritaran, que viene a ser lo mismo. Y le he pedido a sus majestades orientales que le traigan una antología-mix de Lady Guau Guau, que tiene un punto cutre-excéntrico divino, es menos intensa y nos lo podemos pasar chupibomba aprendiendo las coreografías el Gafapasta, las gatas y yo. Pisando a Tiberio.

Pero no sé si va a salir bien. Desde que ha vuelto a salir de casa, le estamos perdiendo.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Noche de Guau, noche de paz.


Esa especie de mandriles post-evolucionados que se denominan a sí mismos como "seres humanos" tienen siempre la manía de apropiarse de todos los grandes acontecimientos de la historia. Y como de ego andan que ni un dogo argentino, pues ellos son estupendos, ja, y los demás ni salimos.

Hay especialistas en Belén (en el de Palestina, no en la de Ambiciones) que siempre han defendido que el Salvador tuvo que ser perro por necesidad. Y es que él mismo dijo lo de "Yo soy el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas". Algo que sólo un Pastor de Brie con un donaire y señoríos como los míos sería capaz de hacer. Bueno, vale, las otras razas de perro pastor también, pero con menos garbo.

A mí de todas maneras, me da un poco igual que fuera un nene rosadito o un lindo cachorrito de Brie. Pero me molesta mucho que en el Portal de Belén pongan siempre a la burra aquella escandalosa y al buey cochino que no hacía más que ponerlo todo perdido y nunca se acuerden del Pastor de Brie que había guardando la entrada del portalico y poniendo un poco de orden. Claro, luego dicen que se salvó de milagro de los soldados de Herodes, pero al nene no le pasaron a cuchillo como a los demás infantes de Belén, niños o niñas, que ni se molestaron los cafres aquellos en controlar si tenían pitilín o potorrito, porque el Pastorazo que le habían regalado a María para prevenir males mayores le explicó a uno de los esbirros a qué sonaba la tibia de soldado bruto cuando se le hacía bien la pinza con una mandíbula superior y una inferior.

¿Se imaginan vuesas mercedes qué jaleo se habría montado allí con la procesión de pastores irresponsables que llegaron cargados de borregas si no hubiera estado allí el Buen Pastor de Brie para controlar pasos y tiempos de veneración? ¿Y la que se podría haber liado si alguna gata estúpida llegada desde las cercanías del Lago de Tiberíades -y no miro a nadie, que conste- le hubiera arañado la carita de lirio al nene?

Yo es que de la historia de Belén, de Belén de Judá, que la de Belén de Esteban me da pereza, sé mucho porque nos la contamos de camada en camada y de generación en generación. Y por eso sé también que lo del tipo gordo y con barbas y disfrazado de pervertido es mentira, que si llega a intentar entrar por el ventanuco -chimeneas no había- el Buen Pastor de Brie le hubiera roído las nalgas con una afición que se hubiera quedado con una talla menos de calzoncillos. Los tres reyes esos sí que llegaron, y eran unos Reyes Majos de verdad, que además de llevar cosas inútiles al Niño, se acordaron de llevar unas pechugas de capón en salsa de ciruelas deliciosas para agradecer al perro guardián todo su esfuerzo de aquellos días.

Claro que los Pastores Alemanes dicen que el guardián del portal era de los suyos. Pero no me imagino yo a un bicho de orejas recortadas y cara de Angela Merkel ni mimando al bebé ni disfrutando de algo tan sofisticado como la pechuga de capón. Que ellos son más de panceta con tocino.

Me da penunca el Gafapasta, que no tiene hoy buen día porque se está acordando muchísimo del Chico Guapo. Pero yo creo que con la verdadera historia de la Navidad algo habrá sonreído.

Y para todos los perros que entráis en el blog y vuestras mascotas humanas, espero que disfrutéis mucho estos días y que el nuevo año os saquen de paseo el doble de tiempo, y os den comida el doble de rica, y mimos el doble de mimosos. Y controlad los belenes que hayan puesto en vuestras casas y si no sale ningún perro, os hacéis caca encima.

Todo sea por la memoria histórica.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Edredones Compartidos


Las gatas son de ir mucho a lo suyo sin pensar en los demás. En eso se parecen a los del PP. Sólo en eso, que la Anabotella y la Tiberio en el fondo son adorables (cínica me pone el empalago navideño, señor de los ladridos infinitos).

El caso es que debe de hacer por la calle un frío de esos que obligan a los grajos a un aterrizaje forzoso, porque hoy me he despertado con la Tiberio, la tonta, metida entre el tetamen, que parecía yo la Loba Capitolina y ella una especie de Rómula con bigote. A mí no me parece mal que se pongan así arrimadillas, que al fin y al cabo llegaron de bebotas y yo, buena que es una, hice de ama seca y gracias a eso me dejan que las riña cuando se pelean y que las controle el tráfico por el pasillo. Pero como son tan rácanas de tamaño, no le aportan nada de calor al ovillo, así que ahí me veis a mí, medio esparrancada, perdiendo calor por todas partes y sin recibir nada a cambio. Tanta socialdemocracia de espíritu va a acabar conmigo.

He empezado a preguntarme si las mininas estas no serán un poco parásitas, y en eso seguirían pareciendo tan peperas como la marica tonta esa que le está dando unas migrañas tremendas al Gafapasta cuando se pone a defender a Intereconomía. Si tanto le gusta la Durán siempre podría irse a un auto de fe. De víctima. Que la bicho esa seguro que estaba encantada de encender la hoguera.

No voy a seguir por ahí, porque dice el jefe que en Navidades tengo que poner buena cara, dejar de gruñir y regalar parte de mi divino fondo de armario a las cachorras pobres.

Pero yo he pensado que mejor hacer justicia histórica y marcharme a Belén para pastorear al Niño y organizar el tráfico de borregas. Que ya habéis visto lo bien que se me dan los mandobles pateros.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Operación Galgo.


Definitivamente, la gente es rara. Estoy empezando a pensar que el único normal es el Gafapasta, y eso realmente me preocupa.

Ahora resulta que llaman Operación Galgo a un dispositivo de la pasma para pillar a deportistas tramposos con las manos en la bolsa de pis. Y no acabo de entender qué hacen los pobrecitos galgos implicados en tan fea historia.

Los galgos corren como galgos, eso está claro para todos. Pero no sólo no hacen trampas nunca, sino que además les tratan fatal fatal para que corran más detrás de una liebre o detrás de más galgos y hasta mejor si corren delante de los demás galgos. A saber cómo se las arreglan los pobrines para saber cuándo tienen que ir detrás y cuándo delante, será que en la tele les ponen Barrio Sésamo en vez de Mujeres Desesperadas, que es mi serie favorita.

El caso es que se han encontrado a un montón de tramposos, incluyendo una ex-concejala del PP, con los armarios llenos de bolsas de pis y bolsas de sangre y marranadillas varias. Y a mí me molesta que relacionen esos turbios manejos con mis coleguis galgos (a pesar de que sólo conozco in person a dos, un Saluki y un Afgano, que son pura antipatía, como si ser medio tercermundistas les diera derecho a mirar con cara de culo a una francesa absolutamente divina como yo). Pero los de carreras son como más noblotes.

Si los corredores humanos quieren de verdad hacer operaciones galgueras, lo que tienen que hacer es estar atados dos meses sin comer y que así les suelten en la pista, dando de premio al que gane un bocadillo de chistorra bien frita, con el pan bien pringado en grasa. No iba a quedar récord por caer.

Y ya de paso, al que no bata récords que le dejen atado en el bosque para que se vaya ahogando solo. Van a aprender entonces lo que es correr como galgos, vaya que sí.

viernes, 17 de diciembre de 2010

El perro de Piñeiro


Yo nunca acabé de entender la obsesión por que los perros vayamos atados si a los concejales les dejan ir sueltos. Que si de peligrosidad se trata, ni punto de comparación.

Al Gafapasta ya le dije desde el principio que soy formalita -aunque después del incidente del queso no sé si tocará venganza- y que si le pone cachondo llevar collar y correa que se busque un Amo Leather, pero que a mí me deje tranquila. Vale, si vamos al centro hacemos el paripé de que me lleva (con cuesta abajo le pego unos tirones que le voy a dislocar el hombro un día a mi pobre, por pura maldad) pero en el entorno habitual ya me desenvuelvo yo muy desenvuelta como para llevar esos incómodos aparatejos.

El caso es que en Santander, además de que odian a los pobres árboles que ni muerden ni nada y acaban siempre quitándolos para poner más cemento, en el ayuntamiento a los perros nos tienen una manía que no veais, y siempre andan mirando cómo tocarnos las narices frías.

Pero luego, claro, te encuentras con el ex-alcalde Piñeiro de paseo con Mule y van los dos sueltos.
Y qué poco me gusta la hipocresía de estos tipos que se creen que el mundo es suyo y que como mandan en la poli con ellos no va la cosa. Encima va y me dice el Gafapasta que después de prohibir los petardos (que me parece estupendo, por cierto) vio al Piñi y sus niños tirando petardos por Navidad en un contenedor de basura para que la gamberrada hiciera más ruido. Y que dejaba siempre el coche en mitad de la carretera cuando se venía a pimplar un besugo, que de lo que se come se cría, por Puertochico, que a él no le iba a llevar el coche oficial la grúa, qué listillo.

A mí me pareció fatal que le regalaran un perro cuando dejó la alcaldía, porque no sé si puedes dejar a una criatura inocente a cargo de semejantes manos. Y de verdad que lo sentí mucho por el pobre Mule y hasta escribí una carta a los periódicos diciendo que los perros no son un juguete, pero como nunca publican cosas que se metan con los peperos, pues así nos luce el pelo. El pelo a mí, al Gafapasta el brillo de su ausencia.

No me fío nada del De la Serna, pero aunque me parece estupendo que Mule disfrute de la vida por los muelles, yo creo que debería palmar multa. Por llevar suelto a Piñeiro.

martes, 14 de diciembre de 2010

Y hablando de princesas... ¿Pero ésta de qué va?


Si ya digo yo que es dejar al monstruo jacobino que llevo en los genes y empezar a ver cabezas inestables por doquier. Que hay mucha princesita con ganas de tocar las narices frías. Y hasta la peseta si les dejas.

El caso es que va el Gafapasta el otro día y me dice que me va a presentar a mi prima Betty y que ha quedado con ella y con sus dos mamás (que para Modern Family la nuestra, yo creo que los de la Fox nos han copiado). Y yo tan contenta, oigan, que soy sociable y simpaticona además de fina y glamourosa, y claro, si me dicen que es prima y es la nena de las chicas, aunque sólo sea por genética me esperaba otro chochón así grandote y peludote como yo, y ya estaba yo viéndome en alguna plaza de esas en las que el Alcalde de Santander planta cosechas y cosechas de cemento superdivertida persiguiendo y chocando contra la prima pastorzuela como si estuviéramos en las ferias.

Pues no. Resulta que la Betty es una protagonistona indecente. es de esas que nacen chuchurrías y pizcoides para llamar la atención. Y con color blanco para que no las pisen. Un puro riesgo para el tráfico, me parece a mí, y lo mejor sería que estuvieran prohibidas.

Como aquello me pareció una encerrona, yo puse la cara más digna que supe (y sé mucho) y puse la nariz al viento alto como si fuera la señora Osea y tuviera seis o siete bancos en el bolso. Ni caso, ni caso. La ratuca blanca quería hacerse la simpática y me hacía monerías, como si la clase que tengo se le fuera a pegar sólo con reírle las gracias. Pero yo me mantuve en mi sitio y si ella se acercaba por babor, yo plantaba el culamen en medio y apuntaba con la nariz en dirección contraria.

Las felices madres y el Gafapasta, qué ricos, se partían de risa. Así que yo decidí que de payasa no pero que no y empecé a tirar de la correa en dirección a casa que casi le disloco el hombro al jefe. Y toma más risas, y yo en cada cruce del paseo que me obligaron a dar atada e indefensa y pobre de mí como me llevaban tirando más y más, que yo creo que aquello era hasta violencia de género.

Menos mal que los chicos del barrio se solidarizaron conmigo, porque tienen mejor criterio que sus hermanas, y es que todas las niñatas se paraban con la advenediza de la Betty y los encantadores chicos conmigo que soy grandota y doy mejor el perfil de juguete resultón.

Pero si no hubiera sido por ellos, ahora que estoy releyendo a Delibes me hubiera sentido princesa superdestronada. Qué estrés, por Anubis, qué estrés.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Princesitas a Mí


Me gusta que haya princesitas en los cuentos. Sobre todo si se las comen o las dejan encerradas en una torre.

Pero en la vida real no puedo evitar ser republicanota del todo, que por algo una está orgullosa de sus raíces francesas. Ya saben, revoluciones, guillotinas, dolores de cabeza...

A ver si nos entendemos, si algunas casas reales hasta me caen bien cuando las veo jugando con sus perros o saliendo a correr con ellos por el parque. Pero eso de que la Princesa Huesitos, creo que por aquí la conocen como Letizia, haya enviado al exilio jardinero al perro que vivía en su casa me parece fatal de la muerte. Si a la chica no le gusta convivir con un ser inteligente y civilizado, siempre puede ser ella la que se pille saco de dormir y tienda de campaña y se pase las noches aullando a la luna. Y me parece fatal también que el otro, con todo lo largo y pavisoso que es, se lo haya consentido. ¿Cómo va un pueblo a confiar en alguien que se olvida de los amigos de verdad en cuanto conoce a una marimandona escuchimizada?

Yo coincidí con ella cuando me invitaron a la entrega de los premios Guau de Oro, a las mejores interpretaciones caninas de la tele y el cine. Y me dio muy mal rollo, porque iba siempre con la nariz levantada y cara de estreñimiento precoz. Yo creo que le caí fatal, y me alegro. Porque en una misma habitación sólo caben dos reinas. Y la que había allí era yo.

Ha sido enterarme de que ha echado al pobre perro de la casa y dispararse la Olympe de Gouges que llevo dentro. En este país lo que hace falta es una buena guillotina. Zass.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Cagando con Culo Ajeno


Me cuentan que hay por ahí, ¡ay! (pero qué dominio de la ortografía que tengo, madre del chihuahua hermoso) un chuchejo pulgoso con caseta en Palencia que a falta de voz propia se dedica a copiar lo que escribe mi Gafapasta del alma. Cagar con culo ajeno, lo llamamos en el perroworld cuando nos ponemos un punto rabaneros. Pero es que para nosotros lo de dejar plastones de necesidad tiene un punto comunicativo interesante, porque vamos dejando olorcillos informativos que son, desde luego, mucho menos asquerosos que determinados canales con tertulianos varios.

Por lo visto se llama Andrés Ladrador y tras exhaustivas investigaciones conseguí encontrarme una foto suya por San Google.

Lo que no acabo de entender es que el copión de pacotilla sea perraco y no humano. Porque a nosotros nos mola mazo lo de ir repartiendo nuestra propia personalidad olor en ristre, que no vean vuesas mercedes con qué donaire levanto yo el espectacular plumero de marabú que tengo por rabo para que el potorro y el culete se aireen y despidan efluvios de gran dama parisién.

Pero claro, el que no tiene ni qué oler ni qué ladrar, tiene que limitarse a no dar la cara, repartir lecciones de ética barata volumen tres y a copiar de los que piensan, saben y huelen con tufillo propio.

Qué pena, por Dior, qué pena, tener marido y no tener cena.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

De Librerías


No sé por qué el Tipo Gafapasta se extraña tanto al enterarse de que no soy la única perra lectora del planeta. Seguro que este se piensa que los perros somos tan animales como los humanos y no dedicamos tiempo al cultivo de nuestro privilegiado intelecto y al desarrollo de un ocio tan creativo como el que más.

El caso es que se me vino ayer a casa como ojiplático porque en la Librería Gil se había encontrado con Mateo y Martín, dos peludos encantadores (sobre todo Mateo, que es de mi quinta y casi como un gemelillo) que habían sacado de paseo a su rubia, la Moni, y le habían regalado un libro con fotos de Marilyn Morros. Mateo parecía estar especialmente interesado en la narrativa policíaca y preguntó si no tendrían algo de Rin Tin Tin, pero a Martín le llamaron más la atención los estantes de poesía y se echó un pis fenomenal encima de las Hojas de la Galerna de Blas Soltero, inequívoca señal de que le encantaba el libro y lo consideraba suyo y más que suyo.

O a lo mejor lo que le había llamado la atención a mi chico es lo de encontrarse con perros en una librería porque como vivimos en un país más bien poco civilizado que ni lee ni tiene leyes en condiciones para proteger a los animales del maltrato, pues los bordes de los humanoides se creen con derecho a no dejarnos entrar en ningún sitio. Como si fuéramos nosotros los gritones, faltones y marranorros.

Lo que llevo peor es lo de no poder salir con las amigas a tomar un té con pastas en condiciones. Cuando eres joven, pues te vas de botellón a la playa o de botellón pijo a Cañadío y te pules unas birras. Con otra cosa no merece la pena, que ya decía el Chico Guapo que no había manera de tomarse un Vodka Sunrise en condiciones por estos pagos. Pero a mis años, una no está para resacones, pero a pesar de lo requetefinísima que soy no me dejan entrar en las cafeterías los racistas de la porra estos.

De todas maneras, tampoco hay una patisserie en condiciones y digna de mi rango.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Las Infidelidades del Tipo Gafapasta


Como la Constitución esa que se celebra hoy no garantiza un trato mínimamente decente y digno para los animales y unas buenas sanciones para esa gentuza que maltrata a sus pobres mascotas, pues decidí que no me daba la gana de hacer hoy fiesta y continué con la misión de control gatuno en el pasillo.

El Gafapasta se fue a eso de media mañana y no volvió hasta las nueve de la noche, con la culpabilidad dibujada en la cara. No hacía falta ni olerle ni nada para tener claro que había vuelto a hacerlo: ¡Había pasado el día con otros perros! Una todo el día trabajando como una esclava por el bien del servicio público y él tan ricamente pasando la mano por otros lomos.

Él tiene una jeta despampanante. Se pone a contar con voz de Inocencio III que si ha estado comiendo con Pilu y con Isa, y que si habían llevado a sus perros y había estado con Dola, con Casper y con Rufi, y que si blablablá. Como si así pudiera arreglar los platos rotos. Lo dicho, que se había pasado el día resobando a otros perros, y luego claro, querrá que le acune y le cante nanas para dormir mejor.

Indignada que estoy. Que esto a mí no se me hace. Sí, sí, si yo toda digna he fingido que no me daba cuenta, pero ya le he pillado los olores ajenos en el pantalón y la manaza. Y no se me van a olvidar, que se van a enterar los chuchos esos como me los encuentre.

Y que conste que al Gafapasta se la guardo. Como me llamo Glenda, que se la guardo.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Fuera de Control


Una tiene ese glamour de lo francés que sólo te da el tener etiqueta gabacha en el nombre. Que supere el que pueda ese Berger de Brie que llevo con tanto donaire.

Pero la cruda realidad es que nací en Oreña y que soy cántabra por parte de prado natal. Así que al Rubalcaba le tengo como cariño. Viste fatal y en eso nada que ver conmigo, y yo soy más de letras que de hacer cochinadas con los compuestos en el laboratorio, pero quisicosas como esas aparte, es como yo cántabro, socialdemócrata y listuco. Vamos, que me cae bien.

Y por eso, cuando ayer nos puso a todos firmes con lo de que había que solucionar lo de los espacios aéreos descontrolados, di golpe de taconazo con mis mejores Manolos, ladré un marcial "a sus órdenes" y me puse a regular el tráfico de gatos por los alrededores.

¿Que venía atacada por el pasillo la Tiberio perseguida por la Miércoles? Gruñido en sol mayor, colmillo en posición de brigada ligera y cabezazo-mandoble que ponía a la Tiberio volando para la cocina y a la Miércoles en dirección al dormitorio. ¿Qué era la Tiberio la que se cebaba con intención de chocarse con la Miércoles? Pues zarpazo decidido y reparto de direcciones: la una para el baño, la otra para el cuarto de plancha. Y no me costó mucho que hasta el Gafapasta me pidiera debida autorización antes de aterrizar en el sofá para ver la tele.

Visto el éxito de la torre de pasillo, me instalé en la entrada del Parque de Jado y me dediqué a organizar aquel caos. A la gata manchada y estropajosa la envié a la calle Santa Teresa con escala en las obras del ayuntamiento para que se pusiera perdidita de barro. Al gato arisco y negro le puse rumbo a la pista de petanca. Y a una niña súper impertinente que se puso a tirarme de las orejas y que yo creo que era una quintacolumnista de la USCA la aterricé directamente y por procedimiento de urgencia encima de un charco para que se le empaparan las bragas.

Ya le dije al Tipo Gafapasta que yo tenía unos índices de productividad muy superiores a los de los controladores españoles y que antes de Navidad nos íbamos a sentar en la mesa camilla que tiene puesta en el saloncito de las negociaciones él y yo y tendríamos que revisar algunas cláusulas.

O hay capón firmado o cuando haya mogollón por el pasillo digo que me duele el corvejón y me voy a la cama dejándole con todo el caos organizado. Sin servicios mininos de esos ni nada.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Doña Metomentodo


Me cuenta el Tipo Gafapasta que por el Feisbuk se llevan unos grupos que empiezan por "Señoras que ...". Y a mí se me ha ocurrido que se podría formar un "Señoras que meten las narices donde no las llaman".

Esta mañana me encontré con un ejemplar clásico, que se nos acerca en el parque, me hace un par de mimos cogoteros (no me daba buen rollo la tipa, así que no me dejé rascar demasiado) y suelta un tópico "¡Qué mona, qué pena que seguro que la tienes en un piso!".

Ya de entrada, que me llamen "mona" me revienta casi tanto como que me suelten "perrita". Yo tengo ya una edad, un volumen y sobre todo una masa que me alejan del concepto "perrita". Pero yo a esa señora no la llamé orangutana, ni víbora, ni rata, y no sé por qué tengo que aguantarme sin pegarle un ñisco en el talón que ella me llame chimpancesa o mandrila.

Y bueno, ¿qué manía es esa de que a los perros nos gusta el campo? A mí lo que me gusta es pasar el invierno bien arrimadita al radiador para evitar esos reúmas que con esta humedad y estos fríos y estos años me están amenazando por doquier. Me gusta estar pegadita al Gafapasta, mientras escucha música y hasta fijarme un poco cuando pone en la tele alguna de Lassie. Me gusta la comidita a punto, sobre todo si es pechuga de capón (¿lo pillará el Gafapasta, lo pillará?) y me fascinan los edredones de pluma de ganso silvestre de los fiordos.

No voy a negar que un jardincito recoleto, con un par de fuentes, unas matas de hierba aromática y un poco de arena en una esquina para las urgencias estaría requetebién. Pero al Gafapasta también le encantaría el jardincito. Y los dos ponemos como condición que en cuanto se nuble podamos entrar a una casita encantadora, recogidita y con chimenea.

Que sí, señora, que sí, que el prado está muy bien para que coman las vacas, y con estos fríos y estas nieves por muy fortachona que sea una se tumba en los barrizales y queda echa una pena penita pena. No, si lo mismo es que a usted el confort le parece poco natural. Pues nada, señora, que le abran Altamira y le hagan hueco debajo de una bisonta. Que mucho blablablá pero luego no predica con el ejemplo, so hipocritona.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Terror en el Hipermercado


El Tipo Gafapasta tiene bastante buena pata para la cocina, pero como sigue el mi pobre un poco chuchurrío lleva un mes a fiambres, frutas y precocinados.

Espero que sea una buena señal gastronómica y que me caigan en el cuenco unas albóndigas con salsita o un muslito de pollo deshuesado con unas zanahorias y unas patatitas. Que ya sé yo que las bolas en forma de caca de gato son más saludables pero un poco de vicio y descontrol viene bien de vez en cuando. El caso es que hoy me ha llevado a un sitio que se llama hipermezclado. Y me pareció el nombre muy requetebién puesto, porque había montañas de todo y lo mismo te tropezabas con una lata de pepinillos que con un filete de pez espada congelado. Qué aburrimiento de comidas, menos mal que al Gafapasta no se le ha ocurrido hacer experimentos como pepinillo relleno con mousse de pez espada, que como capaz este intelectualoide es muy capaz.

Lo mejor era que me llevaba en carrito para que no fuera enredándome con las patas de las otras compradoras, me tiene el chico por un poco torpe, y se me puso cara de velocidad. Cuando el Gafapasta paraba para hacer comparativas de precios en las aguas minerales, yo daba cabezazo con fundamento a la delantera del carrito y en un decir amenguau estaba ya abalanzándome sobre las torres de latas de piña en almíbar. Megadíver.

El Gafapasta ponía cara de rancio y me decía que si para eso me había pagado la educación en las Damas Negras, como Ana María Matute (qué guapa en las fotos del Cervantes), pero es todo pose, porque yo fui a colegio progre y laico. Que lo mismo cuando el Roucoviruela dice lo del laicismo agresivo es porque se acuerda de cuando le mordí el corvejón delante de La Almudena. Pero no me gustó nada el sabor, qué quieren que les diga.

Lo peor del día es que cuando el Gafapasta arrancaba ya en dirección a las cajas, después de recolocar con cara de disimulo las latas de piña, pasó por una larga avenida en la que me dio un fuerte ataque de ansiedad: ¡Estaba llena de caponesssssssss!

Y había otro montón de cosas con pinta de ser ñam ñam ricas ñam ñam. Pulardas, pavitas, perdices, faisanes, pintadas, patos ... Vamos, que había más plumas que en una convención internacional de dragqueens. Y yo que pierdo la dignidad y empiezo a aullar, a babear, a revolverme en el carrito, a volcar el carrito, a enredarme entre las patas del Gafapasta y a tratar de hincarle el diente a algo.

El cabrón de mi santo tiraba de la correa mientras volvía a poner todo en su sitio. Y eso que al final me dio tiempo a trabar una codorniz con el colmillo. Mierda de suerte, con la cantidad de bichos grandes y el colmillo se me queda a la altura de la prima raquítica.

El Gafapasta me ha dicho todo enfadado que soy más bruta que una tertuliana de Intereconomía, y que me vaya preparando, que este año el capón ni olerlo.

Me veo dos semanas haciéndole ojitos de bambi degollado. Pero por mi flequillo de diseño que este año ceno capón. Que le tengo cogida la sobaquera.